PUERTO RICO: Agricultores luchan contra invasión urbana

Los residentes y los agricultores del Valle de Lajas, en el sudoeste de Puerto Rico, pusieron límites al avance de los centros comerciales y los barrios residenciales hacia sus tierras.

Organizados en el Frente Unido pro Defensa del Valle de Lajas, anbos sectores consideraron que la propuesta de la corporación Altavista de construir 424 casas de hormigón en un terrreno de 23 hectáreas situado en el medio del valle fue la gota que desbordó el vaso.

El Valle de Lajas tiene una extensión de 32 kilómetros, atraviesa varias municipalidades, y es considerado el granero de Puerto Rico debido a la extraordinaria fertilidad de sus suelos y su gran capacidad de uso agrícola.

Las granjas de la región producen arroz, arvejas, banano, berenjenas, heno, pimientos, pomelos y sandías. Además, hay cría de ganado vacuno y porcino, y acuicultura.

El valle tiene un sistema de irrigación, construido entre 1948 y 1961, que consiste en media docena de depósitos de agua ubicados en la lluviosa Cordillera Central y docenas de kilómetros de túneles y canales por los que pasa el agua.

La Marina de Estados Unidos proyectó erigir un sistema de radar en el valle a mediados de esta década, pero los agricultores de la zona, ambientalistas, grupos de paz, organizaciones de izquierda y el movimiento independentista se opusieron.

Unos 60.000 manifestantes marcharon por las calles de San Juan en octubre de 1995 exigiendo la anulación del proyecto, objetivo que finalmente lograron.

Sin embargo, la extensión urbana se convirtió en un nuevo enemigo para el valle, quizá tan peligroso como aquel radar.

Los agricultores locales y los ambientalistas temen que la expansión descontrolada de las zonas suburbanas y de los grandes centros comerciales destruya al sector agrícola.

Puerto Rico perdió más de 31 por ciento de sus tierras cultivables en los últimos 25 años, según informó el Departamento de Agricultura.

El Frente Unido tiene el apoyo de la asamblea local de Lajas, que en marzo aprobó por unanimidad una resolución contra los usos no agrícolas de las tierras cultivables del valle.

Sin embargo, la Junta de Planificación de Puerto Rico entregó los permisos necesarios a Altavista para que realice su proyecto.

El Frente alegó que la Junta va contra su propia política al favorecer a Altavista, llevó el asunto ante un tribunal de justicia y pudo detener el proyecto, pero el Tribunal de Apelaciones falló luego en favor de la empresa.

"No sabemos qué sucedió. No podemos permitir que nuestras tierras cultivadas sean utilizadas para otros fines", sostuvo Marcos "Turín" Irizarry, el gobernador de Lajas.

La zona elegida para desarrollar el proyecto de viviendas está ubicada cerca de un riachuelo que, según los residentes, se inunda cuando llueve mucho. Temen que la construcción de las casas resulte una catástrofe para el curso de agua.

"La gente se ahogará si se construye un barrio allí. Cuando riego mis campos no puedo ni caminar por ellos", dijo el residente Raúl Diodonet.

" Cuando la tormenta tropical Eloísa azotó la región en los años 70, el nivel de agua aumentó tanto que mi esposa y yo casi nos ahogamos", relató.

"Esas casas actuarán como un dique y terminarán causando un desastre. Aquí hay inundaciones que, cada cinco años más o menos, inutilizan las carreteras", advirtió a su vez el portavoz del Frente, Luis Fernando Ortiz.

Las aguas residuales también serán un problema, señalan los opositores al proyecto.

"Los desagües de aguas residuales de esas residencias no estarán conectados con la planta de tratamiento porque ésta no tiene más capacidad", advirtió el ex gobernador de Lajas José "Ramito" Rivera.

Los agricultores del Valle de Lajas señalaron que el impacto de la urbanización no se limitará al lugar donde se construyan las viviendas. Los residentes de los nuevos barrios se quejan por los ruidos provenientes de las granjas, los olores de vacas, pollos y cerdos, y la fumigación con agroquímicos.

"Los criaderos de cerdos existen desde hace 50 años y tienen que cerrar ahora porque sus nuevos vecinos les hacen juicios", destacó Ortiz.

"Construir un barrio residencial cerca de un campo fumigado con pesticidas desde aviones es problemático porque esos químicos viajan muchos kilómetros gracias al viento", explicó Belford Ramírez, un agricultor de la zona.

"Este es el momento de actuar. Invertiremos todas nuestras energías en proteger las tierras fértiles del país", anunció el Frente en un comunicado de prensa. (FIN/IPS/tra-en/cr/cb/ceb-dg/pr- if/99

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