/BOLETIN-CIUDADES DEL MERCOSUR/ ARGENTINA: Un tercio del gasto de salud, en remedios

La ley autoriza a los médicos en Argentina a prescribir fármacos genéricos -sin marca comercial- y al farmacéutico a sustituir un remedio conforme al presupuesto del paciente. Sin embargo, este país es uno de los 12 que más dinero gastan en medicamentos en el mundo.

Argentina es el país de América Latina que mayor porcentaje de su producto destina a salud, y varios expertos creen que la disconformidad de los argentinos con el sistema se debe a que 33 por ciento del presupuesto de salud se va en remedios que paga la población.

Ningún país de América del Sur presenta un gasto por habitante en medicamentos tan alto como Argentina, un comportamiento que ha convertido la industria del sector en una de las más fuertes de la región, con una facturación anual de 3.200 millones de dólares.

Los laboratorios argentinos y los internacionales se enfrentan por la patente de los fármacos, pero tienen un discurso común para resistir la venta de productos genéricos, explicó a IPS el médico Ginés González García, autor de la ley de genéricos y del libro "Remedios políticos".

El alto consumo de fármacos no es en el caso argentino un indicador de mayor desarrollo, sino al contrario, sostuvo González García, presidente de la organización no gubernamental Isalud. Los 35 millones de argentinos ingieren 13 millones de píldoras por día.

"De 35 millones de argentinos, 25 millones consumen remedios en forma exagerada y 10 no acceden a ellos", advirtió González, y agregó que "muy pocos consumen muchísimo".

La venta de medicamentos genéricos exige que el médico recete el producto por su nombre científico, para que el paciente escoja luego la marca. La elección puede ser entre 20 o más nombres comerciales de fantasía, y la diferencia de precios puede ser de 500 por ciento entre una y otra marca.

La Secretaría de Industria publicó en marzo un estudio según el cual en antiinflamatorios, antifebriles y analgésicos elaborados con base en el mismo producto genérico, las diferencias de precio llegan a 553,5 por ciento entre uno y otro laboratorio.

La amoxicilina, por ejemplo, se vende bajo 38 marcas comerciales distintas y el precio por igual dosis oscila entre seis y 13 dólares. En el caso del bromaxepan, hay 20 presentaciones y una brecha que va de 2,20 a 16,20 dólares.

De acuerdo con una encuesta realizada entre afiliados a la segunda mayor empresa de servicios médicos del país (IOMA),

Sólo 33 por ciento de los abonados a IOMA, la segunda empresa privada de servicios de salud del país, saben qué es un genérico y casi ninguno lo pide porque se inclina a comprar la marca recetada por el médico.

González García sostiene que en Argentina, 90 por ciento de las visitas al médico terminan en receta, un hecho que, sumado a la automedicación y a la venta libre -que creció en los últimos años por la autorización a vender remedios en supermercados- determina una alta demanda.

La ley de genéricos se sancionó en la provincia de Buenos Aires en 1989, se difundió a otros distritos y en 1992 se dispuso su aplicación en todo el país. Pero la influencia de la industria determinó que al reglamentarse la ley se autorizara a los médicos a recomendar marcas, debilitando el efecto buscado.

En lugar de lograrse la rebaja de precios, la ley terminó silenciada por la industria, que gasta más -según Isalud- en captar el interés de los médicos, sus consumidores instrumentales, que en desarrollar nuevos principios activos.

Sólo dos por ciento de farmacias sustituyen el medicamento recetado por su marca y aplican otras medidas sugeridas por la ley, como el precio de referencia, que establece que los seguros de salud pagan el producto según un valor promedio y si el paciente quiere la marca más cara abona la diferencia.

Médicos, farmacéuticos y pacientes creen que los remedios -y no el desarrollo económico y social- son los principales promotores de salud y bienestar de los pueblos, comentó González García.

"Recetar es la práctica médica más masiva, frecuente y 'natural"', criticó el experto, y advirtió que los médicos "no prescriben, sino que venden marcas de remedios".

"Hasta hace pocos años, el genérico era el único nombre de los medicamentos", señaló González García. Agregó que en la facultad de Medicina, los estudiantes aprenden la nomenclatura de esos productos básicos en una formulación universal.

"Es la necesidad de la industria y no la demanda la que propicia tantos nombres de fantasía", añadió.

En Estados Unidos, un país de alto consumo de medicamentos, hay 19.000 productos básicos y 60.000 presentaciones comerciales, informó González García.

Pero el caso de Noruega demuestra que no necesariamente a mayor desarrollo económico corresponde mayor variedad de medicamentos. En Noruega hay sólo 1.000 productos genéricos y unas 2.000 presentaciones a la venta. (FIN/IPS/mv/ff/he/99

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe