Indonesia vive una guerra de colores, signo de la efervescencia política sin precedentes previa a las elecciones generales de junio, luego de los tres decenios en los que Alí Suharto sostuvo el poder con mano de hierro.
Rojo es el color del opositor PDI Perjuangan, la facción del Partido Demócrata Indonesio liderado por Megawati Sukarnoputri, hija del fallecido primer presidente de este país, Ahmed Sukarno.
El verde caracteriza al Partido de Desarrollo Unido (PPP), de orientación musulmana, y el blanco al flamante Partido de la Justicia.
El amarillo identifica a Golkar, el partido gobernante que el ex presidente Suharto encabezó mientras se mantuvo en el poder, hasta su renuncia en mayo.
Después de 30 años durante los cuales un solo partido dominó la escena institucional, Indonesia está deseosa de mostrar sus verdaderos colores políticos.
Las elecciones de junio son las primeras que se celebrarán después de la renuncia de Suharto, y son precedidas por un período de actividad política y de debate nunca visto antes en este país.
Pero no todos piensan que el proceso democrático produzca cambios seguros.
Mientras Suharto, su familia y sus amigos más cercanos son investigados por corrupción, muchos sienten que nada surgirá de la investigación mientras su sucesor y ahijado político, Bacharuddin J. Habibie, esté al frente de la Presidencia.
"La desilusión contra la clase gobernante crece", señaló Habieb Syarief Muhamad Alaydrus, del Partido del Despertar Nacional (PKB).
"Las próximas elecciones son una competencia entre el oficialista Golkar, que representa a las viejas fuerzas y las nuevas agrupaciones políticas que proponen reformas", agregó.
Los indonesios suelen participar con fruición en certámenes o competencias de cualquier tipo, por lo que no es nuevo que usen banderas, camisetas estampadas y carteles. Lo novedoso es que lo que promocionen sean opciones políticas. Al menos, esto causa menos daño que machetes, piedras o cuchillos.
"Los indonesios no están acostumbrados a compartir el poder o aceptar el principio de 'dar y recibir"', apuntó el sociólogo Sustandyo Wignyosubroto para explicar la razón por la que sus compatriotas reaccionan con semejante pasión cuando sus ideas, en especial las políticas, son contrariadas.
"Durante la lucha por la independencia contra el dominio colonial holandés, el principio fue 'independencia o muerte'. En 1965, la escena política fue dominada por la actitud de 'aliado o enemigo"', agregó.
Ese comportamiento puede ser percibido en Ciamis, una localidad del occidente de Java, 25 kilómetros al sur de Yakarta. El rojo es aquí el color predominante, con banderas del PDI Perjuangan flameando en lugares públicos estratégicos.
En todas las paredes disponibles se ven retratos de Megawati, así como del extinto Sukarno.
Esto no le cayó bien a Aman, un funcionario administrativo municipal, quien gruñó que en determinados lugares no se debería colgar ninguna bandera. Pero se encogió de hombros. "No quiero buscarme problemas", dijo.
Pero Ade Mursid, cansado de "ver rojo todo el tiempo", organizó junto con otros afiliados al Partido de la Justicia el "operativo amanecer" y enarboló en todo Ciamis las banderas blancas de su partido. Al mediodía, el rojo se había mezclado de nuevo con el blanco.
Para no ser menos, el PPP también acudió a Ciamis con sus banderas verdes y, al menos por un día, su color dominó la ciudad. En esa misma jornada, la temperatura política subió, pero no se registraron incidentes.
Pero cuando los miembros de Golkar decidieron participar en la guerra de colores e izaron los estandartes amarillos del partido por toda la ciudad, muchos opositores comenzaron a arriarlas.
Los disturbios estuvieron a punto de estallar entre opositores y partidarios de Golkar cuando la policía intervino y explicó que todos tenían derecho a colgar sus banderas. Ambos bandos acataron y no hubo incidentes.
"Durante decadas, Golkar gozó de una concesión política especial y comenzaba mucho antes su campaña. Usaron las fuerzas de seguridad para oprimir a sus rivales. Ahora deben sentir que nos volvemos contra Golkar y que lo vamos a despedazar", dijo Sumarna, del PDI Perjuangan.
Las banderas de Golkar no son bien recibidas en algunas ciudades donde se recuerda con rabia el gobierno de Suharto y sus abusos. Algunos, no contentos arrojarlas al suelo, les prenden fuego, como ocurrió en Cirebon, una ciudad en la costa norte de Java.
En las últimas semanas se produjeron incidentes violentos.
Hace pocos días estalló la localidad de Bandul por los choques entre el islámico PPP y el PDI Perjuangan. El incidente se produjo por una discusión sobre el derecho a manifestar por una calle de una sola vía.
Más de 20 motocicletas fueron quemadas. Numerosos locales del PDI Perjuangan resultaron destruidos. No se pudo confirmar el saldo de heridos, pero muchos testigos informaron haber visto machetes en manos de los manifestantes.
En algunas escuelas islámicas los estudiantes son entrenados en el uso de espadas y machetes en peleas a puñetazos, según distintas denuncias.
Algunas escuelas podrían hacerlo en respuesta a la serie de asesinatos de profesores de religión en Banyuwangi, al este de Java. "Yo sé que a ciertos grupos políticos no les gusta el Islam. Van a hacer todo lo que puedan para perjudicarnos", dijo un estudiante.
Wignyosubroto cree que la débil respuesta de la policía se debe en parte a la tendencia de algunos indonesios, incluyendo grupos políticos, a adoptar medidas extremas cuando se sienten amenazados o en desventaja.
Durante el régimen de Suharto, ciertos grupos fueron víctimas de medidas injustas e intimidaciones, pero en vez de llevar sus quejas a los tribunales se defendieron reclutando matones.
"Sabían que con las medidas legales no iban a ganar. Esa forma de pensar todavía está vigente", apuntó el sociólogo. (FIN/IPS/tra-en/ky/cb/js/ego/mj/ip/99