/REPETICION/ (Arte y Cultura) ECUADOR: El legado de Guayasamín

El pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín dejó un legado de 7.000 obras repartidas en colecciones públicas y privadas, museos, galerías, sedes de organismos internacionales y fundaciones.

Guayasamín, quien murió de un infarto el día 10 en Estados Unidos a los 79 años, era conocido por su obra pictórica y escultórica y un discurso social latinoamericanista que reivindicaba a las víctimas de la pobreza y la marginación y, sobre todo, las raíces culturales indígenas del continente.

Su trazo y el uso de los colores eran, a menudo, equivalentes a la rabia y la poesía que se mezclaban en sus palabras. Fue reconocido como un maestro del "expresionismo figurativo" y la clasificación sirve para ubicarlo cerca del muralismo mexicano, aunque también adoptó al comienzo, rasgos del cubismo.

Guayasamín nació el 6 de julio de 1919 en el centro histórico de Quito. Su padre, indígena, carpintero y luego taxista, y su madre, mestiza, tuvieron nueve hijos más, después de Oswaldo, quien tuvo problemas en la escuela porque hacía caricaturas de sus maestros y compañeros.

Antes de ingresar a la Escuela de Bellas Artes de Quito en 1932, vendía paisajes y retratos en la Plaza de la Independencia de Quito. En 1941 obtuvo su título de pintor y escultor.

Su primera exposición, en 1942 en la capital ecuatoriana, causó escándalo. No en vano dijo alguna vez: "Mi pintura es para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el Hombre hace contra el Hombre".

Ganó el premio Mariano Aguilera de Guayaquil en 1942 con "Retrato de mi hermano" y viajó a Estados Unidos en 1943 citado por Nelson Rockefeller, quien había quedado impresionado con aquella primera exposición y le había comprado varios cuadros.

Después de esa exposición, viajó seis meses a Estados Unidos y luego a México, dónde conoció al muralista Pedro Orozco, que lo aceptó como asistente. También se encontró con el poeta chileno Pablo Neruda y fueron amigos desde entonces.

"Con él nunca hablábamos de arte. Yo era un lector profundo de su obra, él conocía muchísimo la mía, pero nunca hablábamos de eso", dijo a IPS en Quito pocas semanas antes de morir.

Visitó Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay, entre otros países de América Latina, entre 1944 y 1945. De ese viaje surgió la primera serie conocida y exitosa llamada "Huacayñán" ("el camino de las lágrimas" en quichua).

"De pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad fuimos testigos de la más inmensa miseria: pueblos de barro negro, en tierra negra, con niños embarrados de lodo negro; hombres y mujeres con rostros de piel quemada por el frío, donde las lágrimas estaban congeladas por siglos, hasta no saber si eran de sal o de piedra", eran sus recuerdos del viaje.

La Bienal de San Pablo de 1957 lo consagró como "el mejor pintor sudamericano". Desde entonces siguió recibiendo premios y encargos de su país y del extranjero. En 1971 fue designado presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y en 1978 lo nombraron miembro de la Academia San Fernando de España.

Guayasamín trabajaba por series temáticas o etapas. La primera fue Huaycanan y luego vinieron "La edad de la ira" y "La edad de la ternura".

En "La edad de la ira" se vierte toda la miseria humana provocada por las guerras, el hambre, la pobreza, la tortura y la opresión política. Es la ira del pintor, autor de imágenes y palabras furiosas y doloridas por lo que ve.

La última serie es más esperanzada, más calma y menos furibunda. Como producción de la edad madura del pintor, muestra una postura más mística, en un sentido más distanciada de los discursos revolucionarios y en otro más cercana, por la compenetración con sus retratados, porque empezó a buscar armonías más profundas.

Su última obra, la "Capilla del Hombre" es una construcción que quedó sin terminar, junto a la casa del pintor. En el interior habría unos 2.500 metros cuadrados de murales pintados sobre paneles de acrílico que, según el artista, preservarían la pintura durante unos 1.200 años.

La "Capilla del Hombre" estaría acompañada por la Fundación Guayasamín, creada en Quito en 1976, a la que había donado su obra y sus colecciones de arte.

En la Fundación, vecina a la "Capilla del Hombre", habría un Museo de Arte Precolombino y un Museo de Arte Religioso cuyas piezas provendrían de la valiosa colección del propio artista. También habría salas de exposición de obras de Guayasamín y de artistas invitados.

La "Capilla del Hombre" era el legado artístico más monumental que Guayasamín planeaba dejar, y se proponía inaugurar la obra el 1 de enero del año 2000. Era su mensaje de paz y esperanza para el próximo milenio.

Pero aunque no pudo terminar los muros de la Capilla, el mensaje llegó a todos aquéllos que conocieron y pudieron apreciar su arte, en el sentido "guayasaminesco" de la palabra, esa versión universalista que lo concibe como sinónimo de la vida. (FIN/IPS/ceb/ag/cr/99

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