El escepticismo sobre la campaña de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Yugoslavia crece en Estados Unidos tras la segunda noche de ataques aéreos de la alianza atlántica contra objetivos militares serbios.
Funcionarios dentro y fuera de la administración de Bill Clinton admiten que el bombardeo en sí podría ser insuficiente para obligar al presidente yugoslavo Slobodan Milosevic a cumplir las demandas de la OTAN de retirar sus fuerzas de Kosovo y firmar el tratado de paz inspirado por Occidente.
Y aun si Milosevic se rindiera, el acuerdo de Rambouillet podría dejar de ser viable, porque los ataques podrían causar una reacción en cadena que impida la contención del conflicto dentro de la provincia separatista de Kosovo, de mayoría albanesa.
"Tengo reservas sobre lo que parece ser la falta de una estrategia de salida y lo que estamos exactamente tratando de lograr", expresó el senador republicano John McCain, un posible candidato presidencial y líder del partido en materia de asuntos exteriores.
En un esfuerzo por responder a esa interrogante, Clinton definió el jueves los objetivos bélicos de la OTAN como "la prevención de una catástrofe humanitaria o una guerra mayor".
El bombardeo, agregó, fue decidido para "dejar claro que Serbia debe elegir la paz o nosotros limitaremos su capacidad para hacer la guerra".
Tal razonamiento preocupó a los expertos, muchos de los cuales creen que Milosevic no se rendirá, incluso si sus instalaciones militares son gradualmente destruidas por los ataques aéreos de la OTAN.
El gobierno parece creer que, ante la demostración de fuerza de la OTAN, el líder serbio se retractará como lo hizo en Bosnia tras los ataques aéreos de la alianza atlántica en 1995.
Pero hay grandes diferencias entre Kosovo y Bosnia que la administración Clinton estaría pasando por alto en sus cálculos, según los escépticos.
En primer lugar, Bosnia era un país independiente en aquel momento, mientras que Kosovo forma parte de Serbia, y Milosevic ha basado su carrera en su identidad nacionalista.
En segundo lugar, las principales unidades del ejército yugoslavo no estaban involucradas en Bosnia como lo están en Kosovo y, finalmente, en 1995 las fuerzas serbias, recién expulsadas de la región de Krajina, en Croacia, se encontraban amenazadas por una alianza bosnio-croata cuando atacó la OTAN.
"No existe un equivalente al del ejército croata" en Kosovo, señaló Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad nacional de Estados Unidos.
La ausencia de una fuerza de tierra creíble (y el rechazo explícito de Clinton, el miércoles, a una participación estadounidense en tal fuerza) debilita seriamente la estrategia de la OTAN, según expertos militares.
"Hay buenas razones para pensar que Milosevic permanecerá firme, al menos por un tiempo", escribió David Rieff, experto en asuntos de los Balcanes, en The New York Times.
Declaraciones de Clinton y otros funcionarios sugieren que, si Milosevic no se rinde, la respuesta consistirá en atacar otros objetivos para degradar más la fuerza militar serbia.
El problema consiste en que, cuanto más se prolongue el bombardeo, más riesgoso será en varios aspectos, según analistas.
En el plano político, por ejemplo, el apoyo ya es poco sólido. Dentro de la OTAN, Italia, Grecia y Francia expresaron reservas sobre una campaña prolongada, mientras en el Congreso de Estados Unidos, los republicanos están como siempre ansiosos por hacer puntos contra Clinton.
"Estamos tomando parte en una guerra civil en la que los intereses de seguridad de nuestro país no están claros", lamentó el senador republicano Kay Bailey Hutchison el martes, antes de una estrecha votación de 58 a 41 a favor de la participación de Estados Unidos en los ataques aéreos de la OTAN.
Además, el escaso apoyo existente podría evaporarse si mueren o son capturados pilotos estadounidenses o si alguna bomba mata accidentalmente un gran número de civiles.
Ambas posibilidades aumentan a medida que la campaña se transforma de una serie de ataques con misiles crucero contra objetivos fijos en embestidas de cazabombarderos piloteados contra objetivos pequeños y móviles, como tanques.
Además, no hay seguridad de que la estrategia actual pueda detener la campaña del ejército yugoslavo contra los albaneses, que constituyen 90 por ciento de la población de Kosovo.
"Mientras aguanta el bombardeo, (Milosevic) podría ganar tiempo para continuar con su sangrienta campaña en Kosovo, al menos hasta que la limpieza étnica de gran parte de la provincia sea irreversible, sin importar lo que haga Occidente", advirtió Rieff.
"Después de todo, eso mismo fue lo que sucedió en Bosnia", agregó. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/mlm/ip/99