//REPETICION//ECUADOR: Muere Oswaldo Guayasamín, el mayor artista nacional

El pintor Oswaldo Guayasamín, considerado el mayor artista de la historia de Ecuador, falleció hoy a los 79 años en una clínica de Baltimore, Estados Unidos. Poco antes, dijo que necesitaba 200 años más para cumplir todos sus proyectos.

La noticia de su muerte coincidió con una huelga nacional contra el gobierno de Jamil Mahuad, lo que dio ocasión a que en muchos de los actos sindicales se homenajeara al artista.

Guayasamín era considerado por los expertos uno de los mayores pintores latinoamericanos. Dejó inconcluso un proyecto denominado Capilla de Hombre, cuya construcción no abandonó hasta pocos días antes de su muerte. Allí pensaba reunir, en un gran mural-museo, todo lo bueno que ha dado América, en lo político y lo cultural.

El padre del pintor fue antes de casarse tallador de madera, pero siempre se opuso a la vocación de su hijo, tal vez por la extracción humilde de la familia.

"Vengo de una familia pobre. Mi padre tuvo que hacerse chofer de taxi y dejar el tallado. El se oponía a que yo pintara, pero mi madre me defendía. Desde muy pequeño la pintura estuvo dentro de mí", recordó, entrevistado por IPS pocos días antes de morir.

"Yo soy una especie de escribano. Las cosas que pinto son nacidas, en parte, del medio que me rodea, pero de piel adentro son cosas que vienen de muchos milenios atrás, de todo ese dolor de años, mi voz es voz de muchas voces", agregó.

"Y lo digo con profunda humildad, pues no creo que la creación artística sea (como se dice en Occidente) algo personal", concluyó.

Hasta sus últimos días, Guayasamín trabajaba "normalmente entre 12 y 14 horas diarias" mientras escuchaba la radio. Esa vida disciplinada de los últimos años fue diferente a la agitación propia de la juventud.

"Hasta los 30 años era un poquito suelto. Vivía una especie de búsqueda angustiosa, de salir, de tomar, de conocer, de estar, de ver y sentir cosas, pero a partir de esos años empiezo a cerrarme cada vez más", dijo.

En 1956 obtuvo el Gran Premio de la Bienal de España, entre 30.000 pintores de América Latina, España y Portugal. "Con ese premio me fui a Francia y pasé dos semanas en Cannes, donde vivía Picasso. Me iba todos los días (con esta fama de haber ganado el premio) a querer visitarlo, pero nunca pude conocerlo", recordó.

"Tenía 35 años y estaba muy resentido por esto, quería hacerle un retrato y no pude. Me duró por muchos años este resentimiento. Ahora le doy toda la razón, porque el tiempo de una persona que trabaja, no puede desperdiciarse. Por eso no permito que nadie entre en mi estudio…", agregó.

"Tengo tanto en mi cabeza, miles de ideas, de proyectos… que creo que 200 años más de vida no serían suficientes para poder plasmar todo. Tengo la angustia del tiempo, de crear…", afirmó Guayasamín.

Entre sus angustias creativas figuraba La Capilla del Hombre. Para Guayasamín, esta idea era algo más que una obra artística. Era, decía, una forma de mantener viva la imagen de América Latina a través del tiempo, una forma de hacer que la humanidad tenga un espejo donde mirarse.

Su intención era que las generaciones venideras "pudieran observar la vida pasada para rescatar su identidad". La construcción abarca varios pisos. En cada uno estará una época de la historia del continente. El techo será una cúpula proyectada hacia el sol.

"Entrar en el museo será como introducirse en los hechos, los personajes, las fechas que marcaron la historia del continente, y caminar por ella rumbo al siglo XXI. Justamente el primer día del nuevo milenio, La Capilla del Hombre será inaugurada", preveía.

Guayasamín siempre fue un activista. En mayo de 1994, la UNESCO le otorgó un premio por su dedicación a la paz y a la defensa de los derechos humanos.

"La unidad de América Latina y la defensa de los derechos humanos ha sido mi interés personal siempre. Toda mi obra pictórica tiene esos temas como eje y centro conmocional. Muy pocas veces he pintado paisajes, naturalezas muertas, retratos… mi obra mayor es la preocupación por el hombre", dijo.

Su primera exposición se llamó "El camino del llanto". Luego vino "La edad de la ira", y después se dedicó "a pintar cosas sobre la ternura".

"Es una especie de sinfonía en tres movimientos. El último movimiento es un llamado al mundo, cuestionando las fronteras, banderas e himnos, pues eso nos hace enemigos de los que están al lado. Todos somos necesarios: el que pone un ladrillo, el que hace los zapatos, el que va al espacio", manifestó.

"¿Por qué no darnos las manos todos? La Capilla del Hombre, será justamente, eso, un monumento al hombre latinoamericano, un monumento a la creación, a la vida de estas tierras. Una forma de darnos las manos", prometió.

Guayasamín creía que "el creador debe ser testigo del tiempo que le toca vivir. El poeta, cuando busca cada palabra, cada puntuación. El músico, cuando propone cada sonido o espacio de silencio. El pintor, cuando se enfrenta con el espacio limitado de una tela para enriquecerla con formas y colores".

Los artistas "no pueden abstraerse de la realidad en la que viven, de la que les ha tocado ser testigo y, por supuesto, les toca asumir el testimonio", decía.

Para Guayasamín, aislarse de una realidad "cruel, violenta, deshumanizada" es burlar la esencia del mensaje artístico.

"La abstracción, necesaria para enriquecer la obra en belleza y profundidad y que sirve para que el artista establezca su individualidad, no puede ser el fin sino el medio de una obra que considera al hombre como raíz y como destino. La abstracción no puede convertirse en un elemento elusivo", afirmó.

"Espero que en el futuro prevalezca una tendencia opuesta a la deshumanización del arte", sentenciaba.

Guayasamín era también un hombre de recuerdos, tal vez porque los recuerdos eran parte de sus sueños, o sea de sus obras.

"Los recuerdos buenos o malos recuerdos son, y cuando son fuertes, todos son buenos… Porque lo de Picasso, por ejemplo, en principio fue malo, pero como recuerdo es maravilloso", afirmó.

La memoria de Neruda también lo emocionaba. "Con él nunca hablamos de arte. Yo era un lector profundo de su obra, él conocía muchísimo la mía, pero nunca hablamos de eso", dijo.

"Conversábamos de otras cosas, tomábamos unos tragos… Yo sé tocar la guitarra y cantar, su segunda mujer también era muy buena cantante y se sumaba. Teníamos reuniones de ese tipo. Era un gran creador y un excelente ser humano que también estará presente en la Capilla", recordó.

Si bien las realidades no se pueden comparar, la muerte de Guayasamín, como la de Neruda para la historia de Chile, llega en un momento de decepción personal por la realidad de Ecuador.

"Cada vez hay más pobres y algunos siguen enriqueciéndose. Pero no se buscan salidas que nos involucren a todos. Ojalá lleguen los cambios y viva para verlos", dijo, sin saber que moriría pocos días después.

Guayasamín estuvo presente en los grandes acontecimientos políticos de los últimos años, como en la caída de Abdalá Bucaram o en la firma de la paz con Perú, a la que siempre reivindicó. (FIN/IPS/kl/mj/cr/99

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