Los inversores privados no son una solución para los problemas financieros del mundo y, dos años después del estallido de la crisis global, siguen siendo parte del problema, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La institución financiera internacional concluyó, en un estudio cuyos resultados no fueron aún difundidos en su totalidad, que deben encontrarse los medios para bloquear la deserción de inversores privados de países con dificultades.
Los inversores también deberían ser obligados a compartir los costos de los paquetes de reintegros internacionales en economías afectadas por la crisis, agregó.
"La participación del sector privado en la anticipación y resolución de las crisis sigue siendo uno de los desafíos más difíciles" del sistema financiero internacional, dijo el FMI.
Una versión reducida del informe fue adelantada esta semana a la prensa, antes de las reuniones de la primavera boreal que el FMI celebrará este mes en la capital estadounidense.
El documento se incorpora al debate sobre qué hacer con la "arquitectura financiera global", como se denomina al conjunto de reglas e instituciones que gobiernan las finanzas internacionales.
Los redactores del informe tomaron en cuenta varias opciones y afirma que no contiene "una bala de plata", como se denomina al proyectil marcado por los pistoleros del Lejano Oeste norteamericano para abatir al rival.
Algunas de esas opciones, entre ellas un diálogo más constante entre gobiernos e inversores extranjeros, son coincidentes con las recomendaciones que, a su vez, formularon los financistas privados.
Otras ideas involucraron a los donantes privados, como propuestas para rescribir los contratos de modo de impedir a inversores individuales que demanden judicialmente a deudores estatales y de facilitar a los estados el refinanciamiento de sus obligaciones privadas.
El FMI ha requerido tradicionalmente a los gobiernos deudores el mantenimiento de los pagos de sus obligaciones, pero esto fue antes de que tuviera que amortizar decenas de miles de millones de dólares en reintegros internacionales.
Ahora los funcionarios del FMI, junto con el gobierno estadounidense y otros grandes accionistas, piden que algunos países reduzcan o demoren sus obligaciones de pago de la misma manera en que lo hacen las corporaciones cuando afrontan dificultades financieras.
El FMI obligó, por ejemplo, a Ucrania a refinanciar sus obligaciones a cambio de nuevos préstamos.
Naciones prósperas que actúan bajo la égida del Club de París, integrado por prestatarios a gobiernos, dijeron que restructurarán sus préstamos a Pakistán sólo si ese país convence a los acreedores privados de que hagan concesiones similares.
El FMI promueve una medida parecida sobre 700 millones de dólares adeudados por Rumania con plazo hasta junio. Se entiende que futuros candidatos para ese tipo de condicionamientos son Rusia y Ecuador.
Los acreedores de préstamos comerciales se oponen a esas medidas y aducen que han padecido bastante desde julio de 1997, cuando Tailandia cayó bajo el pánico de los inversores.
El Instituto de Finanzas Internacionales, que reúne a 300 bancos y compañías financieras, calculó las pérdidas potenciales en 240.000 millones de dólares para inversores a la par, 60.000 millones para bancos internacionales y 50.000 millones para poseedores de obligaciones y otros acreedores privados.
Sin embargo, según el FMI, los financistas privados no han admitido que hubo una recuperación parcial desde el año pasado, sin hablar de las grandes ganancias que obtuvieron en los años anteriores.
Además, muchos países y compañías "en vista de una imposibilidad total de acceder a los mercados internacionales de capital, deben pagar deudas a mediano y largo plazo antes de los plazos finales" debido a que los acreedores decidieron ejercer su derecho de retirar con anticipación su dinero contante.
El FMI calculó que el ejercicio de esas "opciones imperativas", como llaman al derecho de retirar el dinero, costará a los beneficiarios de préstamos en mercados emergentes del mundo en desarrollo alrededor de 32.000 millones de dólares en 1999 y el 2000.
A pesar de que los gobiernos deben amortizar sus deudas con dinero de los contribuyentes, "los métodos practicables y satisfactorios de una mejor participación del sector privado demostraron ser ilusorios", dijo el FMI.
Al contrario, "se ha hecho cada vez más evidente que no hay soluciones simples o disponibles que aseguren que los acreedores privados participen plenamente en la solución de las crisis financieras".
Por su parte, el Instituto de Finanzas Internacionales desestimó como "errónea" la noción de que sus miembros también debían ser responsables del impacto causado por el retiro de capitales de un país con problemas.
"Los prestamistas no solo se opondrán a cualquier intento de ese tipo sino probablemente huirán de los países en el preciso momento en que su necesidad de acceder a los mercados de capital sea mayor", dijo el director ejecutivo del instituto, Charles Dallara.
En una carta abierta a ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales que deben participar en las reuniones del Banco Mundial y el FMI, el instituto adujo que la construcción de mejores vínculos con sus acreedores extranjeros corresponde a cada país por separado.
"Noventa por ciento de los flujos (de capital a mercados emergentes) proceden del sector privado", dijo el director del instituto, William Rhodes, también es vicepresidente del Citigroup. "Es imposible que el sector público pueda resolver esto por su cuenta", acoto.
Los prestamistas privados insisten, sobre todo, en que se los debe dejar solos para que puedan decidir cuándo, cómo y dónde prestar ayuda.
"La mejor manera de mantener la participación del sector privado es el acercamiento caso por caso, y debería basarse sobre la intensificación del diálogo y las iniciativas voluntarias que se benefician con la dinámica del mercado", arguyo John Bond, otro director del Instituto y presidente de HSBC Holdings. (FIN/IPS/tra-en/aa/mk/ego/mj/if//99