Wang Kan está ocupado preparando tallarines y panqueques a un ritmo frenético, amasando con sus manos desnudas mientras invita a los clientes a entrar a su local de comidas.
Dos mujeres que la ayudan invitan desde la calle a los transeúntes a almorzar en el local.
Pero sólo unos pocos se deciden a entrar, y Wang está disgustado. La culpa es de los "extranjeros", que abrieron establecimientos de comida rápida en cada esquina de la ciudad, se queja. "¿Qué les sucedió a los chinos? Se volvieron locos", refunfuña.
Wang se refiere a la competencia de los locales de comida occidental, que atraen muchedumbres en la capital de China.
McDonald's o Kentucky Fried Chicken (KFC) se encuentran ahora en muchas esquinas de Beijing, y en sus puertas filas de jóvenes esperan para entrar. No muy lejos, los pequeños restaurantes de comida china tradicional esperan la llegada de clientes.
Hasta fines de la década del 80, "comida rápida" era una expresión que los chinos desconocían. Pero desde entonces se convirtió en sinónimo de comida estadounidense, fabricada por compañías extranjeras.
Ahora, todos los chinos que viven en zona urbana, por muy pequeña que sea la ciudad, desde Xian hasta Beijing, están enterados de la existencia de KFC o de McDonald's, aunque no hayan probado la comida.
El empresario Lao Rong señaló que los jóvenes constituyen el principal objetivo de los locales de comida rápida, porque tienen la libertad y el dinero para consumirla, ya que son sus padres quienes financian esos gustos.
"KFC es rico pero es caro, así que no se puede ir muy a menudo", comentó el empresario.
La alimentación cambió mucho en Beijing desde la década del 80, señalan los sociólogos.
"En 1979, sólo había un local de Kentucky Fried Chicken en Beijing, y ahora hay más de 85. Eso muestra que se volvieron populares, ya que diariamente entran entre 150 y 300 comensales", indicó Han Chiannai, un investigador de hábitos alimentarios de la Academia de Ciencias Sociales.
Pero los empresarios chinos no se quedaron de brazos cruzados, y algunos abrieron negocios similares al lado de las cadenas de comida occidental.
Ronghua Chi, que incorporó el concepto de comida rápida, abrió un local enfrente de KFC, en la calle Andingmen.
Pero es difícil competir con las cadenas occidentales. Las largas filas que se repiten ante el local de KFC no se dan en el de Ronghua.
Zou Xin, de 55 años, dice preferir Ronghua porque vende comida china, pero su hijo opta por ir a comer a un local de cómida rápida estadounidense.
Algunos restaurantes lanzaron una ofensiva que consiste en recalcar las particulares "características de Beijing", tales como hacer mucho ruido mientras se come, para atraer a los clientes.
Muchos mejoraron la higiene y la apariencia de su entorno. San Bao, un funcionario de la Administración Nacional de Comercio Interno, admite que los hábitos alimenticios de los chinos están cambiando y mucha gente se preocupa ahora cuando la calle no está limpia.
Pero concluir que los chinos están modificando sus hábitos alimenticios en forma radical podría implicar caer en un facilismo, indicó.
Los jóvenes ciudadanos se inclinan por los restaurantes de comida rápida occidental, no sólo por la comida sino también porque se divierten más, y porque ir allí implica "ser modernos", apuntó Han.
"China es un país muy grande, y la gente de las ciudades, que tiene dinero, puede ir a comer a esos lugares extranjeros. Pero eso no significa que los hábitos alimenticios de todo el país estén cambiando", alegó.
Después de todo, aún quedan lugares en China donde la gente no puede pagar esa comida.
"Incluso para los habitantes de la ciudad es un lujo ir a los restaurantes de comida rápida occidental. Hay muchos clientes en esos locales, pero es probable que vayan sólo una vez por mes", puntualizó.
"El gasto promedio de cada persona en esos lugares es de entre 22 y 33 yuanes (de tres a cuatro dólares), lo cual supera con creces el ingreso diario promedio de un trabajador chino", explicó Han.
Wang sostiene que muchos de sus compatriotas se despidieron de los tallarines y los palitos tradicionales.
Pero el funcionario gubernamental, Sun Bao, sostuvo que la gente de Beijing sabe muy bien que cuando están realmente en apuros acudirán a un restaurante de comida rápida china.
"Se ve a la gente que hace fila en los locales de comida rápida extranjera porque éstos están ubicados en las esquinas. Pero los restaurantes chinos están en todas partes, por eso la gente no tiene que esperar haciendo fila en la puerta", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/pa/js/ceb-dg/cr-if-dv/99