La crisis en Yugoslavia marcó un viraje en la política exterior de China, en el pasado dictada por la ideología pero determinada hoy por su preocupación en materia de integridad territorial.
En la década del 50, Albania era un "querido amigo" de China. El presidente Mao Zedong y el líder comunista de Albania, Enver Hoxha, eran hermanos luchando contra el Occidente imperialista y la Yugoslavia revisionista.
En estos días, en cambio, los medios estatales chinos cantan canciones de alabanza a Belgrado. El presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, denostado en otras partes del mundo, es descrito como un héroe popular.
La razón detrás de la solidaridad de Beijing con los serbios es el temor a que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) esté asumiendo el papel de "policía mundial" con poder para intervenir en cualquier parte del mundo en defensa de los derechos humanos y la democracia.
No es difícil para China pensar que podría producirse una situación de intervención similar en Taiwan, que Beijing considera una provincia separatista, o en otras provincias donde se están generando disputas étnicas, como Xinjiang y Tibet.
Los medios autorizados por el Estado silenciaron la cuestión de los refugiados albaneses de la provincia serbia de Kosovo y de la limpieza étnica luego de que comenzaran los ataques de la OTAN encabezados por Estados Unidos.
En su lugar, proclamaron su apoyo a la causa de Milosevic, presentándolo como un líder resuelto a luchar para proteger la integridad de su país.
Muchos periódicos compararon el comportamiento de Milosevic con el del difunto mariscal Tito, que lideró una guerra de guerrillas contra la ocupación nazi de Yugoslavia y que luego gobernó el país hasta su muerte en 1980.
En contraste, el informativo Yangcheng presentó al presidente estadounidense, Bill Clinton, con un bigote como el de Hitler y un fondo de fuego y destrucción.
En una explosión de apoyo político a los serbios, los cines de Beijing exhibieron una serie de películas tituladas "El regreso de los héroes yugoslavos".
La Televisión Central china está pasando películas de la segunda guerra mundial como "Proteger Sarajevo" y "El puente", sobre los heroicos partidarios del mariscal Tito.
"Muchos jóvenes dejarán de escuchar a Madonna y de ir a McDonald's y a Kentucky Fried Chicken si la guerra no termina", dijo el Yang Dazhou, experto en Yugoslavia de la Academia de Ciencias Sociales china y traductor de dos libros de Mira Marcovic, ideóloga comunista y esposa del presidente Milosevic.
La simpatía por el gobierno de Milosevic contrasta con los viejos vínculos ideológicos entre China y Albania.
Los jóvenes de 1990 no recuerdan que Albania fue el único aliado leal de China a mediados de los años 50, y que las películas albanesas fueron las únicas exhibidas durante más de una década en el país bajo el dominio de Mao.
En esos días, los chinos cantaban canciones diferentes, como "Larga vida al presidente Mao, larga vida a Enver Hoxha, larga vida al Partido Comunista, larga vida a Beijing-Tirana".
Lo que unía a China y Albania en los años 50 era la firme adhesión de sus líderes comunistas a la línea estalinista, su lucha común contra el Occidente imperialista y el resentimiento con los revisionistas como el líder soviético Nikita Krushchev y el presidente yugoslavo Tito.
Esta relación amistosa se volvió aun más firme luego de que los albaneses apoyaran una resolución en la Organización de las Naciones Unidas para dar a China la calidad de miembro del foro mundial y de miembro permanente del Consejo de Seguridad.
Pero estos vínculos cambiarían dramáticamente después de que el fallecido líder chino Deng Xiaoping llegara al poder y comenzara una nueva aproximación, más pragmática, a la política.
La ideología fue enterrada en aras de una economía orientada al mercado y la promoción de nuevas alianzas con Occidente y con el resto del mundo.
Las relaciones con Yugoslavia mejoraron después de que Tito hiciera su primera y única visita de estado a China en 1977, marcando la normalización de las relaciones entre los dos partidos comunistas.
Se llegó a un nuevo apogeo de las relaciones bilaterales cuando Milosevic visitó China en noviembre de 1997.
Fue recibido cálidamente por el presidente Jiang Zemin, quien le dijo que China "respeta las opciones del pueblo yugoslavo, aprecia las políticas exterior e interior independientes y admira el idomable espíritu de su pueblo".
La nueva generación post Mao creció mirando películas de la guerra yugoslava, que ahora se exhiben como parte de la campaña política masiva para apoyar a los serbios y condenar a la OTAN.
Los expertos en asuntos exteriores describen los ataques de la OTAN como una nueva forma de "diplomacia de las cañoneras", que fue utilizada por las potencias occidentales en el siglo pasado para forzar a China imperial a abrir sus mercados y a ceder cinco puertos.
Yang atribuyó la crisis a la aspiración de Estados Unidos de mantener su papel como "líder mundial" en el siglo XXI.
"Los países europeos que se unieron a Estados Unidos en los ataques de la OTAN aceptaron sin condiciones su papel como líder mundial", dijo Yang.
A pesar de su vigorosa retórica contra la OTAN y el fuerte apoyo público a Yugoslavia, Beijing se cuidó de no hacer nada para ayudar realmente a las víctimas de la crisis de Kosovo. China no ofreció ninguna ayuda humanitaria a los serbios o a los kosovares de ascendencia albanesa que huyeron a otros países.
Esta restricción contrasta de manera flagrante con el historial de Beijing, que siempre brindó ayuda civil a sus aliados ideológicos en la era de Mao Zedong.
Entre 1956 y 1982, China dio 27.000 millones de dólares en asistencia a Albania, Corea del Norte, Vietnam del Norte y Rumania.
A pesar de las críticas de Beijing a la OTAN y a Occidente, los vínculos para la promoción de los intereses económicos continúan.
El primer ministro ruso Yevgeny Primakov canceló su visita a Estados Unidos cuando su avión estaba por ingresar en espacio aéreo estadounidense para mostrar su desacuerdo con los bombardeos. Pero el primer ministro chino Zhu Rongji siguió adelante con su primera visita a Estados Unidos la semana pasada.
Aunque se esperaba que Kosovo creara más tensión en las ya tirantes relaciones entre China y Estados Unidos, la visita de Zhu estuvo dominada por asuntos mucho más pragmáticos, como el difícil intento del país de unirse a la Organización Mundial de Comercio. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/at/mj/ip/99