La sonoridad, estructura gramatical y fonética de las lenguas de los pueblos originarios de Venezuela tienen quien las resguarde: el académico y cacique de la etnia warao Pedro Juan Krisólogo.
Krisólogo pasó a ocupar hace un año el sillón con la letra "D" de la Academia Venezolana de la Lengua, rama de 23 miembros de la Real Academia Española, en un reconocimiento de su aporte a favor de las lenguas aborígenes.
A sus 70 años, el lingüista, atropólogo y filósofo warao se ha convertido en el primer indígena venezolano en pertenecer a la academia de la lengua, gracias a una bibliografía donde se destacan diccionarios y manuales de idiomas de pueblos indígenas.
Si de algo está satisfecho Krisólogo es que el azar o el destino hayan colaborado para que sea el sucesor en la letra "D" de fray Cesáreo de Armellada, un misionero español adoptado por los indígenas al que todos conocían como el Padre Indio y que también se dedicó al rescate de las lenguas originarias.
Krisólogo explica que Venezuela conserva más lenguas que pueblos indígenas. De las primeras se conocen 65, muchas con diferentes dialectos, mientras que dentro de las fronteras del país se preservan sólo 28 pueblos ancestrales, que suman cerca de 400.000 personas.
"Hay una riqueza desconocida y subvalorada" en las lenguas indígenas, comenta Krisólogo, quien se queja de que la enseñanza bilingüe es obligatoria legalmente en las comunidades indígenas, pero eso sólo se cumple muy a medias.
De acuerdo al último censo indígena, 20 por ciento de los indios venezolanos no hablan su lengua originaria, sino sólo el castellano. El nivel de indígenas que sólo conoce el idioma de su pueblo es de 24 por ciento.
Peor le va al resto de la cultura indígena, con sus mitos, artesanías, leyendas y conocimientos, en parte porque el pensamiento de los pueblos originarios depende mucho de la oralidad, dado que la escritura es reciente en variadas lenguas.
"Cada vez que muere un anciano indígena, es como si desapareciera una biblioteca completa", dice Krisólogo, quien en sus escritos rememora a su bisabuela, que murió a los 120 años y que le hizo conocer toda la ciencia y los mitos que se esconden detrás de las estrellas.
Los waraos, el segundo pueblo de Venezuela por cantidad de integrantes, asentado en el nororiental estado de Delta Amacuro, que acoge buena parte del delta del Orinoco, tienen una gran riqueza zodiacal y astrológica que rige sus actividades y destino.
De hecho, su discurso de incorporación a la Academia lo tituló "La nueva nomenclatura del mundo sideral, constelaciones y zodíacos de la Venezuela indígena", en que mezcló con cautivante sabiduría las historias de su abuela y del Padre Indio, tutor de algunos de sus manuales glotológicos (lingüísticos).
La lengua warao es una de las más sonoras de las que hablan los indígenas de Venezuela, con una fonética muy característica, si bien la estructura gramatical sigue pautas parecidas a otros idiomas, explica Krisólogo.
Warao significa "hombre de curiara (embarcación sacada del tronco de un árbol)" según unos y "hombre de agua", según otros, ya que su pacífica vida transcurre entre los caños o canales del frágil ecosistema del delta.
Krisólogo asegura que su labor no busca sólo mantener y valorizar las lenguas indígenas, sino consolidar el espíritu de nacionalidad de los pueblos originarios venezolanos, a fin de rescatar la sabiduría y los valores de esas etnias para beneficio de los 23 millones de habitantes del país.
El mestizaje, asegura, "tiene elementos maravillosos para la cultura de Venezuela" que deben ser aprovechados, como la forma de subsistir del indígena ante el dominio de otra civilización, gracias "a su integración con la tierra, lo telúrico, la raíz, lo nativo y lo genuino" de sus valores y su cosmogonía.
Cuando los investigadores hablan de las grandes culturas precolombinas, se refieren sólo a los aztecas, los mayas y los incas, detalla Krisólogo, pero a su juicio también hay una enorme sabiduría en las culturas de los pueblos amazónicos, caribeños o de las serranías y llanuras inundables venezolanas.
Krisólogo destacó en ese sentido la revalorización que comienza a realizarse de los conocimientos planetarios de las culturas indígenas de pueblos como los makiritares, los pemones, los yekuana o los mismos waraos.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano explicó ese desconocimiento como parte de un desprecio genocida por la cosmovisión y la civilización originaria de América.
"A los indios en América se les admite como objetos de estudio, pero no se les reconoce como sujetos de historia, los indios tienen folclore, no cultura, practican supersticiones, no religiones, hablan dialectos, no lenguas, hacen artesanías, jamás arte", dijo en uno de sus escritos Galeano.
Krisólogo apunta que eso es lo que lleva a que se considere mágico mucho del conocimiento indígena, cuando si fuese obra de la dominante civilización occidental adquiriría valor de ciencia.
Para el lingüísta y antropólogo warao, los tiempos actuales no están a favor de los indígenas, ni aquí ni en ninguna parte, porque son una minoría avasallada y menospreciada, y llama a apoyar con más recursos y más respeto el mantenimiento de la cultura y forma de vida indígena, comenzando por su lengua.
Subraya que no se trata de forzar a los indígenas a incorporarse a la cultura dominante, sino en un mestizaje basado en la convivencia. "Cooperación toda la que sea, integración no", dice el académico, cuyo deambular por el mundo y sus universidades no borró los rasgos y personalidad warao.
Su mirada enigmática, su hablar muy bajo y sus frases de una concisión que llega a la avaricia, lo delatan, incluso cuando se esfuerza en detallar su biografía, desde la recóndita población de Yawaraco hasta su sillón de académico.
Sus apellidos fueron puestos por dos monjas en la misión en que fue de niño a la escuela, Krisólogo por un santo europeo, y Bastard (las religiosas evitaron la "o" final) por el académico venezolano José Luis Salcedo Bastardo, que en otra coincidencia es el actual presidente de la Academia Venezolana de la Lengua.
En aquella su primera escuela conoció al Padre Indio, quien fue uno de los que apoyó su traslado a Caracas, desde donde obtuvo una beca para estudiar la carrera de Filosofía y Letras en Madrid y obtener un doctorado en el Archivo de las Indias, en la ciudad española de Sevilla.
La maestría de Antropología Social y Lingüística la obtuvo en la Universidad Autónoma de México, mientras que en otra pasantía por España estudió también Periodismo y Educación Artística.
Además de tareas académicas y desgastantes pasajes por los ministerios de Justicia y Educación, que se reparten los asuntos indígenas en Venezuela, Krisólogo rescata como su labor más satisfactoria, junto con sus libros, la de la fundación y presidencia del Museo de Antropología e Historia de su estado. (FIN/IPS/eg/cr/99