Cada mañana, durante los últimos 10 días, Bojana, una adolescente viste sus mejores ropas y se maquilla para unirse a las miles de personas que asisten regularmente a conciertos de rock en la Plaza República en el centro de Belgrado.
Como todos los otros, también se coloca un papel con forma de "blanco" en su chaqueta, como signo de desafío a la ración diaria de bombas que las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) lanzan sobre Yugoslavia desde el 24 de marzo.
Los conciertos se realizan bajo el lema "las canciones nos mantuvieron con vida", una línea de una vieja canción partidista de la segunda guerra mundial.
La canción está viva en la memoria del abuelo de Bojana, un pensionista de 78 años, miembro del movimiento de resistencia contra los nazis durante la ocupación alemana.
Las operaciones de su grupo incluyeron sabotajes a la oficina de correos, estaciones de radio y depósitos de combustible de Belgrado utilizados por los invasores alemanes.
"Esperaba que mis nietos nunca tuvieran que vivir tiempos como este", dijo refiriéndose a la campaña de la OTAN contra Yugoslavia. Es un sentimiento que comparten la mayoría de los abuelos en Serbia y la provincia de Kosovo, donde miles de kosovares de ascendencia albanesa perdieron todo.
La música que Bojana escucha con decenas de miles de personas en la Plaza República no cae estrictamente en la categoría de canciones patrióticas. Es principalmente una selección de las mejores o más populares canciones y baladas, algunas de hace 10-15 años, interpretadas por bandas famosas.
"Los conciertos deberían aliviar nuestra carga de inquietud", dijo Momcilo Bajagic, de 39 años, líder de una de las bandas locales más populares, Bajaga and Instruktori.
"Para mí, como para muchos de mis colegas, es normal estar aquí en esta plaza, con mi gente, cuando uno se siente mal", agregó.
Como muchos otros músicos, Bajaga no está muy inspirado ahora. "Este no es el momento adecuado. No me siento bien como para escribir nada nuevo. Tal vez más adelante".
"Los conciertos son una clase de terapia colectiva", dijo Lukrecija Vranjesevic, una conocida psicóloga de Belgrado.
"Las personas tienen mucho miedo de las bombas, de la incertidumbre. No importa por qué o cómo, sus vidas se transformaron en una pesadilla desde que comenzaron los ataques aéreos. Ahora es bueno estar con otros, en un grupo, para compartir y aliviar los miedos", señaló.
Después del concierto de rock de tres horas, Bojana, como muchos otros, caminará desde la Plaza República hacia la calle Knez Mihajlova, una peatonal en el corazón de Belgrado. Las exposiciones improvisadas de pintores y escultores locales abren a las tres de la tarde.
Estas exposiciones se realizan con el eslogan "alto a la guerra". Los artistas, jóvenes y viejos, muestran su trabajo a los transeúntes en la improvisada "galería" de una cuadra, donde las pinturas simplemente se colocan contra las paredes o escaparates.
"No es algo que haya hecho sólo en las últimas dos semanas, es lo que hacía antes (de la guerra)", dijo Marija Stefanovic, una joven pintora de Belgrado cuyos paisajes de los ríos Sava y Danubio llaman la atención de todos.
"Ahora miro esos puentes. que eran el paisaje habitual, para mí y me pregunto si continuarán siendo la marca de esta ciudad dentro de uno o dos días", agregó.
Dos de los tres puentes del pueblo de Novi Sad, al norte de Serbia, fueron destruidos por la OTAN durante el fin de semana y muchos habitantes de Belgrado temen que varias elegantes construcciones que unen las partes nueva y antigua de la ciudad de dos millones de habitantes sean el próximo blanco.
Más tarde, Bojana y sus amigos pueden elegir entre el teatro, el cine, o uno de los puntos favoritos de los amantes del arte en Belgrado, la Cinotheque (archivo de películas).
Los teatros abren a las cinco de la tarde, y entre los más populares está el Teatro Nacional en la Plaza República.
En lugar de los cinco dólares que costaba antes de la guerra, la entrada cuesta ahora menos de diez centavos de dólar, y el variable repertorio diario es una selección de ópera, ballet o drama.
El teatro está siempre lleno, y el público mira con atención óperas como "Nabucco" o "Aída", piezas de ballet como "La bella durmiente" o una adaptación teatral de la novela "El idiota" de Fedor Dostoievsky.
Según el director de teatro Bozidar Djurdjic, el estreno de su último trabajo "Los persas", una tragedia de Esquilo, se hará el jueves de la manera prevista en el Teatro Nacional.
La tragedia describe una antigua victoria griega sobre los invasores persas.
"Es una mera coincidencia que esta obra se estrene el jueves. Hemos trabajado en ella durante los últimos tres meses", dijo Djurdjic. "Pero es bueno hacerla ahora, en este momento. En esta tragedia, Esquilo muestra la mejor hora de su nación, sin ningún rastro de odio nacional".
Los habitantes de Belgrado también van al cine, donde sólo se exhiben películas nacionales, inclusive las ganadoras de los festivales de Cannes y Venecia "Underground" y "Black Cat, White Cat", ambas de Emir Kusturica.
Muchos fanáticos de la cultura prefieren un poco de encanto y estilo antiguos, por lo que van a la Cinotheque, el archivo de películas más rico del sudeste de Europa.
Allí pueden ver los clásicos mudos del ruso Eisenstein, las comedias de Chaplin, inclusive "El gran dictador", y otras. También se exhibe una variedad de películas populares de los años 70, como "Soldier Blue", "Strawberry Statement", "MASH", "Woodstock" y "Easy Rider".
"Nuestros hijos deben ver las cosas con las que crecimos", dijo Rade Zelenovic, director de la Cinotheque. "Los ayudará a comprender mejor las cosas".
Pero, a las ocho de la noche, hora en la que Belgrado solía comenzar su vida nocturna, la ciudad se vuelve un pueblo fantasma. Las sirenas de advertencia de ataques aéreos se oyen por un minuto y la advertencia se mantiene durante la noche. (FIN/IPS/tra-en/vpz/ak/at-dg/ip-cr/99
