DESARROLLO: Multinacionales, más poderosas que muchos países

Cincuenta y una de las 100 economías más grandes del mundo no son países sino empresas. Las multinacionales dominan la economía mundial y concentran la atención del público. Son las instituciones más poderosas de esta época.

El modo como se manejan esas firmas es a lo que se refieren Robert Weissman y Russell Mokhiber en su libro "Corporate Predators: The Hunt for Mega-profits and the Attack on Democracy" ("Empresas depredadoras: A la caza de grandes beneficios, al ataque contra la democracia").

El libro, publicado en las últimos días por la editorial estadounidense Common Courage Press, reúne columnas periodísticas ya publicadas por estos autores, en especial sobre los grandes negocios y la democracia, las empresas de Estados Unidos que operan en el exterior y las fusiones de firmas.

"Las decisiones tomadas por las grandes empresas de comunicación sobre la base de cuestiones de mercado causaron la disminución de la calidad de nuestra cultura general y tienen un fuerte impacto en la educación de los niños", sostuvieron Weissman y Mokhiber.

Las multinacionales, según los autores, nunca descansan. Si la opinión pública son los espectadores, los financistas de las corporaciones y sus ahora famosos grupos de presión política son las estrellas del espectáculo.

Cuando la firma bancaria de Estados Unidos Citicorp intentó fusionarse con la compañía de seguros Travelers Group, sabía que esa operación estaba prohibida. Pero los dos gigantescas firmas intentan seguir con sus planes mientras se revisan las normas sobre monopolio durante dos años, gracias a un vacío legal.

"Los nuevos planes del Citigroup consisten en usar esa demora para presionar por la eliminación de las prohibiciones federales sobre fusiones entre bancos y compañías de seguros", advirtieron los autores.

El libro de Weissman y Mokhiber da nombres. La mayor parte del trabajo se centra en operaciones comerciales dentro de Estados Unidos, pero se ocupa también de los efectos de la globalización.

La adquisición de compañías en países del Sur en desarrollo llegó a más de 95.000 millones de dólares desde 1991. Si bien muchas fusiones internacionales fueron entre firmas estadounidenses y conglomerados europeos, las compañías de Occidente comenzaron a trasladarse hacia el Sur y el Este.

Wal-Mart de Estados Unidos se instaló este año en Curitiba, la capital del estado brasileño de Paraná, y competirá con Big y con Carrefour, dos enormes cadenas que venden desde comida hasta vestimenta.

Los autores argumentaron que la compra de acciones en el exterior "no genera nueva actividad económica, y no implica nuevas inversiones".

"Las multinacionales suelen ser más grandes, en términos económicos, que los países del Sur en desarrollo, lo cual significa que esos gobiernos tendrán problemas para imponerles sus regulaciones", agregaron.

Cuando un gobierno habla de achicar el Estado significa que se ha sometido a la propaganda de las grandes compañías, según la cual los gobiernos deben disminuir su alcance para permitir que ellas crezcan más aun sin ser sometidas a regulaciones, según Weissman y Mokhiber.

Salpicadas de viñetas sobre política, las páginas del "Corporate Predators" se leen con facilidad. Hay algún que otro golpe para Birmania, el ex presidente de Indonesia, Alí Suharto, y Vietnam.

Cada una de las columnas, agrupadas por tema, tiene una extensión de no más de tres páginas. Muchos lectores familiarizados con el asunto quedarán con ganas de saber más.

Los libros que critican el poder de las empresas están de moda en Estados Unidos, pero lo mismo sucede con los que intentan defender el capitalismo, intentando descalificar el "mito" de la desigualdad económica.

Por ese motivo, Weissman y Mokhiber están convencidos de que el sistema está en aprietos, a juzgar por la intensa propaganda dirigida al consumismo.

"Las grandes empresas controlan la sociedad, cada día más. Nosotros, las personas, estamos perdiendo", advirtió Weissman.

Sin embargo, a pesar del evidente desprecio de Weissman por lo que considera actitud autoritaria de las corporaciones, no está convencido de que las grandes empresas sólo puedan desarrollarse si ignoran a las personas.

"Las empresas no se interesan por los déspotas y los abusos contra los derechos humanos, pero creo que hay buenos ejemplos de casos que no son así", dijo.

El sistema no caería, por ejemplo, si Nike pagara sueldos decentes a sus trabajadores de Indonesia.

El diario The Wall Street Journal, la revista Business Week, y el programa de televisión "Sixty Minutes" pueden informar todo lo que quieran sobre abusos empresariales, pero la verdadera resistencia al asunto proviene de los activistas, advierten los autores. (FIN/IPS/tra-en/kr/mk/ceb/mj/if dv/99

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