Los avances científicos están proporcionando técnicas apropiadas para enfrentar con éxito al tizón tardío, la peor enfermedad agrícola mundial que ataca a los cultivos de papa y tomate, y amenaza la seguridad alimentaria global, se informó durante una conferencia internacional realizada en esta capital.
El combate a la enfermedad no se dará sólo en laboratorios, a través del desarrollo de variedades resistentes, sino que debe ayudarse a los agricultores de los países pobres a conocer el ciclo de la enfermedad y las medidas más eficaces de control, en las "escuelas de campo", subrayaron los expertos.
En esas escuelas al aire libre se capacita a campesinos y pequeños agricultores en el conocimiento y manejo integrado de la enfermedad, y se les ofrece la posibilidad de involucrarse en la investigación.
"Estas escuelas no sólo permiten la difusión de información básica, como el ciclo de vida del patógeno y de las nuevas variedades creadas en laboratorio, resistentes al tizón tardío, sino que proporcionan a los especialistas una visión crítica de los requerimientos locales", dijo Rebecca Nelson.
Nelson está encargada del proyecto de manejo integrado del tizón tardío del Centro Internacional de la Papa (CIP), y es promotora de las escuelas de campo en América del Sur.
El sistema ha recibido un fuerte espaldarazo durante la Conferencia "Tizón tardío, grave amenaza a la seguridad alimentaria mundial", organizada en Quito por la Iniciativa Global para el Tizón Tardío (GILB, por sus siglas en inglés), a la que asistieron cerca de 200 expertos agrícolas de 37 países.
Con financiamiento del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), ocho organismos internacionales de investigación y extensión rural liderados por el CIP implementarán estas escuelas en seis países de Asia, Africa y América Latina en los próximos meses.
En América Latina, un primer paso será la capacitación de capacitadores en el área andina.
Extensionistas rurales de Bolivia, Ecuador y Perú serán entrenados en la metodología de las escuelas de campo, con financiamiento de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), informó Makiko Taguchi, representante de este organismo.
Para los pequeños agricultores de los países en desarrollo, el tizón tardío representa una verdadera catástrofe, pues los daños que causa a las plantaciones de papa para subsistencia o semicomerciales, se estiman entre una y cuatro hectáreas, se informó durante la conferencia.
El patógeno que la causa es tan virulento que puede destruir plantaciones completas de papa en pocos días, cuando las condiciones climáticas lo permiten. Se estima que los países en desarrollo pierden unos 2.700 millones de dólares al año a causa del tizón tardío.
Durante la Conferencia de Quito, científicos del Norte y del Sur establecieron que pese a los daños que causa, los agricultores de los países en desarrollo no conocen el manejo de la enfermedad y, por tanto, no saben cómo combatirla.
La principal fuente de control es el uso de fungicidas, a los cuales la mayoría no tiene acceso debido a sus altos costos.
Se estima que los países del Sur gastan anualmente unos 300 millones sólo en fungicidas específicos contra el tizón. Pero existe desconocimiento sobre las dosis, mezclas y riesgos de su uso si se los aplica en forma exagerada.
"Hemos constatado que en el mundo se emplean hasta 18 fungicidas diferentes para tratar la enfermedad", declaró Oscar Ortiz, experto en extensión y desarrollo rural, quien durante la conferencia presentó estudios de las dificultades que enfroetan agricultores de Bolivia, Ecuador, Perú y Uganda para combatirla.
"Las instituciones del agro (de los países en desarrollo) tampoco tienen idea de cómo hacer frente a la enfermedad", agregó.
El experto indicó que en los países en desarrollo el tizón tardío de la papa es el primer problema para los agricultores. Sólo en el área andina las pérdidas que causa equivalen a dejar a una familia de agricultores sin comer durante seis meses.
En los últimos años, el manejo integrado de la enfermedad y las escuelas de campo han permitido mantener bajo control a la enfermedad, pese a detectarse mutaciones en el patógeno que la causa, un hongo microscópico que penetra en las hojas y tallos de la planta.
El nuevo concepto adoptado por los especialistas para combatir la enfermedad se basa en la premisa de que toda tecnología es perfectible.
"No nos interesa usar métodos sofisticados o complejos, lo que queremos es tener efectividad y lo estamos logrando", declaró Wanda Collins, Coordinadora General del GILB, una red mundial que incluye programas nacionales, universidades, organizaciones no gubernamentales y sector privado.
Esta Iniciativa surgió en 1996, a propuesta del Centro Internacional de la Papa (CIP), una entidad de investigación agrícola de carácter mundial con sede en Lima, de la cual Collins es Directora General de Investigación.
Como resultado de esta Conferencia se organizará una de las bases de datos más completas del mundo, pues se hizo un inventario de los recursos y necesidades de cada país, región, organismos, instituciones agrarias y redes de trabajo, respecto del tizón tardío.
También se acordó aprovechar la red mundial de computadoras Internet para intercambiar desde recetas aplicables a todo medio de cultivo hasta investigaciones más complejas, como el secuenciamiento de genes para descubrir a los portadores de la enfermedad. (FIN/IPS/zp/ag/dv/99