El asesinato hoy del vicepresidente de Paraguay, Luis María Argaña, podría determinar la convocatoria de nuevas elecciones generales si el presidente Raúl Cubas resulta removido en el juicio político previsto para el mes próximo.
Argaña, su chofer y uno de sus dos guardias fallecieron tras ser alcanzados a las 8.52 hora local (12.52 hora GMT) por balas de M-16, escopeta y una pistola disparadas por tres personas vestidos de fajina militar, que huyeron en un Fiat Tempra, luego incendiado.
El vicepresidente era desde agosto el principal promotor del juicio político contra el presidente Cubas, a quien se acusa por liberar a su líder político, general Lino Oviedo, y por negarse a reconocer el fallo de la justicia que ordena el regreso del militar a prisión.
Argaña, de seguir con vida, habría ocupado la Presidencia si hubiera prosperado el juicio político, proceso respaldado por su sector político, que integra el gobernante Partido Colorado pese a su enfrentamiento con Cubas, junto con la oposición.
Dos de los tres ministros del Superior Tribunal de Justicia Electoral ya confirmaron su intención de convocar a elecciones generales para el 26 de septiembre con el fin de elegir al nuevo vicepresidente. Esta decisión aún no es válida pues falta la firma del presidente de este tribunal.
El presidente Cubas ordenó el cierre de fronteras para tratar de evitar la salida del territorio de los tres asesinos, justificado por lo que denominó "el estado de excepción".
El presidente de Argentina, Carlos Menem, recibió en Estados Unidos el pedido de estrechar el cerco en la frontera. Cubas formuló un pedido similar al presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso.
La Central Unitaria de Trabajadores convocó a huelga general por tiempo indefinido que empezará la medianoche de este martes en respuesta a la crisis institucional derivada de de las divisiones cada vez más violentas en el oficialista Partido Colorado.
Cubas, quien estaba enfrentado con su vicepresidente, lamentó el asesinato y pidió que "el sacrificio de Argaña" sea aprovechado para establecer un diálogo político.
"Lamentablemente el doctor Argaña declinó aceptar un vehículo blindado" y seguridad oficial, pues prefería movilizarse con "guardia propia", dijo una declaración oficial transmitida por cadena nacional de radio y televisión.
El presidente anunció su disposición a que se llegue "no sólo a los responsables materiales sino a los morales, por este daño terrible del país".
El dólar vendedor saltó de 2.925 a 3.000 guaraníes, precio que "inflado por la confusión", dijo Oscar Biesel, ejecutivo de la filial paraguaya de Citibank.
"Quiero ver qué dice la embajada norteamericana y la OEA (Organización de Estados Americanos), el Mercosur (Mercado Común del Sur) o el gobierno brasileño que prepara una condecoración para el asesino Raúl Cubas", arengó el senador Juan Carlos Galaverna.
Galaverna agregó que los asesinos "estarán bien protegidos en la casa de Cubas y la única forma que atenúe su actitud es que renuncie hoy mismo".
Icho Planas, asesor de Argaña y antiguo colaborador del ex dictador Alfredo Stroessner (1954-1989), también responsabilizó al presidente Cubas y al general Oviedo de la muerte del vicepresidente.
Planas afirmó que diez sicarios brasileños, que entraron por la localidad argentina de Posadas a la paraguaya de Encarnación, fueron contratados para atentar contra Argaña.
El último atentado similar en Paraguay, ocurrido en octubre de 1994, segó la vida del director de la Secretaría Nacional Antidrogas, general Ramón Rosa Rodríguez. Por este crimen se intenta la extradición de dos miembros de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA).
La Guardia Presidencial rodeó el Palacio de Gobierno como precaución de un supuesto nuevo atentado, mientras que los tres atacantes quemaban a la misma hora el Fiat Tempra usado para el ataque y se fugaban en un Volkswagen Gol.
El canciller, el ministro del Interior, el comandante de la Policía y el presidente realizaron una reunión de urgencia en el Palacio de Gobierno.
Azuzando rumores de golpe, las balaceras contra los transmisores de Radio Cardinal cortaron su transmisión. También salió del aire la Radio 1 de Marzo.
Se registraron choques entre argañistas y policías que intentaba entrar al Sanatorio Americano, a donde había sido llevado el vicepresidente asesinado, tras recibir denuncias de amenazas de bomba.
El juez de turno fue directamente a la comisaría de la zona donde ocurrió el atentado para recoger a los testigos del atentado, garantizar su seguridad y llevarlos hasta el Palacio de Justicia, para conocer su versión.
Sin embargo, la sede de la Corte Suprema de Justicia debió ser desalojada por amenazas de bomba, ante la presencia de los testigos. Este edificio ya fue objeto de un atentado que voló un 25 por ciento de su subsuelo el año pasado .
Una limpiadora de las oficinas de Argaña, de nombre Nomicia, dijo temprano en la mañana de este martes que "la Vicepresidencia se vestiría de luto". La funcionaria fue detenida por la Policía.
El diputado argañista Angel Barchini advirtió que la noche del lunes Argaña había sido informado sobre un complot contra su vida, ante lo cual el vicepresidente contestó que sus oponentes eran "cobardes y no se iban a animar".
El analista independiente José Nicolás Morínigo recordó que el asesinato político en Paraguay "es completamente excepcional". La muerte de Argaña "demuestra que estamos en el caos y cada vez se agrava más la violencia", dijo.
"Esto va a tener una reacción para llevar a un descontrol y desgobierno", agregó Morínigo.
Argaña dirigía desde sus oficinas el proceso de juicio político contra el presidente Cubas, apoyado por los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, Luis González Macchi y Walter Bower, y por el presidente interino del Partido Colorado, Bader Rachid Lichi.
Los principales oponentes de Argaña eran el diputado Conrado Pappalardo y el general Lino Oviedo, a quien acusaba de quitarle el derecho de ser presidente de la República en 1993, cuando se fraguaron en su contra los resultados de las elecciones internas que a la postre favorecieron a Juan Carlos Wasmosy.
"Estamos en manos del matonismo", advirtió el dirigente del Partido Revolucionario Febrerista, Juan G. Granada, porque "del caos sólo se sale por la violencia y ésto sólo es el paso previo al golpe".
A fines de 1992, Argaña ganó las elecciones internas coloradas para la designación del candidato a presidente, pero el recuento de votos fue anulado en medio de rumores de golpe de Estado para impedir su postulación y de presiones de la embajada de Estados Unidos a favor de la continuidad democrática.
El supuesto líder golpista era el general Oviedo, entonces jefe de la primera división del Ejército, acantonada en Asunción.
Oviedo apoyó entonces la candidatura de Juan Carlos Wasmosy, rival de Argaña y elegido finalmente presidente. Cuatro años después, en abril de 1996, intentaría otro golpe, cuando Wasmosy resolvió relevarlo del cargo de comandante del Ejército.
Enemistado con Wasmosy, Oviedo mantuvo también su distanciamiento de Argaña, quien recuperó la presidencia del Partido Colorado el 28 de abril de 1996.
Tras la inhabilitación de Oviedo como candidato, debido a su procesamiento como responsable de la tentativa de rebelión militar de abril de 1996, Argaña ganó el derecho a ser compañero de fórmula de Cubas en las elecciones del 10 de mayo de 1998. (FIN/IPS/cm/mj/ip/99