BRASIL: Bomba ecológica finalmente se hunde en el Atlántico sur

Un drama ecológico internacional que duró ocho meses llegará a su fin este viernes, cuando el buque Bahamas, con 8.000 toneladas de ácido sulfúrico en sus bodegas, sea hundido en el océano Atlántico a 450 kilómetros del puerto brasileño de Río Grande.

El caso del carguero Bahamas se convirtió en un escándalo internacional cuando sus propietarios amenazaron contaminar con ácido sulfúrico el litoral sur de Brasil y norte de Uruguay, y provocar una catástrofe ambiental en la laguna brasileña de los Patos.

El periplo del barco, denominado "bomba ecológica", procedente de Asutralia con 12.000 toneladas de ácido sulfúrico en sus bodegas desnudó las maniobras de sus propietarios, que intentaron abandonarlo primero en Argentina y luego en Uruguay, para finalmente llevarlo el 28 de agosto al puerto de Río Grande.

Las empresas transportistas europeas dueñas del Bahamas omitieron declarar que el buque ya no tenía condiciones de navegar cuando solicitaron autorización para fondearlo en el austral puerto brasileño.

Tampoco informaron que estaba perdiendo parte de la pelligrosa carga, debido a la corrosión de sus tanques.

Cuando se conocieron estas irregularidades, las autoridades brasileñas descubrieron que se trataba de una operación premeditada para abandonar el barco en algun puerto de América Latina, con el fin de evadir el pago de indemnizaciones por eventuales daños al ambiente.

La justicia de este país protagonizó en los últimos ocho meses una batalla legal contra la empresa Chemoil, operadora del Bahamas, y la compañía aseguradora Liverpool & London Protection and Indemnity Association Limited para determinar el destino de la carga letal.

Los dueños afirmaban que el barco podía explotar causando la destrucción del puerto de Río Grande, el más importante del sur de Brasil. La amenaza era una presión para que Brasil autorizara el lanzamiento gradual del ácido en el mar.

Como respuesta, el juez federal de Río Grande, Ricardo Nuske, impuso a los operadores del Bahamas una multa diaria de 2,3 millones de dólares, con la intención de que se acelerara la contratación de alguna empresa especializada en el remolque de navíos dañados.

Sin embargo, las empresas extranjeras se negaron a pagar la multa y presentaron una serie de recursos en un accionar que el juez Nuske calificó de "guerrilla legal", mientras las autoridades portuarias presionaban para que la carga fuera trasladada a otro barco.

Finalmente la justicia decidió en enero incautar el barco de bandera panameña Sunshine Sky y obligarlo a recibir la carga para verterla en alta mar.

La operación ordenada por el juez Nuske se cumplió con dificultades, ya que tuvo que actuar la Armada para evitar un intento de fuga del carguero, que terminó transportando sólo 4.000 toneladas de ácido para tirarla en un punto no identificado del océano Atlántico.

Finalmente, casi 1.000 habitantes de Río Grande presenciaron el martes en el puerto el último capitulo de esta especie de novela policíaco-ambiental protagonizada por el Bahamas.

Flotando gracias a bolsas de aire comprimido infladas en sus tanques, el viejo barco rojo y blanco fue lentamente remolcado hacia alta mar. Este viernes llegará a su último destino, un abismo marino de casi 2.000 mil metros de profundidad.

El Bahamas se hundirá con 8.000 toneladas de ácido sulfúrico en sus bodegas dejando atrás a unos 5.000 pescadores que están sin trabajo desde hace ocho meses y sin saber cuando podrán volver a sus actividades habituales. (FIN/IPS/cc/dm/en/99

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