Unas 140 empresas grandes y medianas de Argentina, Brasil y Uruguay han pasado en el último año a propiedad de capitales de fuera del Mercado Común del Sur (Mercosur).
La mayor parte de esas firmas son de primera línea en cada uno de sus ramos. Los capitales invertidos en ellas totalizan unos 20.000 millones de dólares, suma equivalente al producto bruto interno de Uruguay.
Bancos, telecomunicaciones, supermercados, cementerios privados, petróleo, bebidas, alimentos, medios de comunicación, publicidad, semillas, minería, medicina, construcción: nada parece quedar fuera del interés de los capitales extranjeros.
Este proceso se pudo detallar a partir de datos recogidos de publicaciones como la revista América Economía, editada en Chile, los diarios argentinos Clarín, Ambito Financiero y El Cronista Comercial, y el semanario Brecha de Montevideo.
En 1998 fueron vendidas 76 empresas en Brasil. Estados Unidos lidera ampliamente ese proceso de transnacionalización, con la compra de 30 firmas. Le siguen Francia, con 10, y Alemania, con seis.
Si se suman las compañías compradas en Brasil por capitales cuyo origen es la Unión Europea, este bloque supera cómodamente a Estados Unidos, al alcanzar 35 empresas. Portugal (con cinco inversiones) encabeza la lista, seguido por Bélgica, Italia, Gran Bretaña, España, Dinamarca y Holanda.
Capitales canadienses, por su parte, adquirieron tres empresas brasileñas, mientras que México (cinco) y Chile (sólo una) son los únicos países de América del Sur que invirtieron en compañías brasileñas en 1998.
La situación es bastante similar en Argentina, donde el año pasado fueron vendidas 55 firmas, 21 de las cuales fueron adquiridas por capitales estadounidenses.
La banca, el petróleo y la electricidad son algunos de los rubros en los que se invirtieron capitales de Estados Unidos. Tampoco quedaron al margen los cuatro principales cementerios privados argentinos, que fueron comprados por una sola firma, la Service Corporation International.
España se ubica en segundo lugar, con nueve adquisiciones de firmas del país rioplatense, seguida por Francia, con siete.
Sumadas todas las operaciones correspondientes a la UE, las empresas "europeizadas" en Argentina en 1998 alcanzan a 31, superando largamente a las realizadas por los estadounidenses.
México, Australia y Canadá son los otros orígenes de los capitales invertidos en compras de empresas en ese país el año pasado.
En Uruguay, mientras tanto, nueve empresas nacionales fueron adquiridas por capitales extranjeros el año pasado.
Formalmente, las inversiones argentinas lideran ese proceso con cuatro de esas compras. Sin embargo, tres de esas operaciones fueron efectuadas por el grupo Exxel, conformado por fondos estadounidenses en su mayoría.
Otras tres compañías de las nueve negociadas en Uruguay fueron compradas también por capitales estadounidenses, una por franceses y la restante por alemanes.
El informe de Brecha puntualiza que en la reseña no se tienen en cuenta las concesiones de obras públicas, señaladas como el método utilizado por el actual gobierno de Julio María Sanguinetti para privatizar o vender indirectamente numerosos servicios estatales.
Entre otros, el semanario cita los servicios de tierra en el aeropuerto internacional de Carrasco, en Montevideo, servicios de agua corriente y saneamiento al este de esa capital y la ruta principal que la une con los balnearios de la costa este de Uruguay, receptores de gran cantidad de turistas argentinos.
La fuerte inversión de capitales extranjeros en la adquisición de cadenas tradicionales de supermercados y su rápida expansión, así como la apertura de otros nuevos, ha porvocado una fuerte crisis en el tradicional sector minorista uruguayo.
Las asociaciones de pequeños comerciantes denunciaron que por cada empleo que generan los super e hipermercados el sector pierde seis puestos de trabajo.
También destacan la imposibilidad de competir en precios con esas grandes empresas que logran mejores condiciones de sus proveedores.
Sectores sindicales manifestaron, a su vez, preocupación por el hecho de que el ingreso de los capitales extranjeros al país viene de la mano con la modificación de los sistemas y contratos de trabajo.
Las firmas extranjeras que se instalan en Uruguay y en el resto del Mercosur suelen exigir mayor productividad por salarios menores y el abandono por parte de los trabajadores de sus antiguos derechos laborales, afirman dirigentes laborales. (FIN/IPS/dg/dm/if/99