La brecha entre la opinión pública y los líderes de la política exterior de Estados Unidos crece en varios asuntos, de acuerdo con los resultados de una encuesta publicada hoy.
Los planificadores de la política exterior favorecen un papel mucho más intervencionista de Estados Unidos en el mundo que el público en general, reveló la encuesta, la última de una serie realizada en los últimos 30 años por el Consejo de Chicago sobre Relaciones Exteriores.
Cerca de tres de cada cuatro ciudadanos, por ejemplo, creen que Estados Unidos no debería actuar solo en crisis internacionales sin el apoyo de sus aliados, mientras los dirigentes están divididos sobre el asunto.
De manera similar, el público es mucho más escéptico sobre el empleo de tropas estadounidenses en el exterior, y la mayoría sólo aprobaría tal acción en el caso de una hipotética invasión de Iraq a Arabia Saudita.
Por otra parte, la mayoría de los líderes apoyarían la acción militar en seis situaciones hipotéticas relacionadas con Israel, Kosovo, Polonia, Arabia Saudita, Corea del Sur y Taiwan, consignó el estudio, divulgado en la última edición de la publicación trimestral Foreign Policy.
Los planificadores nacionales de políticas toman muy en serio este estudio, principalmente porque se realizó con un método coherente aplicado durante casi 30 años.
Las conclusiones tienden a confirmar las de una encuesta similar realizada hace dos años por el Centro de Investigación Pew para el Pueblo y la Prensa.
El estudio del Consejo de Chicago consistió en exhaustivas entrevistas de unos 1.500 miembros del público general entre octubre y noviembre pasados y de 370 "líderes" entre noviembre y mediados de diciembre.
Los líderes entrevistados incluyeron miembros del gobierno y del Congreso, empresarios internacionales, periodistas, dirigentes sindicales, integrantes de instituciones académicas y religiosas, gabinetes de estrategia y organizaciones no gubernamentales vinculadas con temas de política exterior.
La brecha entre ambos grupos de opinión existe desde hace tiempo, pero se ha ampliado de manera preocupante para muchos líderes que procuran mantener el compromiso de Washington con sus aliados y socios comerciales.
La actitud actual de los ciudadanos consiste en un "compromiso de defensa por parte de una superpotencia ampliamente satisfecha", según el presidente del Consejo, John Rielly.
En comparación con la encuesta anterior, realizada hace cuatro años, el público está ahora menos preocupado por la competencia económica de Japón o Europa y por la creciente inmigración.
Sin embargo, creció la preocupación por la violencia en el país y en el exterior, como lo refleja el incremento del apoyo popular hacia un aumento en el gasto de defensa.
En general, el público está más confiado en el papel de Estados Unidos en el mundo que hace cuatro años, pero 53 por ciento cree que habrá más violencia en el siglo XXI que en el XX. Esto contrasta con una visión mucho más optimista de los planificadores de política exterior.
Los ciudadanos están mucho más preocupados por el terrorismo internacional y las armas de destrucción masiva que en la época del estudio anterior. Ochenta y cuatro y 76 por ciento de los entrevistados, respectivamente, calificaron esos problemas como "las mayores amenazas" que enfrenta Estados Unidos.
En contraste con la renuencia a adoptar acciones militares contra países extranjeros, tres de cada cuatro encuestados aprueban el uso de la fuerza contra los terroristas, aunque ambos grupos de opinión prefieren las soluciones diplomáticas.
El público y los líderes tienen diferencias importantes con respecto a la determinación de los objetivos nacionales de política exterior.
Para los ciudadanos en general, la prevención de la proliferación nuclear, la detención del flujo de drogas hacia Estados Unidos, la protección del empleo de los estadounidenses y la lucha contra el terrorismo internacional constituyen por lejos las metas más importantes.
En cambio, los líderes otorgan prioridad a la no proliferación nuclear y la lucha contra el terrorismo, pero consideran mucho menos importantes la protección del empleo y la lucha antidrogas, así como la reducción del déficit comercial y el fortalecimiento de la Organización de las Naciones Unidas.
Por otra parte, el público considera las enfermedades emergentes, la competencia económica de Japón y países de bajos salarios y el recalentamiento planetario como amenazas mucho mayores que los planificadores de política exterior.
El público también desconfía de la globalización. Mientras una leve mayoría considera que el proceso de integración económica mundial "es en general bueno para Estados Unidos", 87 por ciento de los líderes toman esa posición.
Cincuenta y uno por ciento del público respondió negativamente a la pregunta de si Estados Unidos debería aportar dinero al Fondo Monetario Internacional para hacer frente a crisis financieras mundiales, mientras 82 por ciento de los líderes dijo sí.
Así mismo, existen grandes diferencias entre ambos grupos de opinión sobre la importancia relativa para Estados Unidos de países en desarrollo como México, Corea del Sur y Brasil. El público los considera mucho menos importante que los líderes.
Este último grupo considera mayoritariamente a China como el país donde Estados Unidos tiene intereses más importantes, seguida por Japón, Rusia y México, mientras los ciudadanos en general mencionaron a Japón, Rusia, Arabia Saudita y China, en ese orden. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ip/ml/99