CHILE: Futbolistas sin club, otro efecto de la crisis

Con ironía y algo de masoquismo se hacen llamar "Club Atlético Resto de la Crisis Asiática" y entrenan bajo el alero del Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup) de Chile, con la lejana esperanza de un contrato.

La crisis económica con su secuela de desempleo también llegó al fútbol profesional chileno, obligando a los clubes a planes de ahorro que dejaron este año sin trabajo a numerosos jugadores de primera línea, incluyendo a varios ex seleccionados.

Los 25 integrantes del "Atlético Resto…" son sólo la punta del iceberg, pues la cantidad de futbolistas que se quedaron sin camiseta es muy superior, aunque no existe un registro completo al respecto, dijo Carlos Soto, presidente del Sifup.

El arquero Patricio Toledo, el defensa Hugo Monardes, los volantes Jorge "Coke" Contreras, Camilo Pino y Ariel Bravo y los delanteros José Luis Sánchez y Marcelo Jara, están entre los desempleados, pese a su reconocida calidad.

Toledo fue considerado entre los mejores guardametas sudamericanos, Contreras triunfó en España, mientras Sánchez ganó méritos en clubes locales e hispanos y en el exigente Vélez Sarfield de Argentina.

Las estadísticas indican que 7,5 por ciento de la fuerza de trabajo en Chile, unas 435.000 personas, está desempleada y el fenómeno golpea no sólo a actividades como la construcción o la minería, sino también al deporte profesional.

El fútbol, que tuvo en 1998 un año de supuesta prosperidad con la clasificación de Chile a la Copa del Mundo de Francia, está volviendo ahora a un escenario de realismo en que el entusiasmo del público decae al mismo ritmo de incremento de la crisis.

La cesantía no afecta sólo a los jugadores, sino también a experimentados directores técnicos locales, confrontados tanto a la competencia de extranjeros como de jóvenes entrenadores promovidos por los clubes por razones financieras.

Los equipos de las divisiones de Primera A y Primera B (o Ascenso) del fútbol profesional están rejuveneciendo igualmente sus planteles, no por una política de favorecer a los juveniles sino también por razones de costos.

Uno de los primeros toques de alarma se dio en febrero, cuando la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) suspendió a Deportes Temuco del campeonato de Primera B porque presentó un programa financiero calificado de inviable.

Temuco es una próspera ciudad del sur de Chile, que registra una de las mayores tasas de crecimiento de población en América Latina, pero su representativo futbolístico entró en crisis desde 1998, cuando cayó sin pena ni gloria al Ascenso.

Los 200.000 temucanos se quedaron en 1999 sin fútbol profesional, pese a contar con uno de los mejores estadios de Chile, a la espera de que el club se normalice financieramente y sea admitido en la competencia de Primera B el año 2000.

Iquique, en el extremo norte del país, es también un pujante puerto, gracias a su zona franca comercial e industrial y actividades como la pesca y la minera, pero aquí se da igualmente la paradoja con su equipo de fútbol.

Los jugadores de Deportes Iquique estuvieron a punto de ir a la huelga a fines de marzo, sin presentarse a los partidos, por atrasos en sus remuneraciones, hasta que urgentes gestiones de sus directivos y la ANFP impidieron la medida de fuerza.

Los conatos de paralización por sueldos impagos son frecuentes en varios de los 32 equipos de las dos divisiones de honor, que a menudo enfrentan también problemas por contratos no respetados con jugadores o técnicos.

Los tres grandes clubes nacionales, Colo-Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica, tienen una situación relativamente más holgada, pero también tuvieron que entrar en planes de economía en sus planteles.

Universidad de Chile hizo grandes inversiones en 1998, contratando entre otros al peruano Flavio Maestri, pero no logró ganar el campeonato ni clasificarse para la Copa Libertadores de América, objetivos fundamentales de los grandes equipos.

El médico René Orozco, presidente del club, advirtió ya al plantel que puede haber rescisiones de contratos en los próximos meses si no aumenta el rendimiento y la conquista de puntos para atraer público a los estadios y mejorar las finanzas.

El centenario equipo de Magallanes, que conquistó los primeros campeonatos en Chile en la década de los años 30 y que hoy milita en Primera B, es uno de los clubes más pobres y a la vez más estables, gracias al bajo monto de su planilla de contrataciones.

Rubén Acua, presidente de Magallanes, explicó que el plantel tiene un costo mensual de 20.000 dólares, de los cuales 3.000 son aportados regularmente por el propio dirigente, quien es un mecenas modesto comparado con los benefactores de otros clubes. (FIN/IPS/ggr/dg/if-sp/99

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