Canadá, igual que otros países del mundo, se debate sobre el futuro de la radio y la televisión estatales, cuya subsistencia depende del dinero público.
La discusión es quizá más candente en este país de 30 millones de habitantes debido a su proximidad con Estados Unidos, quizá el mayor exportador de noticias, cultura y entretenimiento del mundo.
La Canadian Broadcasting Corporation (Corporación Canadiense de Transmisión, CBC) fue creada en 1930, para contrarrestar la invasión de programas radiales de Estados Unidos. Durante 63 años, la CBC se ciñó al mandato de brindar noticias y entretenimiento, hechos por canadienses para canadienses.
Las emisoras de radio y televisión, públicas y privadas, siguen en manos de canadienses debido a la legislación del país, pero la mayoría de los canales de televisión privados emiten programas estadounidenses, que resultan más lucrativos, indicó el analista político Reg Whittaker.
"La CBC destinó buena parte de sus recursos a la cobertura de noticias durante las elecciones federales de 1997, mientras que la CTV (la mayor cadena de televisión privada) no gastó casi nada", comparó Whittaker.
Los esfuerzos de la CBC por satisfacer la demanda de los canadienses en materia de información y personalidades nacionales cristalizaron en la creación de Newsworld, un canal que sólo transmite noticias, para competir con el canal estadounidense de noticias CNN.
Sin embargo, la presión de la globalización y los acuerdos de libre comercio agotaron la tradición canadiense de confiar en el apoyo público para el mantenimiento y el desarrollo de su infraestructura económica y cultural.
Cuando el Partido Liberal accedió al poder en 1993, el ministro federal de Finanzas, Paul Martin, recortó el gasto público nacional y redujo el papel del gobierno a su mínima expresión, con el fin de satisfacer a los inversores privados. La CBC sufrió entonces una reducción de fondos.
Ahora que el gobierno eliminó el déficit que sufría el país y acumuló un superávit presupuestal de miles de millones de dólares, los liberales reelegidos en 1997 invirtieron el dinero público en los sectores de la salud, la enseñanza y la cultura.
"Pero la CBC sigue congelada", insistió Whittaker.
El primer ministro Jean Chrétien prometió restituir la financiación estable de la CBC en su campaña política de 1993. El gobierno de Brian Mulroney, del partido Conservador Progresista, había reducido los fondos destinados a financiar las emisoras estatales.
Pero una vez en el poder, el gobierno de Chrétien eliminó otros 270 millones de dólares del presupuesto básico de la CBC, lo cual representa un tercio del dinero destinado a financiar al ente público.
"Los liberales redujeron 19 por ciento el total de las operaciones gubernamentales (durante el ejercicio de reducción del déficit), pero el presupuesto de la CBC se redujo 33 por ciento", señaló Ian Morrison, al frente del grupo Amigos de las Emisoras Canadienses.
La CBC encontró la manera de subsanar las carencias aumentando la publicidad en sus programas de televisión.
Sin embargo, eso no fue suficiente para evitar la carencia de nuevos programas durante el año, así que la programación se tornó repetitiva, la cobertura regional disminuyó y la moral de los empleados se derrumbó. Hace poco tiempo hicieron una huelga en protesta por la congelación de sus salarios y las condiciones de trabajo.
"La gente termina ausentándose porque no toleran las tensiones y el cansancio", explicó Whittaker.
Canadá invierte 18 dólares por persona en el mantenimiento de las emisoras públicas, mientras Japón invierte 39 dólares, Gran Bretaña 40, y Estados Unidos sólo destina un dólar por persona.
La CBC propuso hace poco tiempo aceptar el patrocinio comercial para la radio, famosa por no haber admitido publicidad en su programación durante 20 años.
Jean Chrétien es "el primer ministro más hostil hacia la CBC, desde que fue creada", declaró Ian Morrison.
Una de las razones posibles para esta actitud es la sospecha, manifestada por el propio Chrétien, de que muchos periodistas de Radio Canadá -la sección francesa de CBC- son partidarios de los independentistas de Québec. Esta actitud sería evidente en el modo de cubrir las noticias políticas de la provincia.
Chrétien, que proviene de Québec, es un fuerte defensor de la unión de este país. La vulnerabilidad de la CBC ante el poder político, sin importar quien gobierne, explica alguno de sus problemas.
La CBC depende casi exclusivamente de los fondos que le brinda el gobierno federal, que es cambiante y puede aumentar o disminuir "según el capricho" del ministro de Finanzas de turno, y año a año, destacó Morrison.
Además, el gobierno federal designa al presidente de la CBC junto con todo su equipo, por lo cual en general se trata de personas a las que se les deben favores políticos, y por lo tanto, la mayoría son miembros del partido que esté en el poder en Ottawa, agregó.
El periodista premiado Terry Milewsky fue censurado hace poco por la dirección de la CBC, por realizar una cobertura "agresiva" sobre el modo en que la Real Policía Montada de Canadá trató a los manifestantes que protestaron contra el entonces presidente de Indonesia, Alí Suharto, durante una cumbre de Asia y el Pacífico celebrada en Vancouver.
Milewski acusó a la oficina del primer ministro Chrétien de haber reprimido duramente a los activistas por los derechos humanos durante la visita de Suharto. De inmediato, uno de los asesores de Chrétien llamó a la CBC para protestar por lo "tendencioso" del informe del periodista.
"Creo que Jean Chrétien intenta convertir una institución excelente en una institución del mundo en desarrollo", comentó Manjunath Pendakur, decano de la facultad de información y comunicación de la Universidad de Ontario.
"Quiero decir que la intervención política es similar a lo que ocurre en los países del sur en desarrollo, donde las emisoras públicas se consideran generalmente como armas del gobierno", agregó. (FIN/IPS/tra-en/pw/mk/ceb/aq/cr/99
