Negociadores de Argentina y Brasil se reunirán este domingo en Brasilia para tratar los asuntos más conflictivos de la agenda del Mercosur, pero el ambiente previo a la reunión no preanuncia una tormenta.
Con una cena en un restaurante en la noche del domingo, los cancilleres y otros funcionarios de ambos países inaugurarán una reunión de dos días cuyo orden del día fue negociado sin estridencias el día 16 en un campo de golf de Buenos Aires.
Pese a cierta expectativa de choques por puntos pendientes que resultan conflictivos y por el ciclo recesivo que atraviesan los dos países, en los preparativos de la reunión no hay ruido de sables sino voluntad de avanzar en la integración.
Funcionarios de las cancillerías, los ministerios de Industria y embajadores negociarán cuestiones difíciles y específicas como el azúcar, el régimen automotor común, el acero y los términos de acuerdos externos con la Unión Europea y países andinos.
En la cita, presidida por el canciller argentino Guido Di Tella y su par brasileño Luiz Lampreia, se discutirán las últimas decisiones unilaterales de Brasil, el socio mayor del bloque, de rebajar aranceles extrazona y de negociar solo con la Comunidad Andina, y no en conjunto con sus aliados.
Las discusiones de Brasil con los países de la Comunidad Andina para la creación de un área de libre comercio comenzaron esta misma semana. Brasil justificó la avanzada en su cercanía con la región y en cierto desinterés manifestado por Argentina, que no envió delegados a la última reunión de negociadores.
Argentina presentará una protesta formal por estos pasos en solitario y defenderá su decisión de impugnar importaciones de chapa laminada en caliente tras una demorada investigación reclamada por la industria local por sospechas de comercio desleal.
Como señal de buena voluntad, los argentinos se presentarán a su vez a la reunión con un compromiso recién cumplido. Hace pocos días resolvieron bajar 10 por ciento el arancel de importación del azúcar, uno de los asuntos conflictivos del bloque.
Los productores argentinos creen que Brasil subsidia la producción azucarera a través de su programa Proalcol, que produce combustible en base a la caña, y por eso se niegan a aceptar que ese producto ingrese sin pagar un alto arancel.
Pero en los últimos días, los ingenios argentinos perdieron una batalla. A pesar de la sanción de una ley que protege a esta industria en Argentina hasta tanto exista el programa Proalcol, el arancel para el azúcar procedente de Brasil, que era fijo, se rebajó.
"Nos parece muy bien que el gobierno argentino haya decidido llevar adelante ese compromiso asumido en Río de Janeiro en diciembre", subrayó Lampreia, minimizando el gesto del gobierno argentino previo a la reunión.
El ministro confió en que "el clima de la reunión será muy positivo, de mucha seriedad y mucho entendimiento", todas actitudes necesarias en momentos en que los dos países se enfrentan a una evolución desfavorable de la actividad económica.
Pese a la aparente calma que reina en Brasil hace algunas semanas tras las turbulencias financieras que comenzaron en enero, el informe Panorama Económico Mundial que elabora el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó esta semana que la actividad caerá casi cuatro por ciento este año.
El mismo informe indicó que Argentina, que coloca un tercio de sus exportaciones en Brasil, es uno de los países de la región que se muestra más golpeado este año por la devaluación de la moneda brasileña.
Panorama Económico Mundial señaló que la contracción será de 1,5 por ciento del producto interno bruto en Argentina. Las exportaciones están cayendo desde el segundo semestre de 1998, el mercado interno está estancado y la peor crisis recayó sobre la industria automotriz.
Este sector, que fue la estrella de la integración del bloque al atraer gran cantidad de inversiones multinacionales, está afectado por una fuerte caída de las ventas al exterior, un fenómeno que repercutió en los niveles de producción y en el empleo.
Entre enero y marzo, la producción argentina de automóviles cayó a la mitad y las ventas al exterior se redujeron 60 por ciento. Cuando termine 1999 y comience a regir un régimen común para el bloque, la producción local habrá caído 30 por ciento.
El nuevo régimen debería establecer el libre comercio entre los países socios del Mercosur con un arancel externo común que no supere 35 por ciento para los ingresos de extrazona. Pero las condiciones obligaron a posponer estas exigencias.
El nuevo acuerdo, que discutirán los dos socios mayores del bloque en Brasilia, fija un esquema transitorio hasta el 2004 tanto para las terminales como para los autopartistas.
Los productores locales no creen que sea un buen momento para negociar un convenio automotriz. Ford y Volkswagen, que se radicaron en Argentina para fabricar modeles específicos, están demorando los proyectos a la espera de que aclare el panorama.
Otras, como Fiat, directamente trasladaron la producción de modelos a Brasil luego de la devaluación, lo cual representó una rebaja de entre 25 y 30 por ciento en los costos de fabricación. (FIN/IPS/mv/mj/if/99