/REPETICION/INDONESIA: Militares acusados de instigar violencia

El gobierno de Indonesia debe investigar la causa de la violencia entre cristianos y musulmanes, en especial informes sobre la participación de instigadores del ejército, urgió Human Rights Watch/Asia (HRW/Asia).

Sidney Jones, directora de la filial asiática de la organización defensora de los derechos humanos, describió el conflicto en la isla indonesia de Ambon como una "guerra civil" entre ambas comunidades.

"La violencia es sumamente perjudicial para las relaciones entre las comunidades de Indonesia en general", dijo a IPS Jones, quien ha observado de cerca los asuntos del país asiático durante más de 25 años y visitó la isla en febrero.

"Es muy probable que elementos del ejército hayan estado directamente involucrados en la serie de incidentes violentos, incluidos los de Ambon, que estallaron en el país desde el pasado noviembre", afirmó.

El informe de 30 páginas acusa al gobierno de Jusuf Habibie de ser demasiado lento y "tibio" en la investigación de las causas del conflicto de Ambon y otras partes de Indonesia, en particular en vista de las numerosas acusaciones de provocación del ejército, tanto a nivel local como nacional.

Cerca de 90 por ciento de la población de Indonesia, de 210 millones, es musulmana, pero esta comunidad y la cristiana están bastante parejas en Ambon.

El gobierno de Estados Unidos, que considera a Indonesia como una prioridad de su política exterior este año, teme que los conflictos comunitarios de todo el archipiélago impidan la restauración del crecimiento económico y la estabilidad política.

En mayo de 1998, Alí Suharto renunció a la presidencia luego de 35 años de gobierno debido al creciente descontento popular por la crisis económica. Su sucesor, Habibie, prometió restaurar la economía y el orden democrático.

Washington consideró por mucho tiempo a Indonesia, un gran productor de petróleo, como un actor clave en Asia oriental, dada su ubicación junto a algunas de las rutas marítimas más importantes del mundo y su condición de contrapeso de China.

"Tenemos muchas cosas en juego en Indonesia, y la posibilidad de su desintegración es una de nuestras pesadillas", declaró un funcionario de Washington.

Unas 200 personas murieron violentamente en Ambon desde enero, y otras 30.000 fueron desplazadas y viven en refugios temporarios en la ciudad de Ambon o en sus alrededores. Además, decenas de miles de inmigrantes musulmantes, principalmente de Sulawesi, debieron huir de la isla.

El gobierno no permitió todavía el acceso regular de organizaciones humanitarias y de ayuda internacional en general a las zonas donde se encuentran los desplazados.

La violencia también estalló en los últimos días en Saparua, otra isla de la cadena Mollucca situada en la parte oriental del archipiélago indonesio, explicó Jones.

El informe no acusa directamente al ejército ni a oficiales específicos de provocar la violencia en Ambon, y destaca que las tensiones entre ambas comunidades religiosas existían desde antes de estallar el conflicto.

La comunidad cristiana en particular resiente desde hace años la llegada de musulmanes de Sulawesi, y líderes locales de ambas partes consideran que la violencia fue en gran parte instigada localmente, señaló Jones en su informe.

Sin embargo, otros líderes creen que oficiales del ejército y gángsters vinculados a la familia Suharto actuaron como provocadores, de acuerdo con la investigación.

Medios de prensa, opositores y aun altos funcionarios del gobierno indonesio afirmaron que la violencia entre comunidades fue estimulada como parte de una estrategia de militares renegados para impedir las elecciones parlamentarias previstas para junio y promover un retorno al régimen militar.

"Gran parte de los enfrentamientos del año pasado fueron resultado de una provocación planificada por la antigua elite militar y civil, que intenta desesperadamente aferrarse al poder", concordó Dan Lev, profesor de ciencia política de la Universidad de Washington y experto en asuntos indonesios.

La violencia que afecta a Ambon desde enero tiene sus antecedentes en los enfrentamientos entre musulmanes y cristianos que en noviembre provocaron la destrucción de gran parte del barrio ambonés en Jakarta, la capital, observó Lev.

Agregó que "en ese caso, no hay duda de que la violencia fue provocada desde afuera".

Los incidentes de noviembre forzaron a muchos cristianos amboneses residentes en Jakarta a volver a Ambon con intenciones de venganza, según analistas.

Aunque no existen pruebas concluyentes sobre la actuación de provocadores externos, "las acusaciones son tan graves y formuladas por tan altos funcionarios, incluido el comandante de las fuerzas armadas, que el gobierno debe investigarlas mucho más profundamente que hasta ahora", exhortó HRW/Asia.

El informe también censura la actuación del ejército durante los hechos de violencia. Durante la primera etapa del conflicto (entre el 19 de enero y el 14 de febrero), el ejército y la policía casi no intervinieron mentras estallaba la violencia en varias zonas de Ambon y en pequeñas islas vecinas.

Durante la segunda etapa, el ejército empleó la fuerza para contener la violencia, pero como sólo estaba equipado con balas cargadas de pólvora, el número de víctimas fatales aumentó notoriamente. HRW/Asia urgió al gobierno a proveer a todos los soldados equipos no letales para el control de disturbios.

Ambas comunidades involucradas en el conflicto acusaron a las fuerzas de seguridad de parcialidad. Según los musulmanes, la policía favorece a los cristianos, y según éstos, el ejército está del lado de los musulmanes. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ml/ip hd/99

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