/REPETICION/ AFRICA: Víctimas de violencia sexual aúnan sus voces en Kenia

Representantes de gobiernos, organizaciones no gubernamentales (ONG) y víctimas de la violencia de género se reunieron en Kenia para celebrar una conferencia sobre las "Prácticas positivas para eliminar la violencia contra las mujeres y niñas de Africa".

El encuentro de tres días tuvo lugar en Nairobi esta semana luego de la videoconferencia de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) realizada el lunes, con motivo del Día Internacional de la Mujer.

Al igual que en la videoconferencia que unió a las ciudades de Estrasburgo, México, Nairobi, Nueva Delhi y Nueva York, las niñas y mujeres que se dieron cita en la capital keniana presentaron testimonios desgarradores de los abusos a que fueron sometidas.

Ese es el caso de Angeline Anyang, de Uganda, quien en mayo de 1996 vio a su hija de 14 años por última vez.

La joven fue secuestrada de su colegio por la Resistencia Armada de Dios (LRA), un grupo de rebeldes cuya meta es derrocar al presidente Yoweri Museveni.

Anyang cree que su hija vive al sur de Sudán, donde los rebeldes poseen una base. "Me dijeron que había dado a luz y que casi muere de las complicaciones del parto", explicó.

Unos 8.000 niños, la mayoría de sexo femenino, fueron secuestrados por el LRA desde 1996, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Las mujeres del norte de Uganda, desesperadas por reunirse con sus hijas, apelaron al gobierno para negociar con los rebeldes y lograr que les devuelvan a sus hijos.

"En los últimos 12 años, las balas hicieron todo el trabajo, pero ahora queremos diálogo. Queremos poner fin al derramamiento de sangre y a la destrucción de nuestras casas", dijo Anyang en la conferencia sobre violencia de género.

Por su parte, una adolescente de Uganda llamada Agnes narró cómo ella y otras 138 niñas fueron secuestradas de su escuela al norte del país por el LRA y llevadas al sur de Sudán, donde fueron obligadas a convertirse en "esposas" de los rebeldes.

"Fue una experiencia aterradora. Caminamos más de 100 kilómetros hasta llegar a Sudán", explicó.

Agnes intenta ahora recomponer las piezas de su vida, luego de que el ejército ugandés la liberara del cautiverio que la mantenía en manos de los rebeldes.

Su compañera, Anasthasie Kamikazi, contó cómo había sido encerrada en su choza con su madre y su hija de 12 años, donde fue sistemáticamente violada durante semanas por las milicias hutus durante la guerra de 1994 en Ruanda.

"Podía escuchar a mi propia hija clamando piedad, y prometiendo que dejaríamos de ser tutsis", recuerda.

La experiencia de Kamikazi es compartida por cerca de 500.000 mujeres que fueron víctimas de la violencia de género, específicamente la violación, durante la guerra y el genocidio de Ruanda, donde se calcula que murieron un millón de tutsis en manos de las milicias hutus.

Los participantes de la conferencia de Nairobi alabaron al Tribunal de la ONU para Crímenes de Guerra en Ruanda, que emitió un fallo histórico el año pasado cuando definió a la violación en el derecho internacional como un crimen contra la humanidad.

Esta fue la primera medida mundial para asegurar justicia para las víctimas y sobrevivientes de la violencia sexual cometida durante la guerra.

Desde que en 1994 se formó el Tribunal en la ciudad de Arusha, al norte de Tanzania, tres personas fueron sentenciadas a cadena perpetua, incluso a un ex primer ministro ruandés, por crímenes que van desde el genocidio a delitos sexuales.

"Pero todavía queda mucho por hacer", denunció Francoise Ndegehayo de Burundi.

Ndegehayo explicó que los prisioneros que fueron llevados ante el Tribunal disfrutan del "nivel de vida de la ONU", con instalaciones de asistencia médica y alimentos que ni siquiera las víctimas de sus abusos poseen.

"Sentimos que pese a que el Tribunal sentó un precedente al juzgar los crímenes sexuales contra las mujeres, las víctimas de la violencia sexual deberían recibir el mismo tratamiento que quienes abusaron de ellas", reclamó.

La conferencia también tocó el tema de la mutilación genital femenina en Africa.

"Debemos dejar en claro que no hay valor cultural que valga si apoya la opresión de un miembro de la sociedad, y ello incluye a la mujer", afirmó Laketch Dirasse, asesora del Programa Asesor Regional para Africa Oriental, del Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM).

La mutilación genital femenina aún se practica en 26 países africanos. En algunas naciones, como Somalia, casi 98 por ciento de la población femenina sufrió alguna forma de mutilación genital.

"El cambio se producirá si reconocemos la práctica como una violación de los derechos sexuales y la integridad corporal de la mujer", advirtió Dirasse.

Pero, pese a los obstáculos que se enfrentan, los defensores de los derechos humanos reconocen que el crimen de violencia de género actualmente está recibiendo atención de parte de varios gobiernos de Africa, que antes lo ocultaban y ahora lo ven como un problema serio.

Los delegados escucharon cómo en Senegal mujeres de la pequeña aldea de Malicounda Bambara encabezaron en 1996 un movimiento nacional contra la mutilación genital femenina a través de su histórica decisión de abolir la práctica entre la población de 3.000 habitantes.

"Pese a que algunos miembros de la etnia Bambara habían decidido por su cuenta detener la práctica, ninguna aldea se había atrevido a anunciar públicamente su decisión", explicó Bane Dieye de Senegal.

En Tanzania, donde se estima que nueve de cada 10 mujeres sufrieron violencia doméstica, una iniciativa de un grupo de mujeres periodistas dio sus frutos en octubre pasado cuando el parlamento aprobó un proyecto de ley por el que se prohibe la violencia contra la mujer.

En Kenia, algunas comunidades comenzaron a utilizar ritos alternativos para iniciar a las niñas a la etapa adulta, todos ellos excluyendo la mutilación genital, con ayuda de la ONG Programa para las Tecnologías Alternativas de Salud.

Desde que comenzó el proyecto, más de 1.200 niñas se libraron de la mutilación genital, especialmente en Kisii, al oeste de Kenia, y Meru, al este del país, donde la práctica era muy difundida.

La campaña de UNIFEM contra la violencia de la mujer comenzó en julio del año pasado, y fue también el tema del 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en diciembre.

El director de la oficina de la ONU en Nairobi, Klaus Toepfer, expresó en la conferencia que la pobreza es una de las peores formas de violencia contra la mujer.

Toepfer explicó que mientras que las mujeres realizan dos tercios del trabajo del continente, solamente ganan 10 por ciento del ingreso total y apenas poseen uno por ciento de la tierra.

"Es por tanto por el bien de todos nosotros que debemos sopesar el costo económico de la violencia de género contra la salud física y emocional de la mujer, la pérdida de autoestima que ello acarrea y el impedimento que implica para la mujer a la hora de participar libremente del proceso de desarrollo", expresó.(FIN/IPS/tra-en/ja/mn/mvf/aq/hd/99

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