SOMALIA: Barcos intrusos amenazan subsistencia de pescadores

Comunidades costeras de Somalia, que viven de la pesca, pidieron ayuda para mantener fuera de las aguas territoriales del país a barcos intrusos, que realizan actividades pesqueras ilegales y amenazan su subsistencia.

"La comunidad internacional, que ha gastado mucho dinero en ayuda alimentaria y proyectos sociales en el país desde 1991, debe evitar que los recursos naturales caigan en manos de unos pocos ricos", dijo Ibrahim Aware, del Proyecto de Administración de los Recursos Marinos (PARM).

"Este es también un momento crítico para apoyar la integración de la población con su medio ambiente", agregó.

La pesca ilegal a lo largo de la costa somalí aumentó después de la desintegración del país en zonas dominadas por clanes, tras el derrocamiento del presidente Siad Barre en 1991.

Aprovechando la falta de un gobierno central, las embarcaciones extranjeras usan métodos de pesca prohibidos como las redes de arrastre y las cargas de dinamita, destruyendo los arrecifes de coral y el hábitat de langostas y otros animales marinos.

Como resultado, hasta las pequeñas langostas hembras son exterminadas indiscriminadamente durante su ciclo reproductivo, algo que era ilegal antes de la guerra civil de 1991.

Durante el día los barcos extranjeros no están a la vista, pero por la noche se acercan a la costa y aplican sus técnicas de pesca depredadoras, que reducen las capturas de la población local y dañan sus redes y trampas. Por las mañanas, cientos de peces muertos flotan junto a la costa, relató Aware.

Los barcos intrusos tampoco acatan las leyes que regulan las dos temporadas de pesca en Somalia. Tradicionalmente, la pesca en gran escala, con redes, tiene lugar entre septiembre y abril. En la estación más cálida, entre mayo y agosto, los pescadores sólo usan anzuelos, para dar tiempo a la reproducción de los peces.

Abdulahi Warsame, que trabaja para Formación y Promoción Oceánica, una compañía local, aseguró que más de 200 embarcaciones extranjeras han venido pescando ilegalmente desde 1991 a lo largo de los 3.300 kilómetros de costa somalí.

Los culpables, sobre todo procedentes de Corea, España, India, Italia, Japón, Pakistán y Yemen, obtienen abultadas ganancias, según datos proporcionados a IPS por el PARM.

Según Yassin Saleh, integrante de esa institución, en promedio cada barco extrae, en unos 75 días de actividad, alrededor de 420 toneladas de pesca, por valor de aproximadamente 6,3 millones de dólares.

Para estimar las pérdidas multimillonarias que causa esta actividad ilegal a las comunidades somalíes, es preciso contabilizar también los daños vinculados con la pérdida de empleos y la degradación ambiental.

Samatar Yassin, un pescador que ha ganado aproximadamente 150 dólares por mes durante los últimos diez años, teme perder sus escasos ingresos si no se toman medidas contra los barcos intrusos.

El mes pasado, los daños causados por la pesca ilegal de los extranjeros hicieron que Yassin perdiera cuatro redes que valían 100 dólares cada una.

"El mar es mi único medio de subsistencia, no tengo otro recurso, pero los barcos son demasiado grandes y nosotros somos minúsculos", lamentó el pescador.

Yassin aseguró que, desde que las embarcaciones foráneas comenzaron a operar en aguas territoriales somalíes, apenas logra capturas suficientes para alimentar a su familia en dos de cada tres temporadas de pesca. "A veces no pesco nada", añadió.

Noor Mohammed, de 50 años, tiene 30 de experiencia como pescador en las aguas de Bossaso, en la costa norte sobre el Mar Rojo, también dijo que ahora hay menos capturas porque los barcos extranjeros destruyeron gran parte de los arrecifes de coral que son la fuente de alimentación de los peces.

Los recursos marinos de Somalia figuran entre los más ricos del mundo. Su explotación es la segunda industria del país, después de la agricultura, y la cuarta fuente de ingreso de divisas extranjeras, después de la ganadería, el cultivo del ganado y la producción de incienso.

Entre 1997 y 1998, sólo el pequeño puerto de Bossaso exportó peces y otros productos pesqueros, como langostas y aletas de tiburón, por valor de 7,5 millones de dólares.

Para detener la pesca ilegal, los pescadores locales, provistos de armas automáticas, han formado un grupo de vigilancia para controlar su costa. Cuando capturan a una embarcación ilegal, obligan a su tripulación a pagar una multa.

Hace dos semanas, dos embarcaciones fueron apresadas en Eyl, sobre el Golfo de Aden, donde el Mar Rojo se une con el Océano Indico. Uno de los barcos, que pertenece a una compañía ucraniana, fue capturado con 17 tripulantes, uno de ellos somalí.

El segundo, capturado frente a la aldea costera de Gaba, pertenecía a una empresa pesquera de Taiwan. Tenia 31 personas a bordo, la mayoría de ellas provenientes de India, Tanzania, Taiwan y Uganda.

Si bien los "vigilantes" disponen de embarcaciones a motor donadas por organizaciones no gubernamentales, muchas veces no pueden competir con los "piratas", que además están fuertemente armados.

Hace dos semanas, un par de barcas no retornaron, y Warsame teme que los ocho pescadores que iban en ellas hayan sido víctimas de un enfrentamiento con los intrusos.

"Algunas veces los barcos extranjeros están protegidos por influyentes figuras locales, que no permiten que nos acerquemos a ellos", explicó.

El océano no es el único recurso somalí saqueado por la ambición de quienes aprovechan la ausencia de un gobierno central. Dentro de la ciudad de Kismayu y en torno a ella, cientos de hectáreas de bosques son taladas diariamente para hacer carbón de leña que luego es exportado a Medio Oriente. (FIN/IPS/tra- en/ja/mn/ego/mp/en/99

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe