Las otrora buenas relaciones entre la pequeña Singapur y su gran vecina Indonesia se enfriaron desde que el presidente indonesio Bacharuddin Jusuf Habibie calificó a esta ciudad estado como un simple "punto" en el mapa.
Las declaraciones del año pasado, que implican que Singapur no es un país por derecho propio, representaron el comienzo de una fase de tensión entre las dos naciones que comenzó poco después de que Habibie asumió la presidencia en mayo de 1998.
El incidente es una señal más de las tensiones subyacentes en el sudeste de Asia que fueron avivadas y exacerbadas por la recesión económica imperante en la región.
El mes pasado, hablando con un periodista de Taiwan, Habibie declaró que Singapur es un país racista que discrimina contra la minoría malaya, sobre todo con respecto a los ascensos en las fuerzas armadas.
Esas declaraciones no fueron bien recibidas en Singapur, que se enorgullece de fomentar la armonía étnica en la población de 3,9 millones de habitantes, integrada por una mayoría de origen chino, junto con malayos e indios.
Singapur ha sido históricamente sensible a los asuntos étnicos, siendo el único estado de mayoría china rodeado por naciones mucho más pobladas y principalmente malayas, como Malasia e Indonesia, con 22 millones y 210 millones de habitantes respectivamente.
Singapur se independizó de Malasia en 1965, debido a diferencias en asuntos como la política étnica.
Funcionarios y políticos, medios de comunicación y dirigentes comunitarios se apresuraron a negar las acusaciones de racismo, y sostuvieron que las declaraciones de Habibie se deben a que el líder fue "mal informado".
Una organización de la comunidad malaya incluso proporcionó a la embajada de Indonesia en Singapur estadísticas sobre la cantidad de altos mandos malayos que se integraron a las fuerzas armadas desde la independencia.
Observadores señalan que la antipatía de Habibie hacia Singapur se debe a que, en febrero de 1998, el ministro de Singapur Lee Kwan Yew declaró que los mercados financieros se "perturbaron" por que el ex dictador Alí Suharto lo designó a la vicepresidencia de Indonesia.
"Sus ataques contra Singapur se alimentan de este sentimiento residual. Pretende el respeto de Singapur y de Lee Kwan Yew y, a cambio, él los respetará", aseguró Umar Juoro, asesor de Habibie.
A medida que sube la temperatura política en Yakarta, en vísperas de las elecciones generales de junio y por consecuencia de la recesión, Habibie y sus partidarios aumentaron los ataques contra Singapur.
En diciembre, funcionarios indonesios acusaron a Singapur de albergar a "delincuentes económicos" y de negarse a firmar un tratado de extradición que permitiría a Yakarta llevarlos ante la justicia.
Se cree que muchos empresarios indonesios de origen chino se trasladaron con su dinero y sus familias a este país luego de los disturbios que en mayo de 1998 azotaron a Indonesia y afectaron especialmente a la comunidad china.
En febrero, Yakarta amenazó con retirar los pasaportes de sus ciudadanos que sirven en el ejército de Singapur. La ley de Singapur estipula que los hijos de los inmigrantes pueden ser convocados a prestar sus servicios en el ejército por dos años.
La frialdad de las relaciones actuales contrasta con los casi 25 años de buenos vínculos entre los dos países.
En 1989, los dos firmaron un acuerdo para que las fuerzas de Singapur se entrenen en Indonesia.
En 1990, ambos lanzaron un multimillonario proyecto de desarrollo industrial en la zona de Batam. En 1994 firmaron un acuerdo de cooperación turística y de servicios aéreos, y en 1996, el primer ministro de Singapur, Goh Chok Tong, y Suharto, inauguraron el balneario Bintan.
Batam y Bintan se encuentran en el grupo de islas indonesias de Riau, a menos de una hora por barco desde Singapur.
Los vínculos económicos florecieron en los años de apogeo, pero Habibie y sus aliados ahora sostienen que Singapur es un aliado sólo de "buen tiempo".
"Singapur sabe muy bien que Indonesia está en dificultades ahora y que en este momento necesitamos su ayuda", declaró una alta asesora de Habibie, Dewi Fortuna, al diario Strait Times de Singapur.
"La asistencia humanitaria tiene un aire a caridad. Queremos que Singapur nos consiga inversiones y nos ayude a financiar la deuda externa. Esto concederá a Singapur la buena voluntad de Indonesia", explicó.
Algunos analistas creen que los fuertes lazos que mantuvo el gobierno de Singapur con allegados a Suharto, como el general Murdani, un católico, y el millonario chino-indonesio Anthony Salim, podrían actuar en su contra.
"Los indonesios musulmanes estaban especialmente disconformes, viendo en la relación un nexo chino-cristiano que operaba en su desmedro", observó el periodista del Strait Times Chua Lee Hong.
Las naciones que participaron en la "gran fiesta" de la época de Suharto y "robaron el dinero del país" deben darse cuenta de que los tiempos cambiaron, advirtió el ministro indonesio de cooperativas Adi Sasono, en entrevista con Radio Singapur Internacional.
El viceprimer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, advirtió a la población que el país está en medio de una gran tormenta regional, y que debe mantenerse unida.
Los medios de comunicación informan a diario sobre disturbios, matanzas religiosas y conflictos sociopolíticos en Indonesia.
Poco indica que las relaciones entre ambos países se recuperarán pronto, sobre todo en vísperas de las elecciones en Indonesia. Los analistas advierten que, sea cual sea el resultado electoral, los vínculos bilaterales verán más turbulencia en el futuro.
"El pronóstico más realista es que cualquier dirigente indonesio que surja tras las elecciones será sometido a presiones populistas, algunas de las cuales tendrán un impacto negativo sobre Singapur", advirtió el periodista Hoong. (FIN/IPS/tra-en/ks/js/aq/ip/99