Expertos en asuntos rusos exhortaron al presidente estadounidense Bill Clinton a ser cauteloso ante las amenazas de Moscú, enfrentada con Washington por la campaña militar de la OTAN contra Yugoslavia.
La recomendación se produjo luego de que el presidente ruso Boris Yeltsin advirtiera que el envío de fuerzas de tierra de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) a Yugoslavia podría provocar una intervención militar de Rusia en el conflicto.
"Creo que su amenaza debe tomarse muy, muy en serio", previno Stephen Cohen, profesor de estudios rusos de la Universidad de Nueva York.
Cohen y otros expertos no creen que Moscú realice una acción militar directa contra la OTAN ni considere seriamente la formación de una alianza con Yugoslavia y Belarús, como propuso Belgrado.
Pero Moscú podría tomar otras medidas, entre ellas el envío de armas a Yugoslavia e Iraq, lo cual podría dañar seriamente los intereses occidentales, advirtieron.
"Los rusos son débiles militarmente y no podrían derrotar a la OTAN en el terreno, pero podrían comenzar a suministrar tecnología y armas de destrucción masiva a China, India, Irán y otros estados 'renegados'," advirtió Dmitri Simes, un experto ruso del Centro Nixon para la Paz y la Libertad, de Washington.
Una gestión para solucionar las diferencias entre Washington y Moscú fracasó el martes en una reunión entre la secretaria de Estado Madeleine Albright y el canciller ruso Igor Ivanov, en Oslo.
Se trató de las primeras conversaciones de alto nivel entre ambas partes desde el 23 de marzo, cuando el avión en que viajaba hacia Washington el primer ministro ruso Yevgeny Primakov dio media vuelta en pleno vuelo ante la inminencia del lanzamiento de los ataques aéreos de la OTAN. El bombardeo empezó el día 24.
En lo que Albright calificó como "discusiones muy importantes y francas", ella e Ivanov discordaron sobre las pretensiones de la OTAN de encabezar una fuerza internacional de paz en la provincia separatista serbia de Kosovo tras el cese de las hostilidades y escoltar a los cientos de miles de albano-kosovares desplazados de vuelta a sus hogares.
Albright insistió en que la fuerza propuesta debe ser esencialmente de la OTAN, pero Ivanov señaló que cualquier presencia internacional "requeriría el consentimiento de las autoridades de Yugoslavia".
Mientras los jefes de la diplomacia de ambas partes estaban reunidos, el ministro de Defensa ruso Igor Sergayev habría autorizado el despliegue de más barcos rusos en el mar Adriático para unirse a un buque de reconocimiento enviado al comienzo de la campaña aérea con el fin de vigilar las acciones de la OTAN.
Sergayev también anunció el retiro de unos 1.400 soldados rusos del comando de la OTAN en la fuerza de paz de Bosnia y amenazó con retirarlos por completo, dependiendo de los acontecimientos en Yugoslavia.
Pero si Moscú esperaba que la administración Clinton dudara en redoblar sus esfuerzos bélicos ante tales medidas, se equivocó.
Mientras Clinton insistía en que la OTAN puede vencer sin necesidad de una campaña terrestre, su administración aprobaba el envío de 300 aviones estadounidenses más a Yugoslavia, para incorporarse a otros 500 que ya están en acción.
"Ahora nuestra campaña aliada pasa a una segunda etapa, con más aviones en la región, la incorporación de un portaaviones británico a nuestro USS Roosevelt y la presencia de otro francés en la zona", dijo Clinton el martes.
La última escalada bélica podría enojar más a Rusia, pero Washington cree que puede ignorar a Moscú o forzarla a aceptar la voluntad de la OTAN, señalaron expertos.
Esa creencia, agregaron, podría estar equivocada, en particular a la luz del notorio cambio en la opinión pública rusa el año pasado.
"Debido al desastre económico de Rusia -en el que no tuvimos un papel menor- aumentó el sentimiento anti-estadounidense, que hasta el comienzo de los bombardeos era bastante amorfo", señaló Rajan Menon, experto en asuntos rusos de la Universidad de Lehigh.
"Kosovo dio forma a ese sentimiento", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/mlm/ip/99