La reacción de los padres cuando ven a su hijo recién nacido es casi siempre de alegría, pero para Nabuko y Seiji Okuda tomar a su bebé en brazos cuando vino al mundo en noviembre fue algo rayano en el éxtasis.
Seiji y sus padres tenían lágrimas en los ojos, contó Nobuku, la flamante madre. "Aunque sentía mucho dolor porque nació por una operación cesárea, estaba contenta de que el largo período de espera hubiera pasado y ahora tuviéramos un niño todo nuestro", agregó.
Los Okuda, que tienen casi 40 años, habían tratado vanamente durante largo tiempo tener un hijo, pero la producción de esperma de Seiji era "perezosa" y escasa, según los médicos.
Fue sólo cuestión de tiempo antes de que pasaran a formar parte del creciente número de parejas estériles que buscan superar su problema con técnicas conceptivas, en este caso la inseminación artificial.
Según el Ministerio de Salud y Bienestar, esos métodos artificiales permitieron el nacimiento de 7.200 bebés en 1996, 20 veces más que en 1989.
Los médicos piensan que gracias a los avances científicos en ese campo no demorará mucho la época en que las técnicas artificiales conduzcan a más de 10.000 nacimientos anuales.
"La esterilidad es un problema muy delicado pero no hay duda de que los japoneses lo están enfrentando, y el gobierno necesita ayudarlos", declaró un funcionario que declinó ser nombrado.
Para el 2001, Japón contará con el primer hospital nacional para brindar tratamientos de fertilidad, incluso la reproducción "in vitro".
Muchos observadores opinaron que el interés oficial en estas técnicas refleja la creciente preocupación del gobierno por la caída de los índices de natalidad.
La cantidad de bebés nacidos de padres japoneses entre enero y octubre de 1998 superó en 14.000 el total del año anterior en el mismo período, pero se está lejos de poder hablar de una reversión de la tendencia.
Los médicos sostienen que el problema de esterilidad del país tiende a agravarse, porque la sociedad japonesa envejece y las mujeres siguen postergando el matrimonio y la procreación más allá de los 30 años.
"Las más adultas conciben con dificultad", señaló el ginecólogo Tomok Saetoma. "Al mismo tiempo hay mucha presión social para tener hijos propios, de modo que las estadísticas sobre parejas que pagan dinero por ayuda médica van en aumento", agregó.
El problema no es sólo de las mujeres. Un informe basado en un estudio del profesor de obstetricia Yasunori Yoshimura, publicado en noviembre, indica que el monto promedio de esperma producido por varones japoneses adultos disminuyó más de 10 por ciento en los últimos 20 años.
Yasimura especula que la rápida industrialización, que liberó grandes cantidades de sustancias químicas altamente tóxicas como la dioxina, pueden haber afectado la producción de esperma humano.
Otros investigadores señalaron que el tenso estilo de vida del hombre japonés puede también ser responsable del bajo volumen de esperma producido.
Estudiando las causas de la infertilidad, algunos especialistas manifestaron su esperanza de ayudar a parejas que luego deben apelar a métodos costosos.
Los Okuda, por ejemplo, debieron pagar entre 5.400 y 8.000 dólares por cada uno de sus intentos de inseminación artificial, incluyendo hospitalización y otros gastos.
La mayor parte del dinero fue prestado por los padres de Seiji, deseosos de tener un nieto de su único hijo.
Los Okuda trataron cinco veces antes de tener éxito. "Cada vez que un intento fracasaba me sentía fatigada y mentalmente enferma por todo el problema. Seguí adelante por mi marido y ahora estoy feliz de que finalmente lo logramos", dijo Nobuko.
Keiko Suwa, del grupo de Derechos de Salud Reproductiva de las Mujeres, dijo que "hay tanta presión sobre las mujeres para que tengan sus propios hijos que deben ser protegidas de técnicas reproductivas que puedan afectar su salud y su estabilidad mental".
Los activistas juzgan que la edad de los posibles padres, por ejemplo, debería ser un factor importante en la decisión del método a usar y cuándo debe tener lugar cada alumbramiento.
El gobierno todavía debe adoptar lineamientos sobre tratamientos de fertilidad y adoptar una carta ética al respecto.
En un insólito caso, la Sociedad Japonesa de Obstetricia y Ginecología expulsó a un ginecólogo que había logrado que dos mujeres quedaran embarazadas mediante fertilización "in vitro".
La decisión aparece como poco clara, dado que el método que utilizó el profesional no es ilegal.
Informes periodísticos dieron cuenta que más de 100 bebés nacieron de parejas japonesas mediante ese método a través de un servicio basado en Estados Unidos.
Yuko Sumi, propietaria de un centro de tratamiento de la infertilidad, también admitió haber ofrecido a sus clientas la reproducción "in vitro".
Agregó que 83 parejas habían empleado sus servicios desde que abrió el centro en 1991. Según Sumi, un embrión donado cuesta alrededor de 4.100 dólares. Las parejas pagan el doble si debe intervenir una madre sustituta.
Informó que seis parejas que apelaron a la reproducción "in vitro" no estaban casadas. (FIN/IPS/tra-en/sk/cb/ego-dg/pr-he/99