VENEZUELA: La muerte rescata del olvido a su mayor científico

Tuvo que fallecer para que los venezolanos supieran que uno de sus compatriotas era uno de los grandes científicos mundiales y que su desaparición fue lamentada tanto por los astronatutas como los neurocirujanos de todo el mundo.

Se trata de Humberto Fernández Morán, el descubridor, entre otros muchos inventos, del bisturí de diamante, con el que se cortaron las rocas de la superficie lunar, y al que se escamoteó el Premio Nobel por negarse a cambiar su nacionalidad.

Fernández falleció el miércoles 17 en Suecia, más que olvidado desconocido para los venezolanos, porque su figura fue castigada con el ostracismo por haber aceptado ser ministro de Educación durante los 10 días finales de la última dictadura (1948-1958).

"Humberto murió como su libertador Simón Bolívar y el general Francisco de Miranda, solo y abandonado a su suerte", dijo Neil Armstrong al diario La Verdad, que se edita en la petrolera ciudad de Maracaibo, donde hace 75 años nació Fernández.

Armstrong, el comandante del Apolo 11 y la primera persona en pisar la luna, inició una amistad que duró hasta su muerte con Fernández, cuando éste era Investigador Principal del Programa Lunar Apolo de la NASA, en la base estadounidense de Cabo Cañaveral.

"El no era sólo un científico gigantesco, sino que siempre estuvo muy preocupado por nuestros desplazamientos en el espacio", comentó Armstrong, para quien el sabio venezolano fue su compañero de tripulación en el histórico viaje de 1969, aunque no lo acompañase físicamente sino a través de sus hallazgos.

Astronautas y personal de la NASA guardaron el jueves 18 un minuto de silencio en todas sus instalaciones, al conocer el deceso, y anunciaron que prepararán actos de homenaje a su figura, por su decisiva contribución a la carrera espacial.

Fernández, no tenía un sentimiento negativo sobre su destino. "Mis luchas son las de El Quijote, batallas que uno pierde, pero las gana la causa", decía.

El científico fue un defensor a ultranza de que la transferencia de tecnología a los países del Sur en desarrollo fuese acompañada con la formación científica y profesional, para ir eliminando la dependencia técnica del Norte industrial.

Además del bisturí de diamante, que revolucionó también la neurocirugía, su otro invento más conocido fue el desarrollo del microscopio electrónico superconductor.

El bisturí de diamante sirve para cortar con precisión atómica desde tejido corporal hasta las rocas lunares, y su primera versión la construyó Fernández a los 20 años.

El microscopio de Fernández permite una resolución tan alta que se puede ver la estructura fina de la materia.

Médico, biofísico, neurólogo y neuropatólogo, realizó sus estudios académicos en Alemania, Estados Unidos y Suecia, además de Venezuela, donde creó el Instituto de Investigaciones Científicas, que sigue siendo el mayor semillero de ciencia de este país sudamericano.

El presidente de la Academia Venezolana de la Lengua y ex ministro de Cultura, Ciencia y Tecnología, José Luis Salcedo Bastardo, aseguró que Venezuela perdió al científico más grande que ha tenido en toda su historia.

"Con Humberto dio el caso, desgraciadamente no muy raro, de la envidia, la mezquindad, la mala suerte, en cierto modo", afirmó Salcedo, uno de los principales historiadores del país.

"Aquí lo que siempre encontró fueron obstáculos e ingratitud", explicó Salcedo, para quien la suerte de Fernández se enlaza con un hecho sobre el que el país debería reflexionar.

"De los grandes venezolanos ninguno ha muerto en Venezuela", afirmó Salcedo.

Citó en esa lista a Miranda, precursor de la independencia, a Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, y a éste mismo, muerto en la población colombiana de Santa Marta, junto con el general Antonio José de Sucre, libertador de Bolivia, el gramático Andrés Bello y la compositora y pianista Teresa Carreño.

En 1967, Fernández se convirtió en el único científico latinoamericano en ganar el Premio Internacional John Scott, llamado el Nobel estadounidense, y en 1979 también logró en ese país el Premio Sagamore, otorgado por el Instituto Tecnológico de Masachusetts, conocido por sus siglas en inglés MIT.

La NASA también lo premió como uno de los investigadores que más contribuyó a la aventura espacial.

Pudo haber obtenido fácilmente el Premio Nobel de medicina y Estados Unidos intentó candidatearlo para el galardón em más de una oportunidad, pero Fernández nunca quiso abandonar su nacionalidad venezolana, aunque era consciente que eso le costaba el galardón, aseguraron allegados e investigadores.

Profesor vitalicio de la Universidad de Chicago, también impartió clases en diferentes periodos en otras universidades de Estados Unidos, como Harvard y George Washington, y en el MIT, cuya experiencia soñó siempre con replicar en Venezuela, como comentó la última vez que visitó el país, en 1986.

Fernández fue, además, docente de la Real Academia y el Instituto Nobel de Investigaciones Celulares y Genética, en Suecia. Su fluidez en seis idiomas le ayudó a trabajar en diferentes países. (Fin/IPS/eg/sc la/99

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