BRASIL: Hospital psiquiátrico, del horror al respeto a pacientes

Juquerí, el mayor hospital psiquiátrico de Brasil, dejó de ser un símbolo de horrores cometidos contra enfermos mentales al incorporar nuevas doctrinas y el respeto a los derechos humanos en sus tratamientos.

El establecimiento limitará en adelante las internaciones a aquellos casos irrecuperables de "enfermedades mentales francas", y alentará la convivencia del resto de los pacientes con sus familias y la sociedad, descartando el aislamiento.

Actualmente el Juquerí acoge a 1.600 pacientes, pero en otros tiempos llegó a tener más de 3.000. A lo largo de sus cien años de historia, cumplidos en 1998, unas 122.700 personas vivieron algún tiempo en sus instalaciones, ubicadas en el municipio de Franco da Rocha, vecino a Sao Paulo.

"La reforma del Hospital Psiquiátrico hasta su evolución actual, en que privilegiamos el tratamiento sin internación, empezó en los años 80, por presión de la Comisión Teotonio Vilela", recordó Elias Monteiro de Lima, coordinador de Salud Mental del estado de Sao Paulo.

Esa comisión, que combatía las violaciones de los derechos humanos en Brasil y llevaba el nombre de un senador conocido por su lucha contra la dictadura militar, denunció las condiciones infrahumanas a que el hospital sometía a sus pacientes, uno de los grandes escándalos de la época.

La estructura del Juquerí empezó a ser desarmada bajo la gestión de Franco Montoro, que gobernó Sao Paulo de 1983 a 1986, cuando el país vivía un proceso de redemocratización tras la dictadura militar (1964-1985).

Además del exceso de internados, los problemas incluían malos tratos, falta de higiene, alimentación precaria y pésima atención, debida incluso a la insuficiente capacitación del personal.

"Era un depósito de gente, donde se hacinaban desde locos irreversibles hasta pacientes de los cuales la sociedad quería deshacerse, como alcohólicos, mendigos e incluso casos clásicos de retraso mental", observó Monteiro.

El Juquerí recibe aún enfermos de todo el estado de Sao Paulo, "todos pertenecientes a los sectores socioeconómicos más bajos". La pobreza impide que muchos pacientes sean tratados en consulta ambulatoria o a domicilio, aunque sólo sufran problemas superables, señaló el psiquiatra.

Por eso el modelo adoptado en el Juquerí no puede ser considerado ideal todavía, admitió.

"En muchos casos de posible liberación, comprobamos que no podemos dejar a los pacientes al cuidado de sus familias por la pobreza absoluta en que éstas viven, lo cual genera ambientes sociales inadecuados para el acompaamiento sano de los enfermos", lamentó Monteiro.

Los cambios en el hospital ocurrieron paralelamente a la adopción por la Secretaría de Salud del estado de nuevos métodos de tratamiento de problemas mentales.

Un médico solo ya no decide la internación de un paciente en un hospital psiquiátrico. La medida debe ser aprobada por una Comisión de Notables integrada por psiquiatras de reconocida autoridad.

Internar un enfermo mental no puede constituir una actitud tutelar ni de exclusión social sino un procedimiento médico, señaló Monteiro. Por eso, la Secretaría de Salud apoya un proyecto de ley tramitado hace diez años, que establece la supresión progresiva de los manicomios en Brasil.

La experiencia muestra que "hospitalizar no resuelve nada y las curas se dan sobre todo en los pacientes tratados fuera del hospital", argumentó el psiquiatra.

La "industria de internaciones", que cuesta centenares de miles de millones de dólares anuales al Ministerio de Salud, ignora los avances de la psiquiatría, convierte "rasgos de personalidad en síntomas de locura" y desconoce derechos, señaló el diputado Paulo Delgado, autor del proyecto.

En Brasil subsisten unos 200 hospitales psiquiátricos, con capacidad para casi 60.000 internados. En 1981 totalizaban 430, 80 por ciento pertenecientes al sector privado, donde la nueva tendencia se expresa con menor vigor.

Hasta el año pasado, las enfermedades mentales constituían todavía la segunda causa de internaciones en el estado de Sao Paulo, superada sólo por los partos.

La mitad de ellas obedecía a alcoholismo o a problemas psquícos relacionados con el alcohol, según dijo Luizemir Lago, médica especialista de la Secretaría estadual de Salud. (FIN/IPS/mo/dg/he hd/99

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