Estados Unidos considera estrechar vínculos con el presidente electo de Nigeria, general Olusegun Obasanjo, a pesar de las reservas de Washington sobre el fraude registrado durante las elecciones en el país africano.
Sin embargo, Washington está advertido de que debe actuar con cautela, sobre todo por las irregularidades observadas durante los comicios del sábado, y que debe presionar a Abuja para que tome en cuenta las necesidades de sectores descontentos.
"Si el gobierno de Obasanjo no toma contacto con la oposición, la sociedad civil y la gente del Delta del Níger, y no hace de esto una prioridad, puede encaminarse hacia un período todavía más inestable", pronosticó Salih Booker, responsable de estudios sobre Africa en el Consejo de Relaciones Exteriores.
No obstante, funcionarios estadounidenses insistieron que la victoria lograda por Obasanjo, quien se adjudicó 63 por ciento de los votos escrutados, representó la voluntad del electorado.
"Los grupos de observadores internacionales notaron que el fraude registrado no pareció ser sistemático o sobre una base nacional", declaró un vocero del Departamento de Estado (cancillería).
"Las elecciones auguran mejores relaciones con Nigeria", dijo otro funcionario a IPS.
Si bien Obasanjo, un ex militar que gobernó el país anteriormente y es un viejo favorito de Estados Unidos, no asumnirá el poder hasta el 29 de mayo, la ayuda de gobierno a gobierno, suspendida en 1993, pronto será restablecida, según los funcionarios.
Agregaron que Washington también espera reanudar estrechas relaciones con los militares, sobre todo por el papel fundamental de Nigeria en ECOMOG, la fuerza de paz regional en Sierra Leona.
"Sin Nigeria, ECOMOG no vale nada y no hay nadie que la reemplace", dijo una fuente del Pentágono.
Al actuar rápidamente para reanudar vínculos con Abuja, la administración está segura de que recibirá el fuerte apoyo de los republicanos en el Congreso.
Al informar sobre las elecciones en nombre de la numerosa delegación de observadores del Instituto Republicano Internacional (IRI), Ed Royce, titular de la subcomisión para Africa en la Cámara de Representantes, pidió restablecer plenas relaciones con Nigeria.
"Creo que Estados Unidos debe estar comprometido con la transición nigeriana, nuestros intereses lo exigen", expresó.
Algunos analistas, convencidos de que las amplias anomalías registradas en las elecciones podrían disminuir el mandato de Obasanjo, pidieron más cautela.
"Washington debe ser muy precavido sobre cualquier ayuda gubernamental y condicionarla a la construcción de la democracia", apuntó Adotei Akwei, el máximo experto sobre Africa en el capítulo estadounidense de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional.
Observó que una tempestiva reanudación de la ayuda militar podría ser especialmente problemática. "Incluso si Estados Unidos actúa (en ese campo), existe aun la percepción por parte de la población civil y la comunidad internacional que los militares son un problema".
Las elecciones del sábado, como tambien la victoria de Obasanjo, alivió a los politólogos estadounidenses que desean mejorar los vínculos con Nigeria desde la muerte repentina en junio del dictador militar del país, general Sani Abacha.
Washington tiene considerables intereses en Nigeria, el estado más populoso de Africa. El gigante de Africa occidental es una importante fuente de petróleo y un gran mercado para los bienes estadounidenses. En los años 90, su ejército sirvió como principal garante de la estabilidad regional.
Las relaciones entre Estados Unidos y Nigeria comenzaron a declinar en junio de 1993, cuando el entonces jefe de Estado, general Ibrahim Babangida, anuló las elecciones libres.
En respuesta, Washington suspendió la ayuda bilateral y prohibió la venta de equipos militares. Cuando Abacha se encaramó en el poder en noviembre de ese año, la administración canceló su visa y las de sus colaboradores más cercanos.
En abril de 1994, Clinton puso a Nigeria en la lista de países, como Birmania y Afganistán, acusados de falta de cooperación con los esfuerzos antidroga de Estados Unidos. En consecuencia, Washington se opuso a las solicitudes nigerianas de préstamos ante organismos financieros como el Banco Mundial.
Después de que el gobierno de Abacha ejecutó en noviembre de 1995 al renombrado escritor Ken Saro-Wiwa y a ocho activistas más de la etnia ogoni, Clinton anunció una amplia revisión para imponer sanciones adicionales, como un embargo petrolero. Estados Unidos importa cerca de 40 por ciento del crudo nigeriano.
Debido a la fuerte presión de las compañías petroleras y del Pentágono, preocupado por el posible retiro nigeriano de ECOMOG, Washington nunca completó la proyectada revisión ni impuso nuevas sanciones.
Por el contrario, Washington estaba a punto de lanzar una sigilosa apertura diplomática hacia Abacha cuando se produjo el repentino fallecimiento del dictador por ataque cardíaco, según el informe oficial, si bien circularon versiones de que fue asesinado.
Su sucesor, general Abdulsalam Abubakar, instituyó una serie de reformas políticas, liberó a muchos prisioneros políticos, incluso a Obasanjo, y prometió entregar el poder el 29 de mayo al ganador de las elecciones del sábado.
Obasanjo, un buen amigo del ex presidente Jimmy Carter, fue el único líder militar nigeriano que voluntariamente cedió el poder a un civil. Como víctima a su vez de la represión de Abacha, fue considerado por los responsables de política exterior en Washington como un demócrata, sensible también a los intereses occidentales.
Sin embargo, Booker y otros creen que la libertad de acción de Obasanjo podría ser muy limitada, en especial por la crítica situación financiera y el escaso apoyo político que le dieron Babangida y los intereses económicos del norte.
Además, su propia carrera en el ejército y como jefe de Estado, cuando la influencia internacional de Nigeria alcanzó la cúspide, podría obrar en contra de la descentralización del poder, como lo exigen las minorías, entre ellas los pueblos del Delta del Níger, rico en petróleo, y su propia etnia yoruba, dijo Booker.
Booker y otros advirtieron que Washington no debe apresurarse a abrazar al gobierno y al ejército.
"Hasta ahora no se han producido grandes cambios en Nigeria", señaló Mike Fleshman, un experto en ese país que trabaja con el Fondo para Africa en Nueva York.
"Estados Unidos tiene que cesar de pretender que las elecciones produjeron una democracia. Lo que causaron fue la remoción formal de los militares del poder y la elección de un ex general que fue jefe de Estado de un régimen militar", precisó. (FIN/IPS/tra-en/jl/kb/ego/aq/ip/99)