La violencia en Timor Oriental se acentuó esta semana, al mismo tiempo que en Australia se celebraba una conferencia sobre el futuro del país.
Durante el encuentro, organizado entre el lunes y el viernes por el Consejo Nacional de Resistencia de Timor Oriental (CNRT), varios de los 250 participantes fueron informados de la muerte de algún familiar o amigo.
Timor Oriental es una ex colonia portuguesa que en 1975, al retirarse la potencia colonial, fue invadida por el ejército de Indonesia. En 1976, Yakarta anexó a la isla como una de sus provincias.
En los últimos meses, la Organización de las Naciones Unidas propuso realizar y supervisar un referéndum en la isla para que los timorenses decidan sobre su futuro, luego de que Indonesia anunciara su voluntad de dotar de amplia autonomía a Timor Oriental.
"Timor Oriental vive una situación anárquica. No se sabe quién manda", declaró el doctor Sergio Lobo, el único cirujano de la isla.
"El problema principal ahora es saber quién se hace cargo de la ley y el orden en Timor Oriental", sostuvo Agio Pereira, un alto representante del Consejo Nacional de Resistencia de Timor Oriental (CNRT).
"La Iglesia católica, la protestante y la sociedad timorense están tratando de controlar la situación, pero los militares de Indonesia intentan por su lado destruir toda posible estabilidad", señaló.
Esta semana fueron decenas los muertos y los heridos. El líder de la resistencia, Xanana Gusmao, autorizó a las fuerzas de su sector a hacer todo lo necesario para defenderse de los ataques de los milicianos respaldados por Yakarta.
Diecisiete personas fueron muertas el lunes cuando las milicias antiindependentistas dispararon contra civiles en la localidad de Mauboke, al oeste de la capital.
En la noche del martes, atacaron a una iglesia en Liquica con granadas de mano. Allí se ocultaban 2.000 personas, de las cuales 40 murieron. Pereira anunció este viernes que había 100 desaparecidos luego del ataque.
La declaración de Gusmao tuvo respaldo del moderado obispo timorense Carlos Belo, ganador del Premio Nobel de la Paz.
"Junto con esta escalada militar, el gobierno de Indonesia frustró los escasos intentos de brindar ayuda humanitaria a la isla, bloqueando los envíos por barco y rechazando los ofrecimientos de ayuda para los timorenses", agregó Lobo.
"Parece que las autoridades de Indonesia hacen de la ayuda humanitaria un arma para obligar a la gente a aceptar la autonomía. Nosotros creemos que es absolutamente inaceptable que se usen cuestiones humanitarias de este modo", dijo.
Los funcionarios de aduana de la capital retuvieron por más de una semana la entrega de más de 40 toneladas de medicamentos donados por Australia, lo cual causó inquietud porque muchos por la salud de numerosos timorenses.
"Desde hace dos semanas, alguien firma los papeles para sacar los medicamentos de la aduana, pero aún no hemos obtenido ningún resultado. Si no conseguimos ayuda del exterior, ocurrirá un gran desastre", advirtió Lobo.
Agio declaró que la conferencia de CNRT apoyó el llamado a defenderse de Gusmao, que dirige el Congreso.
Gusmao pidió por su lado a las Naciones Unidas y los gobiernos del mundo que ejerzan "una presión firme y continua" sobre Indonesia.
Agio confirmó, además, que el obispo Belo discutiría el ataque de Liquica con funcionarios del Vaticano. "El ataque a una iglesia es una violación del derecho de los católicos a operar en Timor Oriental", indicó.
Participantes de la reunión de la CNRT que habían decidido volver a Timor Oriental expresaron temor debido a las amenazas de las milicias integracionistas, cuyo blanco son los líderes de la resistencia.
"Sabemos que los militares indonesios apuntan ahora hacia las personas que se considera son importantes propulsores de la independencia, sobre todo en Dili", observó Pereira.
Los timorenses reunidos en Melbourne eran profesionales, académicos y políticos que viven no sólo en Timor Oriental sino también en países como Portugal, Mozambique, Estados Unidos, Australia y Timor Oriental.
El objetivo del encuentro era elaborar proyectos para el futuro independiente de la isla, y los temas abarcaban desde salud hasta economía.
Los timorenses anunciaron que ya trazaron planes "para el período de transición que se avecina", para establecer instituciones y programas para el nuevo estado independiente, y también proyectos de "largo alcance", objetivos y estrategias de desarrollo.
"Las discusiones fueron muy buenas, pero muy preliminares. Pasará un buen tiempo antes de que algo se concrete", comentó un observador extranjero.
"Simplemente no tuvimos tiempo para examinar en detalle todo lo que hacía falta", agregó Fernanda Borjes, una experta en bancos.
Una de las propuestas concretas que surgieron en el encuentro fue la recomendación a la CNRT de crear un organismo económico que incluya especialistas timorenses y extranjeros.
Su función sería asesorar en cuestiones bancarias, industriales, coordinar la ayuda y establecer relaciones con instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
La posibilidad de llevar a cabo estos y otros planes está en duda ahora a causa de la violencia que se vive en la isla.
Los observadores temen que la situación atente contra todo intento de realizar una transición pacífica hacia la independencia, o que complique la votación futura sobre el estatuto de la isla.
"La violencia es el único obstáculo que se interpone para obtener la paz y la democracia", declaró Pereira.
Los últimos hechos en Timor Oriental revelaron que los militares de Indonesia no quieren entregar el poder, luego del colapso del régimen del dictador Ali Suharto en mayo de 1998, indicó el australiano Gerry Van Klinken, especialista en temas de Indonesia.
"No puedo aceptar la idea de que lo que ocurre en Timor Oriental es responsabilidad de los 'elementos criminales' que integran el ejército de Indonesia. Los milicianos integracionistas tienen el apoyo directo de los más altos mandos de Yakarta", declaró.
"Los militares están recuperando su antigua autoconfianza. Siempre actuaron, tanto en Indonesia como en otras partes, como si la comunidad internacional no existiera. Ahora creen que pueden usar sus tácticas paramilitares con total impunidad", explicó.
"Si la comunidad internacional hubiese respondido en forma adecuada hace dos meses, o incluso hace dos semanas, esto no habría sucedido", se quejó Pereira.
"El ejército de Indonesia nunca se preocupó de justificar sus actos, a menos que la comunidad internacional actuara de manera firme y coordinada", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/awn/js/ceb-dg/ip- hd/99