(Arte y Cultura) EEUU: Antología de mujeres que escriben desde la cárcel

Una antología de poemas y ensayos escritos por presas de Estados Unidos expresa las experiencias comunes a las más de 130.000 mujeres encarceladas, madres de 250.000 niños, en este país.

La obra "Contra el Silencio: Voces de Madres en la Cárcel", editada por la organización neoyorquina Comunidad Tareas Judiciales (JWC), compila los escritos de 23 mujeres sobre maternidad, drogadicción, relaciones abusivas y la lucha por mantener la dignidad en condiciones inhumanas.

Desde 1980, la cantidad de mujeres encarceladas aumentó 13 veces y 75 por ciento de las reclusas tienen hijos, informó JWC.

"En 1995 comenzamos a escribir a los organismos de justicia penal (estatales, federales y no gubernamentales) de todo el país pidiendo que nos dieran los nombres de mujeres que quisieran participar en un proyecto de publicación", explicó Mary Fitzgerald, directora ejecutiva del grupo, fundado en 1992.

Como el acceso a las colaboradoras del libro, que estaban en la cárcel cuando escribieron sus textos, tuvo grandes dificultades, casi todo el proyecto se desarrolló y concretó a través del correo, añadió.

La antología, que también incluye críticas al sistema penitenciario, arroja luz sobre uno de "los grupos más olvidados y marginados de nuestra sociedad", e impulsó a la organización a realizar una campaña nacional por un programa de sentencias alternativas, señaló Fitzgerald.

La mayoría de los reclusos en este país son pobres y no son blancos. JWC exige la despenalización de algunos delitos relacionados con drogas y otras ofensas no violentas, mayor uso de los servicios comunitarios como alternativa penal, tratamientos antidroga y programas de formación laboral.

"Costaría mucho menos que mantener a una persona en la cárcel", dijo la activista.

Fitzgerald dijo que cada reclusa cuesta a los contribuyentes 59.000 dólares anuales, mientras los servicios comunitarios se pueden aplicar por menos de 2.000 dólares.

Más allá de las reformas económicas de las prisiones, "Contra el Silencio…" ofrece una ventana a uno de los aspectos más desagradables y menos visibles de la "guerra contra el crimen" en Estados Unidos.

La población carcelaria aumentó debido a la aplicación de sentencias mínimas obligatorias. En Estados Unidos una persona de cada 150 está en la cárcel actualmente, la mayor proporción en el mundo.

"Las cárceles se convirtieron en la solución preferida a los complejos problemas sociales de nuestro país", aseguran los editores de la antología.

Sólo 10 por ciento de los presos adictos a las drogas tiene acceso a algún tipo de tratamiento en la cárcel. "Las prisiones vuelven a usar los castigos de los años 40, con cadenas, trabajos forzados y uniformes a rayas", escribió la reclusa Sue Kennon.

"Llamarles centros correccionales es un irónico eufemismo", comentó. El libro de 82 páginas está repleto de ejemplos de deshumanización en la vida dentro de la cárcel.

"Dar a luz en la cárcel", por Warnice R., que ahora está en libertad, describe el nacimiento de su hija, Unique, producido mientras cumplía una pena de 23 meses de reclusión por hurto.

"En el hospital, me esposaron el tobillo izquierdo a una cama de metal durante las horas que se prolongó el trabajo de parto, si bien un funcionario correccional estuvo en la habitación todo el tiempo", escribió.

"Las esposas fueron quitadas 30 minutos antes del parto… Ni siquiera a los animales se los maniata cuando paren, ni a un perro doméstico o una vaca de granja", afirmó.

JWC calculó que no menos de 11.700 mujeres encarceladas están embarazadas. Sólo 48 por ciento de las intalaciones penitenciarias del país tienen servicios de maternidad y prenatales.

El grupo comprobó que más de la mitad de las mujeres presas no ven a sus hijos durante el período de reclusión.

"Nuestro país es muy compasivo cuando se trata de niños que perdieron a sus padres porque murieron, o fueron separados de ellos por enfermedad, divorcio o servicio militar", escribe Kennon en el capítulo "Sin salida honorable".

"Sin embargo, no es tan generoso cuando se refiere a niños que perdieron a sus padres por… la cárcel. Esos niños son las víctimas más olvidadas", apuntó.

Kennon agregó que los hijos de los presos sienten miedo, ansiedad, tristeza, rabia y hasta culpa. "La cárcel tiene un impacto tan negativo en esos jóvenes que tienen seis veces más probabilidades que sus pares de sumarse a la futura población carcelaria", explicó.

El libro constituye el caballo de batalla del grupo en su campaña contra la corriente de ampliar las prisiones y contra la política punitiva de mano dura de la justicia penal.

Según el grupo, los delincuentes no violentos representan 85 por ciento del aumento registrado en la población carcelaria durante los últimos 20 años.

La mayoría de las reclusas son delincuentes no violentas, y más de 60 por ciento fueron encarceladas por delitos vinculados a las drogas.

Joy Artis, una ex reclusa que ahora trabaja como abogada para mujeres liberadas, se describe a sí misma como "ex adicta y alcohólica en proceso de recuperación".

"Tuve miedo de pedir ayuda para mi adicción por temor a perder mis hijos. Estuve encerrada en un círculo de desesperanza y terror. Cuando el círculo se cerró, mis peores temores se hicieron realidad", dijo.

Luego que Artis fue encarcelada por segunda vez, decidió cambiar de vida. "Me despedí de mis hijos otra vez. Mi hija, ahora de cuatro años, lloraba. Mi hijo, de 14, apretó los puños pero se negó a llorar delante de su madree".

Artis fue excarcelada en 1990, volvió a estudiar y se graduó con honores en psicología cuatro años después. Se volvió a casar y, según dijo, "me convertí en la prueba ambulante de que hay vida después de la cárcel". (FIN/IPS/tra-en/ks/mk/ego/aq/cr-hd/99)

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