La docencia se convirtió en una profesión peligrosa para los profesores de Indonesia que dan clases en el ocupado Timor Oriental, por lo que muchos sólo se limitan a enseñar lo que indican los programas y no se ocupan de nada más.
Esa actitud implica que los maestros no expulsan a los alumnos de clase, no los reprueban ni los ofenden de ninguna manera, por temor a ser víctimas del resentimiento y la violencia que se manifiestan frecuentemente contra quienes no son timorenses.
Cada vez más profesores expresan su hartazgo por la confusión y la agresividad de los estudiantes y por la inestabilidad que se vive en Timor Oriental desde que se planteó la posibilidad de votar por la autonomía o la permanencia del territorio como una provincia más de Indonesia.
Timor Oriental fue invadido por Indonesia en 1975, una vez que Portugal, metrópoli del territorio a partir de 1859, se retiró del mismo. Yakarta anexó a la zona invadida en 1976.
Desde entonces, Yakarta envió a 4.000 docentes indonesios que representan 76 por ciento del total de los maestros de Timor Oriental.
El territorio tiene 800.000 habitantes, 64 centros preescolares, 766 escuelas primarias, 117 escuelas secundarias, 38 centros preuniversitarios y 16 centros de formación terciaria.
Unos 3.000 maestros y profesores se reunieron frente a la sede provincial del ministerio de Educación para pedir al gobierno que los envíe de vuelta a sus hogares. "No podemos cumplir con nuestras tareas en un clima de terror y acoso físico constantes", gritó su portavoz.
El momento que viven los timorenses perjudicó el sistema educativo. Los profesores abandonan sus puestos, por lo que miles de estudiantes quedan sin clases.
Los profesores no tienen interés en aceptar empleo en Timor Oriental, y menos aún en quedarse en la región más pobre y atrasada de Indonesia, a lo que ahora se suma el clima de tensión política.
"Hay un sentimiento público de venganza contra todo lo que parezca extranjero. (Los timorenses) perciben la independencia como una ausencia de leyes y normas. Sienten que es hora de resistirse a todo", apuntó Florentino Sarmento, director de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Dili.
Los casos de maltrato a los profesores por parte de los alumnos van en aumento. "Todos los días recibimos noticia de un nuevo acoso contra algún profesor por parte de estudiantes o de sus padres", señaló Sarmento.
"Si hacemos que un estudiante repita el año, tenemos problemas. Sus padres irrumpirán en la clase y nos golpearán frente a nuestros alumnos", se quejó Manfred Yohannes, un profesor procedente de Kupang, en la provincia de Nusatenggara Occidental, al oeste de la isla.
"La frustración es muy grande, si uno es un buen profesor. No se puede seguir el principio de 'sólo enseñar y punto' para siempre. Uno debería hacer lo mejor para que sus estudiantes sean más capaces, más sensibles y más buenos. De eso se trata la docencia", dijo el maestro Paeman Belyana.
Belyanan recordó que el padre de un alumno al que había dicho que no podía presentarse a un examen por exceso de ausencias lo amenazó con un machete, lo insultó y lo golpeó frente a toda la clase en Liquicia, cerca de Dili.
Pudjiastuti, una profesora del liceo de Dili, relató que uno de sus alumnos la golpeó hasta que se le cayeron dos dientes. Y otra profesora, que trabaja en Bacau, contó que un alumno "asió mis pechos y mis muslos mientras profería palabras obscenas".
El diario Suara Timor Timor informó de casos en que los alumnos arrojaron a los profesores bolsas de plástico que contenían excremento de animales y orina, mientras estaban en clase.
Los profesores extranjeros fueron víctimas de la violencia que caracteriza a Timor Oriental en las dos últimas décadas. El Foro de la Asociación de Docentes de Timor Oriental reveló que 150 maestros fueron víctimas de actos violentos entre 1976 y 1988, de los cuales 13 fueron baleados o apuñalados, aunque ninguno murió.
Ahora, los docentes temen que la situación empeore. Yohannes se siente afortunado porque se parece a la población local y sabe hablar tetun, la lengua de los timorenses.
La vida de Yohannes es la típica de un profesor indonesio designado para enseñar en una región remota. Va caminando a su trabajo, lo que suma 14 kilómetros por día, vive en una pequeña casa sin electricidad, como es habitual en los pueblos timorenses, y recibe un salario modesto.
Es común que sus alumnos lo reciban con la pregunta: "Profesor, ¿cuándo se irá de aquí? Queremos ser libres".
El profesor Hipólito Apariço reprochó a las autoridades y los centros educativos por la ausencia de protección. Los maestros "van a la policía, al comando militar correspondiente o al ministerio de Educación en busca de protección. Siempre vuelven con las manos vacías", declaró.
Apariço aclaró que está de acuerdo con el deseo de los timorenses de liberarse del dominio de Indonesia, pero señaló que lo ocurrido últimamente se debe a los cambios políticos que se avecinan.
"La violencia se intensificó a partir del momento en que el gobierno de Indonesia ofreció las dos posibilidades, la autonomía ilimitada o la independencia. Entonces los timorenses sintieron que es hora de echar a los indonesios de su territorio", sostuvo.
El Departamento de Cultura y Educación de Indonesia invirtió hasta el momento 6,2 millones de dólares para sacar a los profesores extranjeros de Timor Oriental, pero la iniciativa generó críticas por parte de los académicos timorenses.
"El gobierno debería protegerlos en lugar de sacarlos de aquí. Si el gobierno quiere hacer algo bueno por la región, debería mejorar la educación, y no empeorarla", indicó Theo Tidja Balela, rector de la Universidad de Timor Oriental.
El director de Defensa y Militares, general Wiranto, anunció que los militares ocuparán el lugar de los profesores que se fueron. "Enviaremos a nuestros soldados a dar clases en los centros de enseñanza de Timor Oriental", declaró a la prensa desde Yakarta.
La reacción de muchos timorenses fue cautelosa. "Los militares mercen un poco de confianza, en tal caso", declaró Isabela Perreira, directora del Comité de Timor Oriental para las Víctimas de Violencia y Desaparecidos.
"Pero creo realmente que esa será la excusa para enviar más soldados a la isla y reforzar su control sobre otros sectores de nuestra vida aquí", sostuvo Perreira. (FIN/IPS/tra-en/ky/js/ral/ceb/aq/hd-ed/99