CHINA-ESTADOS UNIDOS: Intereses comunes, pese a todo

La visita a Estados Unidos que realiza el primer ministro de China, Zhu Rongji, sometió a una difícil prueba sus habilidades políticas, pero no parece que el gobernante chino vaya a volver a su país con las manos vacías.

Algunos observadores consideraron que el viaje del primer ministro, a quien se señala como el líder más carismático de China y el principal orientador de su política económica, fue una misión "de alto riesgo" en un momento muy delicado.

Zhu llegó el martes a la ciudad sudoccidental de Los Angeles, sobre la costa del Océano Pacífico, y estará en Estados Unidos hasta el día 14.

Hubo rumores de que China consideraba la posibilidad de suspender a último momento la visita, para manifestar su desagrado ante el ataque de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Yugoslavia, liderado por Estados Unidos, pero Zhu decidió seguir adelante.

Hacía 15 años que un primer ministro chino no visitaba Estados Unidos, y este viaje coincide con el vigésimo aniversario del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Beijing y Washington.

Aun antes de que comenzaran los ataques aéreos de la OTAN contra Yugoslavia, hubo especulaciones periodísticas sobre las dificultades que enfrentaría el primer ministro en su visita a Estados Unidos, pero Zhu prometió solemnemente realizarla.

"Iré de todos modos, para darle a los estadounidenses una oportunidad de desahogarse contra mí", declaró durante su conferencia de prensa anual, realizada al fin de las sesiones parlamentarias de marzo.

Beijing ha insistido en minimizar sus disputas con las estadounidenses, que atribuye a "un puñado de elementos antichinos en Washington", pero en el gobierno de Estados Unidos muchos piensan que tienen buenas y abundantes razones para desconfiar de China.

"En Estados Unidos existe un clima político extremadamente hostil hacia China en estos momentos", opinó David Shambaugh, un destacado experto en China de la Universidad George Washington y el Instituto Brookings, en la capital estadounidense.

Esa hostilidad se basa en las violaciones de los derechos humanos cometidas por las autoridades chinas, sus continuas amenazas contra Taiwan, su creciente producción de misiles, el abultado déficit de Estados Unidos en el comercio con China, y la acusación de que ese país robó tecnología nuclear estadounidense.

La "sociedad estratégica" entre ambos países, muy pregonada por los medios de comunicación chinos durante los dos últimos encuentros de los presidentes Bill Clinton y Jiang Zemin, ha demostrado, según Shambaugh, ser una "competencia estratégica".

"El hegemonismo estadounidense choca contra el nacionalismo chino", señaló el experto.

Refiriéndose a las acusaciones de robar tecnología nuclear y constituir una amenaza para la seguridad de Estados Unidos, Li Zhaoxing, embajador chino en ese país, aseguró que "se demostrará que son invenciones descabelladas".

"Cada vez que las relaciones bilaterales se profundizan, hay algunas personas en Estados Unidos que se disgustan y tratan de crear problemas", declaro Li en una entrevista con la publicación oficial Diario de China, en la víspera de la visita de Zhu.

"Son personas que mantienen una mentalidad propia de la Guerra Fría, sienten que han quedado al margen, y buscan un enemigo para justificar su forma de pensar anacrónica", añadió.

La postergada confirmación del viaje de Zhu se produjo el fin de semana, aparentemente después de que sus pros y contras fueron discutidos en una reunión de la Comisión Permanente del Buró Político chino.

La visita incluirá seis ciudades estadounidenses y su agenda abarca una variedad muy amplia de problemas, incluyendo cuestiones comerciales y, en especial, el déficit del comercio estadounidense con China y el esfuerzo de ese país por ingresar a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Zhu anunció en Los Angeles el martes que Washington y Beijing habían llegado a un acuerdo en su prolongada disputa sobre el comercio de trigo y otros productos. Este acuerdo podría facilitar el ingreso chino a la OMC.

Las conversaciones previstas se refieren también a la cuestión de los derechos humanos y a asuntos de alta importancia estratégica como el desarrollo en Asia de un sistema estadounidense de defensa mediante misiles.

Todo lo antedicho implica discusiones sumamente complejas, y la situación en Kosovo añadió un ingrediente especialmente delicado a la reunión de Zhu con Clinton y altos funcionarios estadounidenses, este miércoles.

El ataque de la OTAN contra Yugoslavia, con el objetivo de lograr la autonomía de Kosovo, plantea perspectivas amenazantes desde el punto de vista de Beijing, que considera a Taiwan como una provincia escindida, y procura reincorporarla a China.

La justificación de ese ataque de la OTAN por la necesidad de defender los derechos de una minoría evoca además, para preocupación del gobierno de China, conflictos internos semejantes de ese país, como los de Tibet y Xinjiang (provincia fronteriza occidental, con importante población musulmana).

En la víspera de la visita de Zhu, los medios de comunicación chinos, controlados por el Estado, aumentaron su propaganda contra los ataques de la OTAN.

El diario Noticias Vespertinas de Yangcheng publicó una imagen de Clinton con un bigote como el de Adolf Hitler, y describió al presidente yugoslavo Slobodan Milosevic como un "héroe popular" que lucha contra ejércitos invasores.

Sin embargo, el discurso pronunciado por Clinton este miércoles en Washington mostró que el presidente estadounidense asigna a las relaciones con China, pese a su complejidad, una gran importancia estratégica, y busca aplacar algunos temores y sentimientos hostiles hacia ese país.

El mandatario reconoció que hubo una "filtración" de información vinculada con la tecnología nuclear estadounidense, aunque no dijo que Beijing hubiera tenido relación con ello, y recordó que el presupuesto para evitar problemas similares de seguridad se multiplicó recientemente por 15.

Pero también subrayó que el desarrollo en China de misiles que podrían alcanzar objetivos en Estados Unidos es muy limitado, y que Beijing contribuyó a la seguridad en Asia al convencer a Corea del Norte de que dejara de producir plutonio.

Clinton enfatizó que se propone hacer "todo lo necesario" para defender los intereses de Estados Unidos en Asia, incluso en términos militares, y reivindicó su decisión de "mantener las alianzas que aseguraron la paz durante la Guerra Fría", pero advirtió también que es preciso "no aislar" a China.

Según el mandatario estadounidense, Beijing puede elegir el camino de la militarización y la búsqueda de mayor poder regional, pero también el de la apertura económica y la democratización.

Clinton afirmó que Estados Unidos no debe olvidar que esa alternativa está en discusión dentro de China, y que sus acciones deben influir para que no predominen los elementos más "rígidos y retrógrados", como ocurriría si se profundizan los enfrentamientos.

Añadió que se equivocan quienes piensan que Estados Unidos no puede ser una superpotencia si no tiene un gran enemigo, que China tiene derecho a jugar un papel de importancia en el mundo, y que no debe darse por descontado que el curso de los acontecimientos en ese país lo transformará en una amenaza.

El presidente enfatizó que Beijing debe respetar los derechos humanos y contar con la "legitimidad que sólo se consigue con una elección democrática", e incluso que China no alcanzará el éxito económico si no permite la libre circulación de ideas, pero reconoció que la democratización puede ser lenta.

La profundización de las reformas económicas necesarias en China aumentará el desempleo y el descontento popular, y el gobierno chino considera que en ese marco la apertura política generaría una inestabilidad peligrosa, señaló Clinton,.

Añadió que las recientes crisis de Japón y Rusia mostraron que los problemas de las grandes naciones crean inestabilidad global y afectan a Estados Unidos, y señaló que confía en que el gobierno chino profundizará sus reformas económicas en una dirección favorable para los intereses estadounidenses.

En este sentido, enfatizó que el apoyo de Washington al ingreso de China en la OMC no significa "hacerle un favor" a Beijing, sino crear condiciones que exigirán una mayor apertura del mercado chino. (END/IPS/tra-en/ab/js/mp/ip/99

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