El izquierdista partido Frente Farabundo Martí (FMLN) de El Salvador iniciará este jueves un proceso de diálogo interno con miras a superar las divergencias que lo alejaron del poder en las elecciones presidenciales del día 7.
El FMLN abandonó las armas tras los acuerdos de paz de 1992 y, sorteando diferencias ideológicas entre sus componentes, se convirtió en la segunda fuerza electoral.
Hoy, ese esquema no da más. La derrota electoral que sufrió el día 7 obliga al partido a darla cara a sus problemas internos para decidir qué es y qué quiere ofrecer.
La división entre dos tendencias dentro de la agrupación fue la culpable de una caída de 20 puntos del FMLN en las intenciones de voto entre abril de 1998 y este mes, que le impidió acceder al poder o, al menos, acercarse a la votación de la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
Representantes de ambas tendencias se reunirán a partir de este jueves para tratar de solucionar por la vía de la negociación las discrepancias y definir el rumbo del partido o para llegar a un consenso antes de la convención interna que se celebrará en mayo.
La prensa salvadoreña ha definido estas tendencias como de ortodoxos y renovadores, pero Francisco Hasbun, director para El Salvador de la Fundación para el Desarrollo Económico y Social de Centroamérica (Fundesca), opina que esta clasificación es inexacta.
"Ninguna de las dos tendencias se opone a la renovación, así que no hay ortodoxos, pero el tema es que hay que buscar los referentes de lo que pretende ser el partido en el futuro", explicó a IPS en una entrevista telefónica.
"Las dos piensan que hay que ir con los tiempos, pero hay que poner en claro cuáles son los referentes. ?Qué significa ser de izquierda hoy en El Salvador? ?Qué intereses representará el FMLN?", indicó Hasbun.
Según el académico, en las convenciones internas posteriores al fin de la guerra el FMLN había adoptado un rumbo, pero "un rumbo clishé", motivado por el proceso de transición que implicaba pasar de la guerra a lidiar con claves políticas prácticamente desconocidas.
Esto significa, explicó, que la crisis del FMLN obedece a una "discusión largamente postergada, cuya relevancia se manifestó en el momento más inadecuado, el de las elecciones".
Esta discusión, que hasta ahora se había evadido, tiene que ver con la definición del rumbo del FMLN después de la guerra.
Hasbun indicó que dentro del FMLN algunos opinan que hay una tendencia (la llamada reformista) en una carrera desenfrenada hacia el centro, que es parte de un movimiento de "modernización de la izquierda" que se da en toda América Latina.
Entre los dirigentes representativos de esta tendencia está el excandidato presidencial Facundo Guardado, quien una semana después de las elecciones renunció a su cargo de coordinador del partido para facilitar el diálogo interno.
Este grupo pretende que el Frente sea una expresión más de centro, una opción elegible, con lo cual, según Hasbun, tiene una visión fundamentalmente electoral del tema.
La otra parte (la llamada ortodoxa) piensa que se debe hacer un planteamiento programático de centro pero que es necesario construir una sociedad nueva, socialista, aunque este término no está vinculado con el modelo político socialista conocido hasta ahora.
Esta tendencia, cuyo máximo exponente es Schafik Handal, opina que se debe buscar las condiciones para ir hacia ese cambio y no quedarse anclado en las tesis de centro, que usualmente son tragadas por la derecha de la sociedad.
Tras las elecciones, Guardado acusó a la tendencia ortodoxa de haber saboteado su propia elección y de pretender convertir a la izquierda "en una secta reducida que cumpla el papel de ser la conciencia crítica del sistema, pero no como fuerza transformadora sino como parte de ese sistema".
"Mientras unos trabajábamos en cómo ganar la batalla electoral contra Arena otros trabajaban en cómo ganar una batalla dentro del partido", señaló.
"Se prepararon para eso y ganaron la mitad de la votación. Nunca estuvo en sus propósitos ganar la presidencia", dijo Guardado refiriéndose, primero, al proceso de convención interna y luego a la campaña presidencial.
Para el ex candidato, la militancia tendrá que decidir, en la próxima convención -prevista para mayo- entre un FMLN como fuerza transformadora y el FMLN como secta.
Ileana Rogel, diputada por ese partido y cercana a la tendencia de Guardado, aseguró que la elección del 2000 (para diputados y munícipes) "se va a ganar o perder dentro de dos meses", refiriéndose a las definiciones que adoptará la convención.
El FMLN "está en la sala de cuidados intensivos, hay que llevarlo a la sala de recuperación antes de abril. Los acuerdos que permitan la recuperación deben salir de la comisión política", declaró Rogel.
Aparte de la discusión interna sobre el rumbo del partido, Violeta Menjívar, miembro de la dirección del Frente, considera necesario desechar la lucha por el control del partido, por parte de ambas tendencias.
El antecedente inmediato en América Central de lo que ocurre con el FMLN está en el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, también ex guerrillero.
En el FMLN, también venido a menos, la discusión democrática interna cedió paso al verticalismo y, al precio de la escisión, sigue dominado por el ex presidente Daniel Ortega.
Hasbun considera, sin embargo, que la situación del FMLN es muy diferente a la del FSLN.
"El FSLN venía de ejercer el poder -cuando se fracturó- y el FMLN no. Para los salvadoreños esto es una ventaja que le permite estar menos atado y tener una discusion de cara al futuro, pero un futuro cercano", dijo.
Además, aseguró que en el FMLN hay mayores hilos de cohesión que en el movimiento sandinista, porque los cinco partidos que lo conforman se fusionaron sobre la base de un acuerdo estatutario, y hay consenso en respetar esas bases. (FIN/IPS/mso/dg/ip/99)