EEUU: Agricultores negros, una especie en vías de extinción

Los agricultores afroestadounidenses, que ascendían a casi un millón, se convirtieron en una especie en extinción, y actualmente a duras penas llegan a 20.000 en los establecimientos rurales que se extienden de Texas a Tennessee.

La discriminación de que son objeto en las agencias de gobierno del sector agrícola, sumada al descenso de los precios de las cosechas, son elementos que conspiran para impedir que los productores negros permanezcan en las tierras que muchas de sus familias poseen desde que Abraham Lincoln abolió la esclavitud.

Gary Grant, presidente de la Asociación de Agricultores y Productores Negros, afirmó que a él y otros granjeros afroestadounidenses se les negaron sistemáticamente los préstamos agrícolas federales, la ayuda de emergencia y otro tipo de asistencia a la que habitualmente acceden los agricultores blancos.

Grant agregó que deben tomarse medidas para erradicar el racismo de las miles de dependencias rurales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

"Nuestras solicitudes de préstamos tardan de 90 a 120 días más de lo que llevan las de los blancos", se quejó Grant, quien posee criaderos de pollos y cerdos en Carolina del Norte.

"Recibimos alrededor de 21.000 dólares menos por la misma extensión de tierras que lo que obtiene un agricultor blanco, nos otorgan los préstamos recién en el verano, cuando se supone que nuestras cosechas ya están listas", denunció Grant.

"Queremos que los desgraciados que son responsables de esto, los sureños reaccionarios e intolerantes, despejen el camino para que podamos operar como cualquier productor de este país", afirmó.

El Departamento de Agricultura estadounidense reconoció a comienzos de este año que había incurrido en prácticas de discriminación, y ofreció llegar a un arreglo por una demanda judicial que un grupo de agricultores negros presentaron contra el organismo.

El presidente Bill Clinton alabó la medida diciendo que "constituía un resarcimiento por cualquier daño que se hubiera causado debido a algún tipo de discriminación hacia las familias de agricultores afroestadounidenses".

El Departamento de Agricultura ofreció distribuir 375 millones de dólares en pagos de 50.000 dólares en efectivo y libres de impuestos a los granjeros cuyos préstamos habían sido demorados o les habían sido negados, a la vez que se cancelarían las deudas que éstos habían contraído con el gobierno.

Pero la oferta distaba mucho de la cifra de dos mil millones de dólares que exigieron los agricultores negros.

El productor Jacob Lipscomb, de Virginia, se negó al ofrecimiento del Departamento de Agricultura.

Argumentó que era un precio demasiado bajo para todo el sufrimiento que había tenido que soportar luego de verse envuelto trámites y papeleos que duraron años, sin poder obtener el dinero para plantar nuevos cultivos y comprar más animales.

Cuando su establecimiento comenzó a trastabillar, el banco ejecutó su casa y se vio obligado a vivir en una casa rodante en la granja que pertenece a su familia desde que fue abolida la esclavitud.

"En la época de la esclavitud los negros eran los que hacían todo el trabajo", dijo Jacob. "Los blancos no trabajaban, sólo mandaban. Y ahora los negros son desplazados hacia las ciudades. Dentro de unos pocos años no vamos a tener tierras", expresó.

El Departamento de Agricultura afirma que los 50.000 dólares que ofreció a los productores negros fue la oferta más alta realizada en una demanda judicial de este tipo.

Dados los tiempos duros que están viviendo todos los productores, tanto negros como blancos, Erica Hovland, del Sindicato Nacional de Agricultores, afirmó que la oferta no es para desechar.

Agregó que, pese a que algunos productores blancos están de acuerdo con la demanda, la mayoría creen que la causa del problema son los factores económicos mundiales, y no el racismo.

"Algunos granjeros afirman que esta gente merece una compensación", manifestó Hovland. "Pero los productores de todo el país presionan para obtener una compensación que agrupe a todos los agricultores, independientemente del color de la piel", detalló.

El año pasado fue uno de los peores en materia agrícola, incluso para las familias de productores de Estados Unidos, debido a la brutal combinación del descenso en los precios, las plagas en las cosechas, una serie de desastres naturales y la crisis financiera de Asia, que perjudicó a las exportaciones.

Y como si ello hubiera sido poco el Departamento de Agricultura acaba de publicar un informe sobre el panorama agrícola en el que informa que se espera que el ingreso neto del sector rural disminuya otro ocho por ciento este año y continúe con una tendencia descendente hasta el 2004.

Los productores afroestadounidenses afirman que estas condiciones fueron especialmente difíciles para ellos, ya que surgen en medio de una coyuntura en la que sufren una discriminación sistemática que les deja poco espacio para salir adelante.

Sin embargo, admiten que el gobierno no es el único responsable de la difícil situación en que se encuentran.

Los granjeros afirman que los líderes negros relegaron durante mucho tiempo los temas rurales, sin prestarles la atención debida.

Joseph Lowery, ex presidente de la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur y colega del fallecido Martin Luther King Jr., admitió que las preocupaciones urbanas dominaron la agenda política negra a nivel nacional.

"Desde que nos trasladamos a las ciudades, allí es donde se concentraron todos los esfuerzos", comentó Lowery.

"Es natural que, dado que la situación urbana presenta un problema tan grave, haya sido la situación que provocó mayor revuelo, y por lo tanto captó toda la atención. Pero gracias a la divina providencia el sector agrícola ahora recibe la atención que merece", afirmó.

Sin embargo, esa atención quizás sea poca y haya llegado demasiado tarde.

El Departamento de Agricultura prometió implementar una serie de medidas contra la discriminación, incluyendo la capacitación de expertos en derechos civiles y la adopción de un programa de préstamos para los agricultores que se encuentren socialmente en desventaja.

A ello se suma el hecho de que los comités donde se solicitan los préstamos estarán obligados a reservar un cupo de préstamos destinados a las minorías.

Pero el productor Jacob Lipscomb sostiene que quizás sea demasiado tarde para salvar a un establecimiento rural que ha sido propiedad de su familia desde que se abolió la esclavitud hace 134 años.

"Odio decirlo, pero temo que voy a ser el último agricultor de este establecimiento", se lamentó Jacob, con lágrimas los ojos.

"Quizás esto sea el final de mi granja, pero quizás sea también el final de los agricultores negros de todas partes". (FIN/IPS/tra-en/lg/mk/mvf/dg/hd-if/99

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