La explotación sexual de niñas y niños, un delito creciente en Brasil y en el mundo, de difícil castigo porque a sus víctimas no les interesa denunciarlo, tiene en la prevención la mejor forma de combatirlo.
Así lo demuestra la experiencia de Bahía, un estado del nordeste brasileño en que el problema tiene gran incidencia, debido a la pobreza, el gran aflujo de turistas y el alto índice de población infantil y juvenil.
La explotación de menores, en general vía prostitución, había alcanzado niveles alarmantes en 1996 en Salvador, capital de Bahía, pero desde entonces "bajó mucho", evaluó Regina Sampaio, directora de la División de Protección a la Infancia y Adolescencia (DPIA), órgano de la policía local.
La reducción es atribuída principalmente a una campaña iniciada en 1995 por la organización no gubernamental Centro de Defesa de Niños y Adolescentes (CEDECA), iniciativa que el gobierno brasileño extendió a todo el país en los años siguientes.
La represión policial enfrenta en esa área la falta de quejas. Las víctimas se niegan a denunciar a sus explotadores porque quieren seguir ganando lo poco que les pagan, "ignorando los daños a sus propios cuerpos", y la población tampoco colabora, lamentó Sampaio.
La DPIA, conformada por dos comisarías especializadas, una para represión y recuperación de adolescentes infractores y otra para la atención a menores víctimas de delitos, sólo registró en enero una única queja por explotación sexual de menor.
Por tal razón, la División también actúa de manera preventiva.
"Alertamos frecuentemente a los hoteles y presionamos a quienes publican avisos sospechosos en los diarios. No podemos arrestar, pero si molestar, inhibiendo la actividad en una extensión de la campaña informativa", explicó la directora.
La DPIA, que dirige Sampaio desde su creación en 1991, forma parte de un complejo de atención a la niñez y adolescencia, a través de un centro integrado que incluye organismos judiciales y asistenciales para responder a todas las necesidades de las vcítimas de violencia y otras acciones dañosas.
El ocultamiento dificulta la caracterización de la explotación sexual de menores, corroboró Arlinda Uzeda, abogada del CEDECA. La actividad delictiva utiliza hoteles de lujo que sirven a gente de alto poder adquisitivo, señaló.
Además, la CEDECA identificó unos 10.000 casos desde el inicio de su campaña en 1995, informó la abogada, que trabaja en estrecha colaboración con la DPIA.
La campaña de la organización prosigue con frecuentes inserciones en la prensa, charlas en escuelas, centros comunitarios e iglesias, en que se trata de informar y advertir sobre las formas de actuación de los explotadores, los riesgos y las penas previstas para el delito.
La CEDECA también distribuye manuales sobre el tema y estimula denuncias anónimas, a través de llamadas telefónicas y cartas.
Existen 40 programas de combate al abuso y la explotación sexual de menores en desarrollo en Brasil, indicó María Lucía Pinto, coordinadora de investigación del Centro de Referencia, Estudios y Acciones sobre Niños y Adolescentes (CECRIA), una organización no gubernamental con sede en Brasilia.
El problema se concentra y asume formas distintas en áreas de turismo, de extracción minera informal ("garimpos"), en puertos y en grandes ciudades con grandes bolsones de miseria y violencia doméstica que expulsan niños y adolescentes de sus hogares , explicó Pinto Leal.
En Salvador y otras ciudades de Bahía, además de reunir miseria y turismo durante todo el año, la situación se agrava por la elevada participación relativa de menores en su población, la más alta del país. Las familias son numerosas, algunas hasta con 24 hijos", observó Sampaio.
Es por eso que Bahia presentaba la mayor cantidad de nios fuera de la escuela y tambin logr incoporar un número recordista a la enseanza, durante la campaa nacional de los dos ltimos aos, seal.
La impunidad también estimula el delito. La directora de DPIA recordó el caso de un alemán que por tres años seguidos estuvo en Salvador. Detenido en flagrante el año pasado, por sacar 29 fotos pornográficas de un niño, fue absuelto por la justicia, lamentó Sampaio.
En contrapartida el niño que le hurtó la máquina fotográfica y otros bienes, para hacerse pagar por el "trabajo", fué procesado.
No se tienen datos precisos de la dimensión de la explotación sexual comercial de niños y adolescentes en Brasil. En una Comisión Parlamentaria de Investigación se manejó hace algunos años un estimativo de medio millón de niñas prostituídas, pero los expertos desautorizaron tal cifra.
El gobierno brasileño trata de combatir el problema con la campaña informativa y acciones junto a los agentes de turismo y autoridades extranjeras para evitar la llegada de turistas extranjeros interesados sólo en el sexo.
También la empresa estatal de turismo cambió su publicidad, poniendo fin a los carteles y avisos con mujeres semidesnudas. El esfuerzo es crear una nueva imagen del país, sin recurrir a la sensualidad y al erotismo. (FIN/IPS/mo/dm/hd/99