Las empresas japonesas están en pleno proceso de reducción de gastos, y sus empleados aceptan trabajar más horas a cambio de aumentos mínimos, o incluso aunque sus salarios se reduzcan, con tal de conservar el empleo.
Hiroshi Mita, de 50 años, piensa que no fue despedido, como sí lo fueron muchos otros mandos medios de la compañía en que trabaja, porque es un ingeniero especializado en tecnología. Pero no quiere correr ningún riesgo de perder su trabajo.
Las horas extra son parte de la rutina del trabajo en Japón, y Mita trabaja ahora más horas que nunca en la compañía electrónica en la que pasó más de la mitad de su vida.
El ingeniero no se queja de que no le paguen las horas extra, y se consuela pensando: "Parece que sobreviviré a la drástica reestructura de la empresa".
Mita no es el único empleado japonés que utiliza esas tácticas para cuidar su empleo.
Durante el período de negociación colectiva de contratos laborales correspondiente a 1999, sindicatos que representan a más de tres millones de trabajadores acordaron con sus empleadores el menor aumento salarial de los últimos dos años (2,16 por ciento, tras pedir inicialmente tres por ciento).
Tadashisa Oyanagi, representante del sindicato de trabajadores metalúrgicos, que cuenta con 300.000 afiliados, explicó que los trabajadores comprenden que las compañías están en una situación muy difícil, debido a la peor recesión desde la posguerra.
"La situación es tan mala que no podemos esperar nada mejor. Por lo tanto, no presionamos demasiado por aumentos salariales, sino que negociamos tratando de trabajar todos juntos para que la compañía mejore", declaró.
Los expertos en relaciones laborales señalan que el estilo del sindicalismo japonés, que evita la confrontación con los empleadores, puede entenderse, en parte, por los criterios relativamente igualitarios con que se manejan las empresas.
Hay menos diferencias entre los salarios de los jefes y los de los empleados que en cualquier otro lado del mundo, indican como ejemplo. Además, no es inusual ver a los jefes trabajando en el mismo recinto que los empleados más jóvenes.
"Muchos gerentes de empresa estuvieron en los sindicatos de sus compañías cuando eran jóvenes, así que el clima de las negociaciones es muy diferente al de otros países", afirmó Yasuo Ishida, del Instituto de Trabajo de Japón.
"Es infrecuente que los trabajadores japoneses hagan manifestaciones violentas para obtener lo que piden", añadió.
Por lo tanto, si bien cada vez más compañías despiden a muchos de sus empleados para mantener la competitividad, los sindicatos casi no protestan.
El énfasis ha sido puesto en las negociaciones para obtener empleos seguros, o por lo menos mejores indemnizaciones por despido.
En realidad, también es frecuente que las compañías no deseen despedir empleados, aun cuando las dificultades económicas les indiquen la necesidad de hacerlo. En Japón existe una tradición de contratos vitalicios en muchos puestos de trabajo, y los gerentes preferirían recortar presupuesto por otras vías.
"Japón es diferente de Estados Unidos. La reestructura aquí se hace respetando la paz y la armonía social", observó Ishida.
Sin embargo, la abrupta reducción salarial dispuesta por muchas compañías ha demostrado ser un medio ineficaz para mejorar la situación.
Las estadísticas oficiales indican que el número de desempleados aumentó a 2,98 millones en enero de este año, lo que equivale a 4,4 por ciento de la fuerza de trabajo, un porcentaje sin precedentes. En diciembre, el desempleo era 4,3 por ciento.
Los analistas estiman que la situación empeorará el año próximo, mientras las empresas luchan por equilibrar sus finanzas en medio de la crisis económica y la creciente competencia.
Por eso, cuando los líderes sindicales hablan de "mejores condiciones laborales" suelen referirse a mejores indemnizaciones y seguros de desempleo, así como a un sistema de información compartida con las compañías que permita a los despedidos encontrar nuevos trabajos.
"Si bien las negociaciones no son fáciles, debemos proponernos desarrollar un sistema de garantías de empleo con la cooperación de las compañías. Esa es la mejor manera de paliar las graves consecuencias de la crisis", sostuvo un líder sindical.
El representante sindical opinó que quizá sea el momento de que la seguridad y tranquilidad de los trabajadores y sus familias deje de depender tanto de las compañías.
"Los trabajadores deben ser más independientes, y tenemos que obligar a los políticos a construir una sociedad que apoye este cambio fundamental de mentalidad, además de brindar apoyo cuando hay problemas", señaló.
Esos cambios no ocurrirán de la noche a la mañana. Pero ya se están dando algunos, en forma sutil, porque las circunstancias obligan a que así sea.
La esposa de Hiroshi Mita, Kyoko, dijo que su familia ahorra cada día más dinero, a pesar de que el salario de Mita apenas aumentó en los últimos seis años.
Kyoko trabaja medio horario como camarera, para aportar un ingreso adicional a la familia, a pesar de que las tradiciones indican que las esposas de los trabajadores deben quedarse en su casa. Incluso la hija mayor de los Mita trabajó durante el invierno pasado, para pagarse un paseo del colegio. (FIN/IPS/tra- en/sk/cb/ceb/mp/lb if/99