FINANZAS: Cambios al sistema deben decidirse entre todos

El proyecto de diseñar una nueva "arquitectura financiera mundial" no se concretará si se decide sólo por un club elitista de países y expertos de los "altos círculos financieros", afirmaron activistas reunidos en Tailandia.

Es necesario ampliar las discusiones más allá de los países industrializados y los círculos selectos, entre ellos el Grupo de los 22 (G-22) que se reunió en los últimos años para analizar la reforma del sistema financiero, cuya volatilidad ayudó a provocar la recesión de muchas economías asiáticas.

Las disposiciones que surgen de estas reuniones oficiales e internacionales a menudo se consideran "respuestas" a la crisis económica mundial. Pero su incapacidad para producir resultados se consideran "fracasos" del mundo en general.

Pero esta semana, activistas reunidos en Bangkok para discutir el tema de la soberanía económica dijeron que hay muchas propuestas del mundo industrializado y en desarrollo que no se escuchan sencillamente porque no preceden del club tradicional del libre mercado.

"Es hora de que nosotros fijemos las normas, y no los dueños del universo en Davos", dijo la activista Susan George en la conferencia celebrada en Bangkok, en referencia a la reunión de funcionarios, empresarios y economistas que se celebra anualmente en la ciudad suiza del mismo nombre.

Los informes de los medios de comunicación suelen limitarse a las discusiones del Grupo de los Siete países industrializados o del G-22, o a los debates de los funcionarios financieros de Estados Unidos, Europa y Japón, señalan los críticos.

Aunque informan de algunas propuestas del mundo en desarrollo o de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, los medios y los expertos económicos tradicionales les otorgan poca consideración, afirmó Walden Bello, cordirector del grupo Focus on the Global South, con sede en Bangkok.

"Si no eres un economista neoclásico, no te toman en cuenta. Y si procedes del mundo de las ONG (organizaciones no gubernamentales), tus opiniones no cuentan para nada", aseguró.

Los activistas y los pensadores del mundo en desarrollo deben "irrumpir en esta fiesta exclusiva sobre el orden financiero del mundo", porque todas estas discusiones oficiales e internacionales de alto perfil no generaron cambios sustanciales al sistema, exhortó Bello.

"El proceso de monopolización de esta discusión sobre las reformas financieras mundiales está creando una arquitectura financiera en un círculo que es bastante limitado", agregó.

Desde que se desató la crisis financiera asiática en julio de 1997, la frase "nueva infraestructura financiera mundial" se convirtió en una muletilla de activistas y académicos, pero también de pensadores del libre mercado y funcionarios de finanzas del mundo industrializado.

Pero para muchos, la frase suena más grande de lo que es.

A pesar de todos los cambios del sistema financiero que se sugirieron, como la "abolición de las instituciones de Bretton Woods y la imposición de controles de capital", no hay consenso sobre cuáles reformas son las necesarias, y mucho menos si hay que emprenderlas a nivel nacional o internacional.

Con respecto al controvertido tema de la regulación de los fondos de protección, en octubre de 1998 el G-7 se limitó a declarar que se deben estudiar "las consecuencias de las operaciones de organizaciones financieras internacionales que incluyen a los fondos de protección y las instituciones extraterritoriales".

Pero muchos analistas señalan que se deben controlar los movimientos financieros que escapan al poder de los gobiernos.

El movimiento de capitales adquirió mayor importancia que el movimiento de bienes y servicios en la última década, dijo el ex ministro de finanzas tailandés, Virabongsa Ramankura.

"Durante los años 90, el capital se ha movido de aquí para allá y se convirtió en un factor decisivo para decidir la prosperidad y el desastre económico. Cuando el capital se trasladó a Asia oriental, todo anduvo sobre ruedas. Cuando se retiró, la región entera se sumió en la catástrofe", dijo.

Bello señala que hay tres grandes tipos de propuestas para la reforma financiera. En primer lugar, están aquellos, como Estados Unidos y otros países del G-7, que sólo quieren reformar los cables, y no la arquitectura, del sistema financiero.

El segundo grupo pretende imponer controles más férreos al movimiento financiero a nivel mundial, regional y nacional, e incluso un impuesto al capital especulativo. El tercero cree que se deben eliminar las instituciones de Bretton Woods.

La crisis financiera de Asia, y "sus efectos en América Latina y Rusia" presentan la oportunidad para que las sociedades afectadas y las organizaciones locales ayuden a reescribir las reglas del mercado.

"Si el mercado se deja a su aire, destruirá la sociedad. El mercado necesita reglas, o si no caerá en el capitalismo mafioso", dijo George.

Bello agregó que es improbable que el nuevo orden económico que resulte sea impuesto desde arriba, "sino que es probable que sea forjado a través de luchas sociales y políticas".

Muchos analistas consideran que no se ha llegado aún a un acuerdo sobre los cambos del sistema financiero debido a los límites del debate y a la falta de espacio político para ideas alternativas, pero otros le ven un lado bueno a la situación.

Algunos analistas señalan que este fracaso, a pesar de las diversas rondas de reuniones a distintos niveles de gobierno, destaca que naciones poderosas como Estados Unidos y Gran Bretaña ya no pueden dictar las reglas económicas internacionales, como lo hicieron inmediatamente después de la segunda guerra mundial.

"Hoy en día, todos son arquitectos y no creo que exista ese tipo de concentración del poder en la actualidad", opinó M.G. Quibria, economista del Banco Asiático de Desarrollo. (FIN/IPS/tra-en/js/aq/if-dv/99

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