Una cumbre Sur-Sur será el punto culminante de una campaña para librar al mundo en desarrollo del peso de la deuda externa, aseguró en esta ciudad de Sudáfrica la organización Jubileo 2000, que defiende la cancelación de las deudas de los países pobres antes del próximo milenio.
"La campaña de Jubileo 2000 es un llamamiento para la cancelación internacional de la deuda (con plazo) hasta el 31 de diciembre del 2000", explicó Kilron Kembe, del Consejo Zimbabwense de Iglesias, en una conferencia regional celebrada en Johannesburgo este fin de semana.
"La campaña aboga por un comienzo del milenio libre de la deuda para millones de personas de los países pobres", agregó.
La campaña es el mayor movimiento de personas, iglesias, organizaciones no gubernamentales (ONG), sindicatos y entidades estudiantiles de más de 40 países organizada por naciones del Sur para promover la justicia social.
El movimiento emula la campaña realizada en el siglo XVIII para abolir la esclavitud. Entre otras cosas, busca 22 millones de firmas para presionar al Grupo de los Ocho (G-8) integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretana, Italia, Japón y Rusia.
El G-8 se reunira en la ciudad alemana de Colonia en junio, donde Jubileo 2000 planea formar una cadena humana para simbolizar la solidaridad de los países en desarrollo, como parte de la protesta para que se cancele la deuda.
Africa gasta anualmente 13.000 millones de dólares estadounidenses para amortizar la deuda, el doble de lo que destina a la salud y la educación primaria.
En 1997, Argentina remitió más de 17.000 millones de dólares al exterior en concepto de intereses y servicio de la deuda, más de 150 veces el monto que su gobierno gasta en educación y cultura. Así mismo, la cifra se duplicó en los últimos siete años.
Si Argentina hubiera empleado esos 17.000 millones de dólares en su población, hubiera podido construir 600.000 viviendas a razón de 30.000 dolares cada una y generado 2,4 millones de puestos de trabajo. También habría podido erigir 100 hospitales públicos o 500 escuelas.
"El terreno que se está ganando en nuestros países es notable. Estamos hablando de un nuevo orden moral mundial y vamos a seguir promoviéndolo. Seremos escuchados", exclamó Alejandro Bendana, un activista de Nicaragua.
Bendana señaló que Jubileo 2000 no sólo apunta a la deuda. "Se trata de redención, liberación de los oprimidos", dijo.
"La deuda es más que una cuestión financiera. También es moral por la opresión del Norte sobre el Sur, por la deuda ecológica de nuestros bosques, la deuda de género debida a la opresión de las mujeres", señaló Bendana.
Los gobernantes se esfuerzan por expresar su preocupación acerca de la crisis de la deuda que enfrentan las economías más pobres.
La última iniciativa fue propuesta por el presidente estadounidense Bill Clinton, la que siguió a las de Gran Bretaña, Alemania y Francia. Clinton ofreció recortar 70.000 millones de dólares de la deuda de los países pobres a cambio de reformas económicas.
"La interrogante es si los planes de condonación parcial de la deuda promovidos hasta ahora por Clinton, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han hecho algún bien", preguntó Jubileo 2000 en una declaración.
"La respuesta es que el espectacular fracaso de la iniciativa de los Países Pobres Fuertemente Endeudados (PPFE, del FMI) para hacer aunque sea una ligera mella a la deuda de las naciones pobres nos obliga a sospechar", añadió la declaración.
Las reformas económicas a que aludió Clinton significan que los gobiernos deben recortar los gastos sociales, aumentar las tasas de interés, desregular la actividad privada, el comercio y las finanzas, y privatizar las empresas estatales.
Jubileo 2000 considera que estas reformas ampliaron la brecha entre países ricos y naciones en desarrollo.
"Nosotros apoyamos la Coalición de Pueblos Altamente Furiosos, y no la iniciativa PPFE", expresó Bendana. "No necesitamos darle a la PPFE otros 15 años sólo para llegar a la conclusión que no soluciona la crisis de la deuda", acotó.
La crisis de la deuda data de los años 70, cuando la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) cuadruplicó el precio del crudo debido al colapso del dólar estadounidense.
Los bancos, buscando invertir sus nuevos fondos, concedieron préstamos con facilidades a los países en desarrollo, a menudo sin evaluar las solicitudes de crédito ni supervisar su empleo.
Los esfuerzos para defender el dólar por parte de Estados Unidos impulsaron el aumento de las tasas de interés en 21 por ciento en 1981, creando el consiguiente aumento de las tasas internacionales y la involución de la capacidad de los países en desarrollo para amortizar la deuda.
La recesión de 1981-1982 redujo la demanda y los precios de las exportaciones de las naciones menos desarrolladas.
Además, gran parte de la deuda no benefició a los pobres en esas naciones sino que fue destinada a la compra de armamentos para respaldar regímenes opresivos, o se invirtió en proyectos mal preparados e irreales.
"Es como pedir a un hombre dentro de un pozo que trate de cavar otro para salir del agujero", comentó Dennis Brutus, el titular de Jubileo 2000. (FIN/IPS/tra-en/gm/mn/ego/aq/dv/99)