AMBIENTE: Caribe puede llegar a ser un mar de petróleo

La exploración y explotación de hidrocarburos en zonas extremadamente frágiles de América Central y México, como los humedales, pueden convertir el Caribe en un "mar de petróleo", advirtieron organizaciones no gubernamentales la capital de Costa Rica.

Las organizaciones ambientalistas Greenpeace y Oilwatch Mesoamérica afirmaron que las exploraciones se realizan en sitios que, inclusive, están incluidos en la "lista Ramsar", es decir, supuestamente protegidos por la Convención de Humedales, también llamada Convención de Ramsar, firmada en 1971.

La advertencia fue lanzada en el marco de la VII reunión de las partes de la Convención, que se realiza desde el lunes en San José y concluirá el 18.

Greenpeace y Oilwatch recordaron que una de las debilidades de este tratado es que no cuenta con mecanismos para obligar a los gobiernos signatarios a cumplir con la protección de los humedales.

"Es altamente cuestionable el hecho de que las recomendaciones de las distintas conferencias de las Partes sugieran no realizar actividades dañinas en un humedal, y que a la vez se permita que los Estados signatarios planifiquen actividades petroleras en sitios Ramsar", señalaron las dos organizaciones no gubernamentales (ONG).

Por ello, ambas ONG propusieron a la VII reunión otorgar carácter vinculante a las resoluciones de la Convención, con el fin de poder sancionar su incumplimiento.

En Guatemala se extraen cerca de 30.000 barriles diarios de petróleo de zonas entre las que se cuenta la laguna del Tigre, uno de los sitios Ramsar, y por tanto, de gran importancia como hábitat y como productor de agua, indicaron Greenpeace y Oilwatch.

Igual situación se registra en México, donde se extrae petróleo de los humedales de Centla, ubicados en la Reserva de la Biosfera Pantanos de Centla, en el estado de Tabasco.

En América Central, con la excepción de Guatemala, la extracción de hidrocarburos todavía está en fase potencial, pero eventualmente se realizaría en zonas de humedal.

Oilwatch y Greenpeace comprobaron, tras investigar en cada país de Mesoamérica (México y América Central), que la mayoría de los bloques en licitación para la búsqueda y explotación de petróleo se hallan en áreas de muy alta fragilidad ecológica.

Los humedales costeros de Costa Rica, Guatemala y México, al igual que la mayoría de los arrecifes de coral de todos los países mesoamericanos y de algunas islas del Caribe, "se encuentran amenazados por la extracción de petróleo", aseguraron.

Esta situación podría convertir el Caribe en un "mar de petróleo", similar al golfo de México, el mar de China o el mar del Norte, en Europa, que están al borde del colapso ecológico por su extrema contaminación, advirtieron los expertos de ambas ONG.

La actividad petrolera tiene un impacto devastador e irreversible en ecosistemas húmedos de agua dulce.

Entre otros daños, contamina los acuíferos, afecta la pesca, porque asfixia los organismos que viven en el agua, desaparecen las comunidades anfibias (aves, reptiles y mamíferos), provoca la muerte de animales invertebrados, y altera el equilibrio químico del suelo, que se saliniza y pierde su fertilidad.

En los ecosistemas marinos, la actividad petrolera reduce el plancton, afecta las aves marinas y el metabolismo de los peces, los bancos de coral se degradan hasta hacerse improductivos y, finalmente, alcanza a la especie humana a través del consumo de peces y moluscos contaminados.

Mesoamérica, que se extiende desde Panamá hasta la frontera norte de México, cuenta en total con 24 sitios Ramsar, pero no dispone de recursos para proteger esas áreas, muchas de las cuales están deterioradas.

La Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) advirtió en el foro de San José que la destrucción de humedales en América Central guarda estrecha relación con la vulnerabilidad de la región frente a fenómenos naturales como los huracanes.

La UICN aseguró que el impacto del huracán Mitch, que entre octubre y noviembre de 1998 dejó en América Central un saldo de 26.000 muertos y desaparecidos y pérdidas económicas por 6.000 millones de dólares, pudo haber sido menor si no se hubiera destruido, en décadas pasadas, el 90 por ciento de los humedales.

Se cree que al menos seis huracanes podrían descargar su fuerza este año en el istmo. (FIN/IPS/mso/ff/en/99

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