La escasez de agua en los próximos 25 años podría revertir el aumento de la productividad agrícola logrado por la "revolución verde" e incrementar por lo tanto la inseguridad alimentaria, advirtió un estudio internacional.
Casi 1.400 millones de personas, equivalentes a 25 por ciento de la población mundial, vive en regiones que podrían padecer grave escasez de agua dulce en el primer cuarto del nuevo siglo, según el Instituto Internacional de Administración del Agua (IIAA), con sede en Colombo, Sri Lanka.
"Esas regiones no tienen suficiente agua para mantener la producción de alimentos por habitante de 1990, y para el año 2025 tampoco tendrán suficiente agua para uso doméstico, industrial y ambiental", afirmó.
De particular preocupación es el ignorado problema de la disminución de los recursos hídricos en las regiones semiáridas de Asia y Medio Oriente, destaca el estudio sobre oferta y demanda de agua en 118 países en el período 1990-2025.
Estas regiones contienen las principales zonas productoras de granos del mundo, como Punjab en India y el norte de China.
"Existe una necesidad urgente de concentrar la atención de profesionales y planificadores de políticas en el problema del agotamiento del agua subterránea, que debe considerarse una gran amenaza a la seguridad alimentaria en el próximo siglo", previene el informe.
El IIAA, establecido en 1984, conduce programas para mejorar la seguridad alimentaria y la vida de los pobres promoviendo el incremento de la productividad del agua utilizada en la agricultura mediante una mejor administración de la irrigación, que insume 70 por ciento de los recursos mundiales de agua dulce.
Entre otros países, el IIAA tiene programas en Burkina Faso, Pakistán y Sri Lanka, y oficinas de proyectos en México y Turquía. Lo financian más de 20 gobiernos y agencias donantes, entre ellas el Banco Asiático de Desarrollo y la FAO.
El estudio descubrió que muchos países tienen que adoptar decisiones fundamentales con respecto al suministro y la administración del agua, señaló Douglas Merrey, subdirector general del IIAA.
"En algunos casos, esto significará aumentar la eficiencia y la productividad de la agricultura con un uso limitado de agua, y en otros deberá reducirse la actividad agrícola, lo que implicaría problemas de seguridad alimentaria", agregó.
La importación de alimentos y el transporte de agua desde regiones más húmedas son algunas de las opciones para esos países.
Unos 348 millones de personas enfrentan grave escasez de agua en regiones donde los recursos potenciales del elemento serían suficientes para satisfacer las necesidades hasta el 2025, dice el estudio.
"Pero esas regiones deberán embarcarse en gigantescos proyectos de desarrollo hídrico, a un costo enorme y con la posibilidad de grave daño ambiental, para alcanzar ese objetivo", agregó.
La mayoría de las personas creen que los sistemas de irrigación existentes son tan ineficientes que las futuras necesidades de agua podrían satisfacerse aumentando la eficiencia de dichos sistemas y transfiriendo el agua así ahorrada a los sectores doméstico, industrial y ambiental, señala el estudio.
Pero "es extremadamente difícil saber lo que significa eficiencia de la irrigación, y mucho menos medirla", aclara.
La escasez de agua provoca el deterioro de la calidad del agua de consumo y afecta especialmente a la población de escasos recursos. Muchos de los pobres de países en desarrollo están obligados a tomar o utilizar agua contaminada.
Los pobres de Asia invierten 60 por ciento de sus ingresos en cereales, la mayor parte de los cuales son producidos en tierras irrigadas artificialmente desde la década de 1960.
El precio real de los cereales disminuyó, y los efectos directos e indirectos de la llamada "revolución verde" fueron por lejos el principal factor en la reducción de la pobreza en Asia, destacó el IIAA.
"Pero hay razones para temer que la escasez de agua podría detener o revertir estas tendencias, como en el caso de China", advirtió. (FIN/IPS/tra-en/fs/an/mlm/dv/99