El gobierno, dirigentes de la oposición y economistas debaten en Argentina la propuesta de dolarización de la economía como seguro contra crisis financieras, pero la discusión puede alimentar la inquietud de los mercados.
La propuesta fue formulada en primer lugar por el presidente del Banco Central, Pedro Pou, y, según reveló este jueves el secretario de Planeamiento Estratégico, Jorge Castro, cuenta con el respaldo del presidente Carlos Menem, que termina su mandato en diciembre de este año.
El economista argentino Guillermo Calvo, que predijo la crisis mexicana de 1994, recomendó también la dolarización y aseguró que el proyecto contaría con la simpatía del gobierno de Estados Unidos.
Desde Estados Unidos, Calvo, profesor de la Universidad de Maryland, señaló que a Argentina no puede hacerle daño estar atado a un país muy estable, y aseguró que la dolarización es una manera de "aislar al país de la inestabilidad" que provocan los especuladores.
Uno de los principales economistas de la Alianza de oposición, José Luis Machinea, consideró que la iniciativa "debilita" la convertibilidad monetaria, cuya continuidad fue puesta en duda en los últimos días por inversores internacionales que temen una devaluación.
"Esta propuesta desprestigia la convertibilidad justo cuando más necesitamos fortalecer la confianza en el mantenimiento del sistema", objetó Machinea, y criticó al presidente del Banco Central que, a su juicio, "parece no confiar en la convertibilidad".
Por su parte, el jefe de la bancada del oficialismo en la Cámara de Diputados, Oscar Lamberto, criticó el proyecto de dolarización y, sobre todo, las versiones acerca de la intención presidencial de imponerla por decreto, eludiendo el debate parlamentario.
Esta vía también fue criticada por Machinea y por otro economista cercano al oficialismo como el consultor de empresas Miguel Angel Broda. "La utilización política que hace Menem de esta herramienta (la dolarización) no sirve para nada", dijo Broda.
En cambio, consideró que la idea de dolarizar puede ser una política de Estado hacia el futuro, que se vaya realizando de cara a los próximos cinco años y mediante un acuerdo bilateral con Estados Unidos, en el que se puedan negociar condiciones.
Desde 1991 existe en Argentina un régimen de convertibilidad que obliga a tener un dólar de reserva por cada peso argentino en circulación. El sistema fue impuesto por ley y permitió al país cerrar el capítulo de los ciclos de alta inflación.
Menem había propuesto en enero dolarizar la economía para neutralizar riesgos de impacto de una crisis financiera como la que se produjo a mediados de ese mes, cuando Brasil devaluó el real y la región tembló por el temor a una salida masiva de capitales.
La devaluación brasileña colocó a Argentina en inferioridad de condiciones respecto de su vecino por la baja competitividad de sus exportaciones, que comenzaron a caer mes a mes con el consecuente efecto de una baja de la producción y del empleo.
En este contexto, las declaraciones del ex ministro de Economía Domingo Cavallo acerca de la posibilidad de salir de la convertibilidad dejando flotar el tipo de cambio y la afirmación del inversionista húngaro-estadounidense George Soros de que el peso estaba sobrevaluado inquietaron a los mercados.
Aun cuando los economistas coinciden en que las exportaciones perdieron competitividad, todos también concuerdan en que la solución no pasa por una devaluación sino por una reducción de los costos, de los impuestos y de los salarios.
De todos modos, los rumores de devaluación, desmentidos una y otra vez por las autoridades y rechazados por la oposición, generaron inestabilidad financiera en los últimos días, y en ese marco, Menem volvió a proponer a sus funcionarios un plan de dolarización.
El proyecto encontró eco en el presidente del Banco Central, que consideró que "la convertibilidad no consigue generar una total credibilidad en su mantenimiento", lo que expone a la economía argentina a una "gran vulnerabilidad externa".
Para el funcionario, que se lanzó a defender su propuesta sin el acuerdo del ministro de Economía Roque Fernández, Argentina tiene como alternativas profundizar la convertibilidad a través de la dolarización, o abandonar el sistema dejando flotar el tipo de cambio.
Pou recomienda el primer camino con un argumento controvertido para los economistas locales. "Al eliminarse la moneda nacional se elimina el riesgo cambiario", dijo. (FIN/IPS/mv/mj/if/99