Un grupo de grandes empresas alimenticias europeas se unieron para declararse libres de alimentos transgénicos, informó hoy en esta capital la organización ecologista Greenpeace.
Marks & Spencer, Sansbury e Iceland, las tres de Gran Bretaña, Carrefour, de Francia, Superquinn de Irlanda, Migros de Suiza, Delhaiz de Bélgica, Effelunga, de Italia, Unilever de Alemania y el 90 por ciento de los supermercados austríacos anunciaron que se mantendrán "libres de alimentos transgénicos".
En oposición a estas empresas se encuentran otras, como la suiza Nestlé y las transnacionales agroquímicas, que insisten en manipular genéticamente los alimentos y ponerlos a la venta.
Los alimentos transgénicos son aquellos originados en animales o vegetales alterados genéticamente con el propósito de aumentar la productividad o de mejorar su calidad.
La alteración o modificación genética es un procedimiento por el cual se transfieren de manera artificial determinadas informaciones exclusivas de un organismo a otro. Esos datos determinan una evolución más rápida, resistencia a las plagas, sabor distinto e incluso mezclas de especies.
El galardonado científico español Enrique Sánchez Monge, descubridor una década atrás de dos variedades nuevas de avena y una de trigo, además del triticale, una mezcla de trigo y centeno, señala que el desarrollo de la biotecnología es imparable y necesario.
"Las alteraciones de laboratorio son el último capítulo de los cruces genéticos tradicionales, que se remontan a la prehistoria humana', señaló.
Al respecto, Monge cita el ejemplo de la papa, que no resistiría a la enfermedad del mildiú si no hubiese sido cruzada con el solanum demissum, una variedad silvestre no comestible de ese tubérculo.
Los opositores a la manipulación genética, en cambio, advierten sobre sus peligros.
En primer lugar, dicen que la modificación genética para resistir ciertos plaguicidas puede afectar a otras especies útiles.
En segundo, que las resistencias creadas en algunos vegetales comestibles podrian transferirse a sus consumidores y provocar que el organismo de éstos, rechacen determinados antibióticos.
La campaña de las ONG contra la manipulación de alimentos ha comenzado a dar resultados.
La española Amigos de la Tierra informó que en el Reino Unido los alimentos transgénicos han comenzado a desaparecer de cadenas de comidas rápidas como Wimpy y Pizza Express.
El portavoz de Greenpeace, Ricardo Aguilar, señaló a IPS que la decisión del grupo de empresas libres de transgénicos "deja claro a los consumidores que si las empresas realmente quieren diferenciar entre alimentos transgénicos y convencionales pueden hacerlo»"
Al mismo tiempo, manifestó su esperanza de que muchas más empresas se unan a la iniciativa y celebró que en Brasil el oficial Instituto para el Medio Ambiente se haya sumado al pleito presentado por Greenpeace contra el cultivo de la soja transgénica, que pretendía realizar en ese país la trasnacional estadounidense Monsanto.
Pero otros dos científicos de la Sociedad Española de Biotecnología, José Miguel Martínez Zapater y Pere Puigdoménech, no concuerdan con Aguilar.
En una nota publicada este miércoles por el matutino madrileño El País, afirman que es una manipulación informativa decir que los alimentos transgénicos son dañinos para la salud. No obstante, proponen un debate transparente sobre el tema.
En la Unión Europea, desde septiembre de 1998 los alimentos o ingredientes alimentarios destinados al consumo que hayan sido manipulados genéticamente deben hacer constar con claridad esa característica en sus etiquetas.
Sánchez Monge comentó que algunos de los temores a los transgénicos le recuerdan informes que desaconsejaban el uso de máquinas eléctricas de afeitar por el peligro de que el polvo residual que dejan los cabellos cortados de ese modo produjese cáncer de pulmón. (FIN/IPS/af/dg/if-dv/99)