El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, inaugurará una heteródoxa forma de hacer campaña, si este domingo participa más de la mitad del electorado en un referendo sobre la convocatoria a una Asamblea Constituyente y el SI supera el 60 por ciento en las dos preguntas.
El presidente no impulsó una campaña masiva de su alianza en favor del referendo, con cuya convocatoria comenzó el 2 de febrero su gobierno, pese a que la Asamblea es su gran bandera política y que si no recibe un neto respaldo, se registrará como un debilitamiento de su liderazgo y del proceso constituyente.
En la práctica la manera de movilizar a los electores a favor del referendo que utilizó Chávez fue "el agitar la calle" este mes con una abierta confrontación con el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, como exponentes del "viejo regimen" que obstruye "la revolución pacífica y democrática" que propugna.
El instrumento de la agitación fue el rechazo de la primera versión de la ley mediante la cual el parlamento le concedió poderes especiales para enfrentar la crisis económica, que le permitió presentarse como "víctima" de la institución que concentra el rechazo de los venezolanos, según los sondeos.
Con ese batalla, Chávez triunfó en obtener, el jueves, poderes mucho más amplios y cohesionó a sus partidarios en torno al referendo. Pero también agrupó en su contra, en una sociedad muy dividida en torno a su presidencia, a sus opositores políticos, los formadores de opinión y los miembros de las clases más altas.
Ni un sólo cartel evidenció la existencia de una campaña comicial en Venezuela, mientras en la prensa y en la televisión los únicos anuncios son del Consejo Nacional Electoral (CNE), llamando a votar y explicando los mecanismos de votación.
Analistas independientes coincidieron este sábado en que Chávez "sobreestimó su liderazgo" y el peso del contundente respaldo que diferentes sondeos de opinión de marzo y abril muestran hacia su gobierno, superior al 80 por ciento.
La oposición política y los formadores de opinión apuestan a una alta abstención y a que el NO triunfe o tenga un porcentaje importante en la segunda pregunta, la que define las bases para elegir a los constituyentistas y los limites de la Asamblea.
En las elecciones presidenciales de diciembre la abstención superó el 35 por ciento y se elevó en 10 puntos más en los comicios regionales y legislativos de noviembre, cuando el electorado estaba altamente motivado, ya que se decidía un cambio de regimen y no sólo un recambio en los poderes.
Chávez, por su parte, obtuvó 56 por ciento de votos, así que los analistas fijan que habrá un neto triunfo de la propuesta de la Asamblea si la concurrencia a las urnas supera la mitad de los electores y si la segunda pregunta es aceptada por un monto similar o superior al que votó al presidente.
La primera pregunta demanda la opinión sobre una Asamblea destinada "a transformar el Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico que permita el funcionamiento efectivo de una democracia social y participativa".
La segunda pide la aprobación de las nueve bases comiciales, que fijan que la Asamblea se elegirá en junio, durará seis meses, su resultado se someterá a otro referendo, contará con 131 miembros -tres de ellos indígenas- y tendrá como límites los valores republicanos, los acuerdos y tratados internacionales, el respeto a los derechos humanos y las garantías democráticas.
La Corte Suprema de Justicia impuso que se eliminase de las bases el carácter originario de la Asamblea, lo que significa que no podrá tener poderes plenipotenciarios y disolver los poderes públicos mientras funcione, aunque sí será posible que esos poderes sean reelegidos en cuanto rija la nueva Constitución.
Pero esas bases no aparecen en la boleta de votación, que sólo pide el pronunciarse sobre las propuestas por el gobierno y revisadas por el CNE. El presidente del organismo, Andrés Caleca, argumentó que su inclusión era "inmanejable" en una boleta.
El periodista Manuel Malaver, uno de los muchos comentaristas que hace campaña por el NO parcial o total en los medios de comunicación, comentó este sábado que éstos debieron asumir el liderazgo opositor, ante la debilidad de la oposición partidista.
Marta Colomina, acerrima opositora a Chávez, teorizó el viernes en uno de sus programas radiales sobre la importancia del "voto pensante o calificado" y su valor distinto al "voto emotivo" de la mayoría pobre que respalda al presidente, en una expresión de lo que expertos definen como "creciente clasismo".
Los partidos tradicionales, a los que Chávez desalojó del poder tras 41 años de democracia, con el apoyo de las capas más desposeidas y resentidas de un país donde 80 por ciento de la población sobrevive en pobreza, no han hecho campaña abierta contra la propuesta presidencial.
En las elecciones presidenciales de diciembre, 95 por ciento de la población votó por ofertas de cambio ajenas a los políticos tradicionales, y el principal contrincante de Chávez fue el centroderechista ex gobernador Henrique Salas, con 39 por ciento.
Cerca de 70 por ciento de los venezolanos aprueban que la Asamblea sea la fórmula para promover la transformación política de Venezuela, ante el agotamiento del modelo de partidos, en medio de la corrupción, el clientelismo y el brutal hundimiento de las condiciones de vida.
Pero el sector contrario a Chávez desconfía de su propuesta, que percibe como un intento de instaurar un regimen autocrático, para unos de derecha y para otros de izquierda, y de legalizar su reelección, lo que la actual Constitución impide.
Esa percepción se nutre en el hecho de que Chávez es un teniente coronel retirado de 44 años, que hace siete intentó tomar el poder por las armas, y logró su objetivo en forma demorática, al frente de una alianza de casi toda la izquierda y antiguos oficiales golpistas.
La campaña contra la Asamblea se ha producido en el plano jurídico, con unas 15 impugnaciones ante la Corte contra el decreto con que Chávez convocó al referendo.
La consulta pasó esas pruebas, pero la cúpula judicial prefijó que los constituyentes no podrán disolver los poderes instituidos, mientras redactan la nueva Carta Magna, al contrario de la propuesta de Chávez, que ha hecho de la posibilidad de la disolución del Congreso y la Corte una amenazante bandera.
El CNE prorrogó hasta la medianoche del sábado la anómala campaña, ante la gran confusión sobre los alcances de las bases comiciales, que por ejemplo ha llevado a los inmigrantes nacionalizados y a los menores de 21 años a creer que no pueden votar, cuando la restricción es para ser elegidos en la Asamblea.
El CNE falló en difundirlas con las correcciones impuestas por la Corte y el propio organismo, y los prometidos encartes en los medios escritos no llegaron a difundirse este sábado por errores en sus textos, que directivos del organismo adjudicaron a funcionarios que pertenecen a partidos tradicionales. (Fin/IPS/eg/ip/99