Unos 800 indígenas del estado de Chiapas, seguidores de la guerrilla zapatista, denuncian en plena ciudad de México presiones oficiales represivas y reclaman la igualdad de sus derechos en calles, plazas, sindicatos, escuelas y donde sea que los escuchen sorprendidos habitantes de la capital.
El grupo forma parte de los casi 5.000 delegados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que promueven desde el domingo en todo el país una consulta nacional sobre derechos de los 56 pueblos indios de México, en momentos en que se hallan esstancadas las negociaciones entre insurgentes y gobierno.
La consulta se llevará a cabo el día 21 con el propósito de alentar al Congreso para que discuta una iniciativa de ley elaborada por la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), con base en los Acuerdos de San Andrés firmados por el EZLN y el gobierno en febrero de 1996.
La guerrilla zapatista, que declara no buscar el poder, pretende que la sociedad civil ofrezca con su respuesta a la consulta una salida al conflicto de Chiapas, donde el diálogo de paz está suspendido desde mediados de 1996.
Los zapatistas, que avalan el proyecto de la Cocopa, acusan al presidente Ernesto Zedillo de aplicar una política que por un lado mantiene una fuerte militarización en Chiapas y otros puntos y por otro dice abogar por una salida negociada del conflicto, además de que terminó desconociendo los acuerdos de San Andrés.
Otra propuesta de ley sobre derechos y cultura indígena fue presentada hace un año al Congreso por Zedillo, en una actitud unilateral que obtuvo como respuesta un prolongado silencio de los zapatistas.
Según el gobierno, el plan de Cocopa es anticonstitucional pues abre amplios niveles de autonomía a las etnias, hecho que atentaría contra la unidad del país
Los rebeldes, que pueden transitar libremente en virtud de la Ley para el Diálogo y la Reconciliación, han promovido acciones conjuntas con la sociedad civil de México y el extranjero desde que surgió el primer día de 1994.
En 1995, el EZLN, movimiento guerrillero que combatió escasos 12 días en 1994, llamó a los mexicanos a pronunciarse sobre la idea de convertir a la organización insurgente en fuerza política, en una consulta a la que acudieron 1,2 millones de personas.
Ahora, en su visita a la capital, los delegados del movimiento dialogaron con amas de casa, ancianos, obreros y niños que no ocultaban su asombro al ver a lo casi míticos zapatistas, quienes cubrían sus rosotros con pasamontañas y portaban una bandera de México.
En un pequeño mercado del barrio de Santo Domingo, en el sur de la ciudad de México, 22 indígenas choles y tseltales explicaron que "la mejor arma" que traen es su "palabra con verdad".
"En nuestras comunidades, en vez de hospitales o escuelas, el mal gobierno construyó en corto tiempo grandes cuarteles y llevó armamento pesado", además de que "hay ya 70.000" efectivos ubicados en el suroriental estado de Chiapas, dijo Joel, de corta estatura pero potente voz.
Amas de casa interrumpieron sus compras y encargados o dueños de los comercios dejaron sus puestos para escuchar el mensaje zapatista, mientras algunos que pasaban por el lugar se detuvieron, más prosáicamente, "sólo a ver", constató IPS.
Con mezcla de curiosidad y simpatía, algunas decenas de capitalinos escucharon a Joel decir que los problemas de los chiapanecos no son muy distintos de los de muchos mexicanos "como ustedes, hermanos, que son también pobres como nosotros".
Ana Guadalupe, con su pequeña hija en brazos, relató cómo las mujeres enfrentan el acoso de militares cuando salen de sus casas a buscar leña.
María, con energía, pidió la "solidaridad de las mujeres". "Tuvimos que hacer este largo camino porque luchamos por nuestros hijos", a los que dejaron con abuelos o tíos, dijo .
Margarita, una anciana que vende flores más bien marchitas en el mercado, subestimó la presencia de los indígenas. "A mí lo que me está acabando la vida es que no saco (dinero) ni para mal comer", comentó.
Ernesto Sentíes, un joven turista uruguayo que acudió a la cita con los zapatistas motivado "por la solidaridad", dijo por su parte que "las violaciones a los derechos humanos en México no son un problema sólo de este país sino que involucra a toda Latinoamérica".
Apoyados por 20.000 voluntarios independientes y de organizaciones políticas de oposición y humanitarias, los 5.000 indígenas que salieron de sus comunidades chiapanecas realizarán un total de 500 actos similares en todo el territorio mexicano.
Los agotadores traslados en autobús hacia distintos puntos del país, la alimentación y estadía de los delegados zapatistas han sido financiados con recursos proporcionados por la sociedad civil, antes y durante los actos depromoción de la consulta.
Algunos enfermos y casi todos cansados, los delegados emprendieron sus reuniones con sindicatos, universidades y en general con la gente de cada lugar al que llegaron e incluso once zapatistas enfrentaron en un partido a veteranos, algunos mundialistas, del fúltbol mexicano.
En 1910, Emiliano Zapata, el general Francisco Villa y varios de sus humildes soldados comieron en un elegante restaurante en pleno centro capitalino.
El Hecho, que quedó plasmado en célebres fotografías, fue reeditado el martes por los zapatistas de finales de siglo.
En el estado de Morelos, colindante con esta capital, los delegados tuvieron un importante encuentro con sus antecedentes históricos, visitaron el cuartel del general Zapata, la tumba donde descansan sus restos y la casa donde nació el prócer del movimiento revolucionario de principios de este siglo.
En 20.000 mesas que serán instaladas en 56 zonas de todo el país, los mexicanos de 12 años en adelante y los extranjeros que deseen podrán responder a cuatro preguntas sobre la conveniencia de que los pueblos indígenas formen parte activa en la construcción de un nuevo México.
Mientras el ministro del Interior, Francisco Labastida, calificó de "absurda y amañada" la convocatoria de los rebeldes, el coordinador gubernamental para el diálogo en Chiapas, Emilio Rabasa, dudó que la consulta pueda servir al proceso de negociación en el conflictivo estado.
El gobierno desestima la consulta, al considerar que las respuestas son claramente inducidas en la formulación de las preguntas.
Para las autoridades, el tono de las preguntas descarta el "no" como respuesta. "?Estás de acuerdo en que el pueblo deba organizarse y exigir al gobierno que mande obedeciendo en todos los aspectos de la vida nacional?", reza por ejemplo una de las preguntas.
Observadores y comentaristas apuntan que el gobierno del presidente Zedillo no debería cerrar ojos a la consulta, pues se trata de un importante esfuerzo de democracia activa. (FIN/IPS/pf/dg/ip/99)