Los mares Báltico y del Norte albergan 302.857 toneladas de armas químicas que podrían sufrir filtraciones que amenazarían seriamente a la vida marina, advirtieron organizaciones ambientalistas en Rusia.
No existe ningún plan para combatir el peligro representado por los desechos químicos, que están allí desde la segunda guerra mundial.
La mayor parte de los químicos fue confiscada a la Alemania nazi, pero aproximadamente 45.000 toneladas proceden de las potencias aliadas. Los químicos fueron arrojados al mar Báltico en virtud de un acuerdo entre los aliados.
Los químicos fueron cargados a bordo de 60 barcos que fueron hundidos entre 1946 y 1947. Actualmente sólo se conoce la ubicación de 42 de las naves, que yacen entre 200 y 700 metros de profundidad, según el almirante retirado Tengiz Borisov, el principal especialista ruso en armas químicas.
"No hay nadie a quien culpar. El método parecía bastante seguro, teniendo en cuenta el grado del conocimiento científico de los años 40", afirmó.
Sin embargo, los ambientalistas creen que es posible que los tóxicos se filtren, lo que sería un desastre para el mar Báltico y partes del mar del Norte, y afectaría la recolección de más de dos millones de toneladas de pescado por año.
"La biodiversidad del Báltico está amenazada por estos químicos que ya contaminaron el mar en pequeñas cantidades", dijo Igor Abramov, del Instituto de Oceanografía de Kaliningrado.
El Instituto ganó celebridad por asistir al director estadounidense James Cameron en la filmación del Titanic en el fondo del mar, para la película del mismo nombre.
Los expertos del Instituto utilizaron los mismos minisubmarinos que se ven en la película para explorar el fondo del mar Báltico.
Borisov afirmó que aproximadamente 270.000 toneladas de químicos hundidos por fuerzas británicas y estadounidenses yacen ahora en el lecho del mar entre Dinamarca, Noruega y Suecia, donde el mar Báltico se une con el mar del Norte.
El resto fue arrojado por la flota soviética desde la costa de la ciudad de Kaliningrado en el mar Báltico.
Los soviéticos tenían premura por arrojar los desechos antes del plazo fijado, el 31 de diciembre de 1947, pero no utilizaron barcos para enviar la mortal carga al fondo.
En su lugar, los militares soviéticos simplemente arrojaron los tanques por la borda, sumergiéndolos en grandes áreas en lugar de concentrarlos dentro de un barco hundido.
"Paradójicamente, esa práctica primitiva resultó ser más segura, porque un tanque no contiene suficiente veneno para causar una contaminación peligrosa", según Borisov.
"Al contrario, cuando los tanques con químicos se concentran dentro de un barco hundido, las capas superiores presionan y gradualmente destruyen las capas inferiores de los tanques, pudiendo provocar una filtración masiva", explicó.
La mitad de los tanques que han estado sumergidos por más de 50 años contienen gas mostaza, mientras que los otros tienen más de una docena de otros venenos mortales, incluso el zyklon B, el gas neurotóxico utilizado por los nazis en las cámaras de gas.
Los expertos rusos calculan que las paredes de ocho milímetros de los tanques de acero se oxidan a un promedio de un milímetro cada seis años, lo que significa que podrían romperse luego de 48 años.
Por esa razón se calcula que ahora debe haber cierto cierto grado de contaminación, y se estima que las filtraciones masivas podrían ocurrir en de los próximos cinco o siete años, dijo Borisov, que propuso un plan para aislar los barcos con un concreto especial.
Las sustancias de las armas químicas, especialmente el gas neurotóxico, provocan cáncer y mutaciones en el cuerpo humano, según el profesor Valentin Tarasov, presidente de la Sociedad Rusa de Investigación de Mutaciones.
"La humanidad produjo alrededor de 10 millones de sustancias químicas hasta ahora, pero sólo unas pocas docenas son tan peligrosas como el gas neurotóxico. No hay niveles de seguridad con él", dijo a IPS.
Sin embargo, muchos científicos de la región creen que el problema fue localizado y que no afectará a todo el mar Báltico.
Las armas químicas sumergidas sólo serían peligrosas si los barcos pesqueros realizaran su labor cerca de los lugares contaminados, y esto puede evitarse porque los lugares donde se arrojaron los tanques están marcados en todos los mapas, aseguran.
"Se creía que el gas neurotoxico se disolvería en el agua, perdiendo todas sus cualidades peligrosas en sólo 5 horas, debido a un proceso de hidrólisis", explicó Vladimir Anikiyev, vicepresidente del Comité para la Seguridad Ambiental de Rusia.
"Sin embargo, debe recordarse que estos experimentos fueron realizados en laboratorios con agua a una temperatura de aproximadamente 20C. Es mucho más fría en el fondo del mar del Norte, y la hidrólisis lleva mucho más tiempo", agregó.
Las 300.000 toneladas de desechos químicos en el fondo del mar Báltico triplican la cantidad actual en los arsenales de Rusia y Estados Unidos juntos.
Actualmente, decenas de miles de toneladas de gases venenosos militares se guardan en siete grandes instalaciones de almacenamiento, a lo largo de Rusia.
Al ratificar la Convención Internacional sobre Armas Químicas en noviembre de 1997, Moscú prometió destruir todas sus armas químicas antes del 2008, pero ahora dice que necesita 5.500 millones de dólares para hacerlo.
Rusia pidió ayuda internacional para construir siete plantas para deshacerse de las armas químicas y proporcionar dinero para dar una mayor seguridad a las armas.
Además, Moscú sostiene que no puede cumplir con el compromiso de destruir las armas químicas, que se estiman en 44.000 toneladas, dentro de los próximos 10 años.
Rusia se amparará en una disposición de la convención que le otorgaría cinco años adicionales, según el general Valery Kapashin, director del departamento de eliminación de armas químicas del Ministerio de Defensa ruso.
Los ambientalistas afirman que la seguridad rusa es insuficiente, y que los lugares de almacenamiento de las armas químicas podrían ser vulnerables a los robos o a los ataques.
"Si es tan seguro sumergir los tóxicos químicos en el fondo del mar, entonces por qué Estados Unidos y Rusia no emplean este método para deshacerse de sus armas químicas. Evidentemente, porque los químicos sumergidos constituyen una gran amenaza para el ambiente", concluyó Anikiyev. (FIN/IPS/tra-en/sb/mk/at/aq/en/99