Sutiles discrepancias en la coalición gobernante de Alemania sobre los ataques de la OTAN contra Yugoslavia revelan la aprehensión de los alemanes respecto de la primera participación en una ofensiva militar desde la segunda guerra mundial.
Al menos cuatro aviones tornado de Alemania realizaron ataques aéreos contra Yugoslavia esta semana como parte de la campaña de la OTAN para que el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic retire sus fuerzas de la provincia separatista serbia de Kosovo, de mayoría albanesa, y acepte un acuerdo de paz.
Bonn descartó cualquier participación en acciones militares terrestres, pero aun esta intervención limitada habría sido inconcebible hace sólo unos pocos años.
La participación en ofensivas militares ha sido por mucho tiempo un tabú en Alemania -que no quiso tomar parte en la guerra del Golfo-, una actitud comprendida y respetada por sus aliados de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).
Sin embargo, el parlamento respaldó el viernes la prolongación de la intervención alemana en los ataques aéreos contra Yugoslavia, con la oposición del Partido del Socialismo Democrático -antiguo Partido Comunista de Alemania Oriental- y sectores del Partido Verde, originado en el movimiento pacifista de los años 60.
Incluso los conservadores demócratas cristianos y los socialistas cristianos de Bavaria dejaron de lado su animosidad contra el gobernante Partido Social Demócrata por la nacionalidad dual de los trabajadores inmigrantes y respaldaron al ministro de Defensa, Rudolf Scharping.
Las profundas divisiones ideológicas que normalmente hubieran acompañado este tipo de debate fueron suavizadas por el hecho de que Alemania ocupa actualmente la presidencia rotativa de la Unión Europea (UE) e intenta lograr acuerdos en el bloque más que impulsar sus propios intereses nacionales.
"Alemania debe presentar la imagen de una Europa unificada con respecto a las acciones en Kosovo", dijo un funcionario de Bonn.
"Si los líderes de la UE no hubieran estado reunidos en Berlín (en el momento de la decisión sobre los ataques de la OTAN), habría parecido que Estados Unidos manejó a Europa, y los pacifistas habrían protestado más enérgicamente", agregó.
El funcionario señaló que "en el pasado, el militarismo alemán equivalía a patriotismo y expansionismo, pero ahora equivale a unidad con el resto de Europa".
Por esa razón, el canciller (jefe de gobierno) alemán Gerhard Schroeder destacó el viernes en la cumbre de mandatarios europeos que "Europa habla con una sola voz sobre el conflicto de Kosovo".
Sin embargo, las autoridades alemanas guardan sus recelos, conscientes de la gran antipatía de los serbios hacia Alemania como resultado de la antigua política expansionista nazi en los Balcanes.
Algunos políticos temen incluso represalias directas contra soldados alemanes en países vecinos.
El demócrata-cristiano Volker Ruhe, ex ministro de Defensa, sostuvo que las tropas alemanas deberían ser retiradas de Macedonia, ya que están allí como parte de una fuerza de mantenimiento de la paz y no para hacer la guerra.
El pueblo alemán teme que la participación en conflictos externos genere inseguridad en su propio país, dado que la guerra en Kosovo podría arrojar miles de refugiados a las puertas de Alemania.
Desde la captura del líder kurdo Abdullah Ocalan por el gobierno de Turquía y los disturbios kurdos en toda Europa, los alemanes temen que el conflicto se extienda hasta su propio suelo, que alberga a numerosos turcos. A esto se sumaría un nuevo problema.
Estadísticas oficiales revelan que cerca de 1,3 millones de ciudadanos de la antigua Yugoslavia residen en Alemania, y 720.000 de ellos proceden de Serbia y Montenegro (actual Federación Yugoslava). El número de kosovares de origen albanés en Alemania se estima en 100.000.
Los albaneses residentes en Alemania y Suiza serían la principal fuente de armas para los guerrilleros separatistas de Kosovo, según trascendió. (FIN/IPS/tra-en/ys/mk/mlm/ip/99
