SURINAME: Líder rebelde convertido en político espera su destino

Ronnie Brunswijk habría recibido millones de dólares en donaciones "humanitarias" para financiar una guerra de guerrillas de cinco años, dirigida a desestabilizar la administración del ex dictador militar Desi Bouterse.

Brunswijk fue amnistiado por crímenes cometidos durante una guerra que costó la vida de más de 500 personas, forzó a otras miles a exiliarse y arruinó la economía del interior del país.

Hoy, el ex guerrillero debe esperar que una corte de apelaciones holandesa decida si ratifica una condena a ocho años de prisión en su contra o lo libera.

Brunswijk fue condenado por supuesto tráfico de cocaína hacia Holanda desde su base en Moengo, un distrito minero de oro y bauxita ubicado cerca de la frontera con Guyana Francesa.

Bouterse, que fue despedido de su puesto como consejero del presidente Jules Wijdenbosch, enfrenta cargos similares.

Para muchos opositores de Bouterse, Brunswijk era el hombre indicado para cargar con las culpas por su retórica contra La Haya y su participación en el golpe de estado de 1980 contra la administación electa de Henk Aaron y en la ejecución de 15 personas (incluidos periodistas y sindicalistas) en 1982.

En esa época, Brunswijk, un orgulloso "bushnegro" (descendiente de esclavos fugitivos), era guardaespaldas de confianza de Bouterse, hasta que se separaron a mediados de la década de 1980 por razones todavía desconocidas.

Brunswijk regresó a Moengo en 1986 y creó un ejército rebelde.

Los observadores afirman que las autoridades de Guyana Francesa hicieron la vista gorda respecto de los guerrilleros bushnegros, que utilizaban los pueblos de la frontera como base para lanzar sus ataques sorpresa.

El ejército vio seriamente deteriorada su imagen cuando ejecutó a más de 50 personas, la mayoría ancianos, mujeres y niños del poblado de Moiwana, por supuesta cooperación con los rebeldes.

Esa acción ayudó a acelerar el fin de la guerra, tras la celebración de una tregua con mediación de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Sin embargo, el esperado desarme masivo de los rebeldes no se produjo.

"Peleamos en una guerra por la justicia y los derechos humanos, pero hoy no volveré a tomar las armas en nombre de los bushnegro, ya que ahora soy un rico empresario con deseos de llegar al parlamento", dijo Brunswijk en una entrevista otorgada en su residencia en Moengo.

Las autoridades holandesas afirman que Brunswijk se enriqueció con el tráfico de cocaína hacia ese país europeo.

El ex líder rebelde convertido en magnate del oro y la madera dijo que guardó gran parte de las donaciones que recibió para luchar contra el gobierno para cuando la guerra terminara, como sabía que sucedería algún día.

Es así como hoy posee una casa en Moengo, una mina que produce cuatro kilos de oro al mes, una concesión de 6.000 hectáreas de árboles desde donde exporta troncos a Holanda y México, dos motos acuáticas, dos antenas parabólicas, varios vehículos, inclusive un BMW, y muchos otros bienes.

Su casa en la cima de una colina, comprada a Suralco, la subsidiaria local de la Aluminium Corporation of America, está protegida por cámaras de seguridad, una casilla de guardia como las de las cárceles y altísimos portones.

Diez de sus hijos, de diferentes uniones, viven con él y con su esposa en Moengo. Algunos de sus trabajadores afirman que tiene varios otros hijos, cosa que Brunswijk no niega.

Mientras espera su destino, Brunswijk es prisionero en su país. Sus abogados en La Haya presentaron una apelación, pero él afirmó que está preparado para cualquier cosa.

"Si no gano la apelación, iré a Holanda y cumpliré mi condena", dijo Brunswijk, que vestía un traje sin mangas de Versace y emitía órdenes a ex guerrilleros que ahora lo ayudan a dirigir su imperio comercial. "Uno no puede escapar de la ley", agregó.

"En el apogeo de la guerra comandé a 2.000 hombres, 600 de tiempo completo. Podría haber ido a cualquier pueblo de negros y pedido hombres, ya que venían voluntariamente", declaró.

"Teníamos mucho dinero de ayudas provenientes de Holanda, con gran parte del cual me quedé. Todo lo que hago es legal. No soy rico debido a la cocaína", dijo mostrando una de las 70 cadenas de oro de 22 quilates que posee, e interrumpiendo la entrevista para dar órdenes a un grupo de mineros.

Brunswijk lidera ABOP, un partido bushnegro que se presentó sin éxito a las elecciones de mayo de 1996, y dijo que planea postularse a las próximas elecciones del año 2001.

"Soy el líder de los negros y espero ganar por lo menos tres bancas", dijo.

El activista por los derechos humanos Jan Van Ewijk comentó dijo que no hay pruebas que relacionen al ex rebelde con la cocaína.

Está claro que Brunswijk ya no es útil para los holandeses, agregó.

"Adquirió cierto poder con los años. No creo que cumpla ninguna condena de prisión, ya que ahora es un político y simplemente está diciendo las cosas adecuadas", afirmó.

Pero sostuvo que la suerte de Brunswijk se está acabando, porque las exportaciones de oro y de madera están pasando por tiempos difíciles y ya no le será tan fácil seguir comprando influencias en los distritos orientales. (FIN/IPS/tra-en/bw/cb/at-dg/ip/99

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