Los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra objetivos militares en Yugoslavia podrían tener consecuencias inesperadas en Europa oriental, advirtieron analistas en Rusia.
Rusia es un aliado tradicional de Serbia, y al igual que otros estados de la ex Unión Soviética, el gobierno ruso se opuso firmemente al ataque de la OTAN contra el presidente serbio de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, por su negativa a aceptar un acuerdo de paz para la separatista provincia de Kosovo.
El presidente Boris Yeltsin apareció ante la televisión rusa pocas horas antes de que las primeras bombas cayeran sobre Serbia, en un intento infructuoso para que su par estadounidense Bill Clinton evitara ese "paso trágico y dramático".
Antes, Clinton había llamado por teléfono a Clinton para cerrar la brecha abierta entre ambos países por el problema de Kosovo, donde 90 por ciento de la población es de ascendencia albanesa.
El primer ministro Yevgeny Primakov, quien canceló abruptamente una visita a Washington el martes, declaró a su vuelta en Moscú que los ataques aéreos no traerán la estabilidad a Kosovo.
"Por el contrario, la situación se desestabilizará y se perjudicarán nuestras relaciones con Estados Unidos y la estabilidad en Europa", agregó.
Rusia convocó una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para discutir la situación.
En una sorpresiva reacción al ataque de la OTAN, el parlamento ucraniano votó este miércoles por abandonar el estatuto de zona libre de armas nucleares del país, lo que habilita el camino para ingresar armas nucleares retiradas tras el colapso soviético en 1991.
El partido Eslavo de Ucrania apoyó la posición de Moscú a la OTAN, y pidió formar una "alianza anti-OTAN". Además, el parlamento también aprobó acuerdos relativos a la Flota del Mar Negro, situada en la península de Crimea, un asunto problemático entre Rusia y Ucrania.
En febrero, luego de casi dos años de demoras, el parlamento ruso superó la oposición nacionalista y ratificó un tratado que define a Ucrania como país soberano y compromete a ambos países a mantener relaciones pacíficas.
Pero los legisladores rusos señalaron que el tratado sólo entraría en vigor después de que el parlamento ucraniano ratificara los acuerdos de la Flota del Mar Negro.
Este mes, el parlamento ucraniano también votó incorporarse a la unión legislativa de las 12 antiguas repúblicas soviéticas.
La sorpresiva acción del parlamento significó un posible acercamiento con Rusia y Belarús, y un posible revés para la política de Occidente en Europa central, que procura mantener las divisiones entre Moscú y Kiev, aseguraron analistas.
Así mismo, el presidente de Belarús, Alexander Lukashenko, dijo que su país comparte la posición rusa con respecto a Kosovo, y calificó los ataques de la OTAN de acto de agresión.
"El ataque contra un estado soberano fue un acto de agresión con sus ulteriores consecuencias", dijo Lukashenko a la televisión, a la vez que expresó su "pleno apoyo" a la posición de Primakov.
Lukashenko dijo que Belarús podría otorgar a Yugoslavia ayuda militar, que incluye el envío de armas, por la acción de la OTAN.
Analistas rusos afirman que ahora Moscú puede considerar el despliegue de armas nucleares en Belarús. El retorno de los misiles nucleares cerca de la frontera con Polonia, un nuevo integrante de la OTAN, se considera un problema potencialmente explosivo en las relaciones de Rusia con Occidente.
Lukashenko dijo que su país cometió un gran error al renunciar a los misiles nucleares soviéticos, y sugirió que le gustaría tener un nuevo arsenal nuclear.
Los gobiernos de Occidente recurrieron a varios argumentos para justificar el ataque contra Serbia, sobre todo la necesidad de evitar una catástrofe humanitaria en Kosovo.
Mientras aumentaba la tensión por Kosovo, Rusia se opuso a la posibilidad de que la OTAN bombardeara objetivos serbios.
Yeltsin dejó en claro que esa actitud sería un "golpe para la comunidad internacional". El canciller ruso Igor Ivanov señaló que, ante esa eventualidad, Moscú consideraría violar el embargo al tráfico de armas que la ONU impuso contra Yugoslavia.
Rusia también retiró su representante ante la OTAN este miércoles, pero no quedó claro si esa decisión es permanente.
Pero los analistas señalan que Rusia no puede romper relaciones con Estados Unidos ya que tendría más dificultades para obtener nuevos préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI), necesarios para superar su actual crisis económica.
Primakov se dirigía a Washington para conseguir 15.000 millones de dólares del FMI cuando canceló su vuelo. De todas maneras, Moscú seguirá negociando nuevos préstamos con la institución financiera, informó el viceministro de finanzas Oleg Vyugin.
El ex presidente soviético Mijail Gorbachov calificó de "error" la decisión de la OTAN y predijo el deterioro de las relaciones entre Occidente y Rusia.
Analistas rusos argumentan que la decisión de la OTAN de autorizar el bombardeo contra Yugoslavia sin la autorización de la ONU establece un precedente peligroso.
La medida también minimizaría el papel de la ONU, en la que Moscú tiene poder de veto en el Consejo de Seguridad por su calidad de miembro permanente.
El ataque "provocará el entierro de la ONU y del Consejo de Seguridad", opinó el analista político Adronik Migranyan.
"Evidentemente, no se trata de evitar una catástrofe humanitaria, sino de demostrarle a todo el mundo quien es el jefe", concordó Oleg Ostroujov, investigador del Insituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales, de Moscú. "Es la ley de la jungla en acción", agregó. (FIN/IPS/tra-en/sb/mk/aq/ip/99