Existen notables diferencias en la cobertura periodística estadounidense del conflicto de Yugoslavia y la de otros conflictos que involucraron a Estados Unidos en los últimos años, según analistas.
Tanto los medios escritos como la radio y la televisión son esta vez menos patrioteros y están más atentos a la visión del "enemigo", además de cuestionar más agresivamente a los funcionarios de Washington y la OTAN sobre su estrategia, especialmente en comparación con la guerra del Golfo (1991).
"Tenemos un panorama más amplio de este conflicto" que de la guerra contra Iraq, afirmó Dan Hallin, profesor de Comunicaciones de la Universidad de California y autor de "La guerra sin censura", una obra clásica sobre la actuación de los medios durante el conflicto de Vietnam.
Hallin y otros analistas atribuyen el progreso no tanto a un cambio de conciencia en la política editorial de los principales medios de comunicación estadounidenses, sino a otros factores como la similaridad cultural entre los serbios y Occidente y la falta de un control oficial sobre los periodistas.
Pero el factor más importante es sin duda la profunda división de las elites acerca de cómo debería pelearse esta guerra y si debería pelearse en primer lugar.
"Cuando una gran proporción de los líderes dudan sobre la empresa, los periodistas se sienten más cómodos presentando puntos de vista alternativos", observó Seth Ackerman, analista de Justicia y Precisión en el Periodismo (FAIR), con sede en Nueva York.
Las columnas de los diarios y aun los conductores más destacados de programas de televisión ofrecen un espectro de opiniones mucho más amplio, desde líderes radicales que exigen una guerra terrestre y la expulsión del presidente yugoslavo Slobodan Milosevic hasta moderados que demandan el fin de la guerra.
El tema de Yugoslavia domina la televisión de Estados Unidos desde que la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) comenzó sus bombardeos sobre ese país el 24 de marzo para lograr, entre otros objetivos, el retiro de las fuerzas yugoslavas de la provincia separatista serbia de Kosovo, de mayoría albanesa.
Kosovo abarca entre 60 y 70 por ciento del tiempo de los informativos nocturnos de las tres principales redes de noticias, señaló Andrew Tyndall, editor del programa "Tyndall Report".
En la segunda semana de bombardeos, el tema abarcó más tiempo de televisión que ningún otro, extranjero o doméstico, desde el intento de golpe de Estado contra el presidente soviético Mijail Gorbachov, en 1991.
"¡Eso significa más atención que la otorgada a la princesa Diana, al juicio de O.J. Simpson y a Mónica Lewinsky!", destacó Tyndall.
La cobertura de esta guerra también se parece a las anteriores en la virtual ausencia de contexto histórico.
"Al igual que otros conflictos que fueron olvidados hasta que estalló la crisis, el público no tiene demasiada idea de quiénes son esas personas", señaló Susan Moeller, directora de Periodismo de la Universidad Brandeis.
La ignorancia resultante ofrece a los políticos la oportunidad de utilizar estereotipos para manipular la opinión pública, que en este caso recuerdan a la segunda guerra mundial y el holocausto de los nazis contra los judíos, observó Moeller.
Ese esfuerzo fue impulsado inconscientemente por los medios, que hasta ahora concentraron su atención en la situación de los kosovares de origen albanés expulsados de sus hogares.
"Largas filas de desplazados desesperados, trenes atestados de personas, ancianas transportadas en carretillas: se trata de imágenes poderosas que recuerdan el holocausto", señaló Moeller.
Esta táctica tiene por finalidad "demonizar" al enemigo, en este caso a Milosevic, quien por ejemplo apareció en la tapa de la última edición de la revista Newsweek bajo el título "El rostro del demonio".
Pero esta estrategia sólo puede tener éxito mientras la prensa continúe concentrándose en el sufrimiento de los refugiados.
La semana pasada, cuando la OTAN bombardeó por error un tren civil y una caravana de desplazados provocando al menos 75 muertes, la televisión ofreció una mayor cobertura a la situación dentro de Yugoslavia, aunque la situación de los refugiados en Albania y Macedonia continuó ocupando más tiempo, según Tyndall.
"Hasta ahora, predominan las imágenes de los expulsados por el ejército de Yugoslavia sobre las de las víctimas de las bombas de la OTAN, pero esto podría cambiar", agregó.
La cobertura del lado yugoslavo de la guerra -incluido el sufrimiento de la población serbia- constituye una gran diferencia respecto de guerras anteriores, observó Hallin.
Agregó que la falta de consenso doméstico impidió que políticos poderosos atacasen a los medios que enviaron reporteros a Serbia.
"Hay un gran contraste respecto de Vietnam, cuando sólo unos pocos periodistas fueron a Hanoi y los denunciaron como traidores", destacó Hallin.
"Aún fue una gran controversia cuando el periodista Peter Arnett informó sobre las víctimas civiles de las bombas de los aliados en Bagdad", añadió.
Serbia obtiene más atención de los medios que otros recientes "enemigos" de Estados Unidos por variadas razones, de acuerdo con Hallin.
En primer lugar, los serbios son europeos blancos que culturalmente se parecen mucho más a los estadounidenses que los vietnamitas, los árabes o los somalíes.
"La apariencia física de los serbios es similar a la nuestra, y no estuvieron sujetos a estereotipos negativos de los medios durante 20 años, como Iraq", observó Hallin, quien manifestó su sorpresa por los informes sobre cómo los bombardeos afectaron la vida de los serbios comunes.
Finalmente, la ausencia de una guerra terrestre hace al Pentágono (Departamento de Defensa) mucho más difícil controlar la información que en la guerra del Golfo, sostuvo Ackerman.
"Como resultado, la cobertura es mucho más rica y multifacética", agregó.
Ackerman concordó con Hallin en que la mayor imparcialidad de la prensa se debe principalmente a la ausencia en Washington de un apoyo unánime a la guerra.
Esto podría cambiar con el envío de fuerzas de tierra, advirtió. En ese caso, prevé el analista, tanto los líderes como los medios de prensa respaldarían incondicionalmente a los soldados estadounidenses. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/mlm/ip cr/99